A más de uno dejó estupefacto Antonio Garamendi con su posición favorable a los indultos, levantando las iras de Pablo Casado y de buena parte de su organización, especialmente en la muy neoliberal patronal madrileña. El presidente de la CEOE ha soportado todo tipo de presiones que le han obligado a matizar y recular, pero Pedro Sánchez sabe que cuenta con la cercanía de un Garamendi marcado por el pragmatismo que suele caracterizar a los líderes de los empresarios. En el Gobierno son conscientes de que, como es lógico, va a defender los intereses de la CEOE tensando la cuerda negociadora hasta el extremo. Pero también saben que hace tiempo que Garamendi se emancipó de la política de tierra quemada de PP.
Emocionado hasta las lágrimas y reconociendo que ha pasado “unos días malos”. Así terminó Antonio Garamendi en la asamblea general que CEOE celebró el miércoles, en la que algunas informaciones adelantaban que sectores de la organización tratarían de ajustar cuentas con él por no oponerse a los indultos. No fue así. Se le recibió con una ovación y los asistentes puestos en pie, reconociendo la labor de un Garamendi que simplemente dijo, en una entrevista concedida a TVE, que “si las cosas se normalizan, bienvenidos sean”.
CEIM siempre ha estado muy alineada con lo más duro del PP madrileño. Su presidente, Miguel Garrido, dejaba claro esta semana que no es partidario de los indultos y que es la opinión mayoritaria de la organización
La reacción de la patronal madrileña hacía presagiar otra cosa. CEIM siempre ha estado muy alineada con lo más duro del PP madrileño, desde los tiempos del inefable Arturo Fernández. Y esta vez no ha sido menos. Su presidente, Miguel Garrido, dejaba claro esta misma semana que no es partidario de los indultos y que es la opinión mayoritaria de la organización. Curiosamente, y a pesar de dejar clara su posición, en declaraciones a ‘El Cascabel’, del canal Trece, aseguraba que “CEIM no tiene que posicionarse ni hacer un comunicado”.
Y es que lo que ha dolido en amplios sectores de la patronal, como en la calle Génova, no es que Garamendi expresara una opinión, sino que la expresara en un sentido concreto. No hay que olvidar que a su antecesor en el cargo, Juan Rosell –Garamendi fue su vicepresidente- también tuvo que afrontar críticas de los sectores de CEOE más beligerantes por animar, ante el referéndum del 1 de octubre, a buscar una solución “entre la independencia y el acatamiento porque sí y una sumisión total”.
Hartos de elogios al Gobierno
Llueve sobre mojado en el sector de empresarios en sintonía con el PP y opuestos al Ejecutivo de Sánchez. Entre otras cosas porque en los últimos días han tenido que escuchar elogios al Ejecutivo que no han querido dejar pasar sin contrarrestar. Por ejemplo, el propio Garamendi criticó cómo José Luis Escrivá ha llevado la negociación de las pensiones, pero contraponiéndolo a una Yolanda Díaz mucho más sensible a sus peticiones, en su opinión. Más claro dejó el sentir hacia la ministra de algunos empresarios Antonio Catalán, presidente de AC Hoteles. En declaraciones al programa de Antena 3 ‘Espejo Público’, Catalán afirmaba que “me gusta mucho Yolanda y muy poco Escrivá”. De Díaz destacaba que “es comunista, pero es sindicalista”, que “sabe lo que es una empresa” y que por eso es fácil trabajar y entenderse con ella y que no le extraña que sindicatos, patronal y el ministerio de Trabajo “estén alineados”.
Catalán no forma parte del equipo de Garamendi en la cúpula de CEOE, pero mantienen buena relación. El presidente de AC Hoteles recibió el Premio al Empresario del Año en Navarra hace pocas semanas, en un acto en el que estuvo presente Garamendi. El presidente de la patronal felicitó a Catalán, subrayando que es “un honor para Navarra”, en una intervención en la que pidió a los políticos “más capacidad de moderación” para la “estabilidad que necesitamos”.
Una estabilidad que quizá no se corresponda exactamente con el discurso de Pablo Casado y sus críticas hacia el “lobby de en búsqueda de fondos europeos” que acompañó a Pedro Sánchez en su acto en el Liceo, entre los que se encontraban los presidentes de las patronales catalanas, Josep Sánchez-Llibre (Foment) y Antoni Cañete (Pimec), y algunos insignes representantes de las compañías catalanas del Ibex, como Antonio Brufau (Repsol) o Josep Oliu (Sabadell).
En busca de acuerdos
A lo largo de estos meses, en el Gobierno, han percibido en la patronal voluntad de llegar a acuerdos, de influir en las decisiones que se vayan a tomar. Pero, como se ha visto estos días, en el Ejecutivo también asumen que la patronal no es una institución unívoca, que la organización en Andalucía no es igual que la patronal catalana, la madrileña o la vasca, por ejemplo, y que Garamendi tiene que gestionar presiones de todo tipo.
En el Gobierno no prevén que lo sucedido modifique la estrategia de un Garamendi que ha demostrado ser un negociador tenaz, entre otras cosas porque en algunas cuestiones se sabe en sintonía con la vicepresidenta Calviño
Hasta ahora, el presidente de la CEOE ha sobrellevado bien esas presiones, emancipándose de la estrategia de oposición que ha puesto en práctica la derecha más radical, negociando autónomamente y sacando adelante acuerdos. Desde la vicepresidencia tercera señalan que, en todos los acuerdos que se han cerrado hasta ahora, las presiones han venido por parte del PP, de los miembros del partido cercanos a la patronal. Unas presiones que han arreciado estos días y que han estado a punto de desbordar a Garamendi.
Eso sí, en las filas del Gobierno no prevén que lo sucedido pueda modificar la estrategia de un Garamendi que ha demostrado ser un negociador tenaz, entre otras cosas porque en algunas cuestiones se sabe en sintonía con la vicepresidenta Nadia Calviño. Es el caso, por ejemplo de la reforma laboral, en la Garamendi se hace de rogar contrapesando el empuje de Díaz con las reticencias de Calviño.
En el Gobierno asumen que las negociaciones son así, que se parte de una posición maximalista y para después ir rebajando expectativas hasta llegar a un encuentro entre las partes. De hecho, en el año y medio que lleva funcionando el gobierno de coalición, Garamendi ya ha amagado varias veces con levantarse de la mesa, como con la Ley Rider. También ha llevado las negociaciones hasta el último momento, por ejemplo, con algunas prórrogas de los ERE. Y, finalmente, siempre ha habido acuerdo.