Las servidumbres de la política tienen estas cosas. El divorcio de la derecha está a falta de la firma ante notario, pero la pareja quiere seguir manteniendo las apariencias. Al menos, hasta que lleguen tiempos mejores y, sin terceras personas, puedan intentar volver a ser el matrimonio de siempre.
Lo de la analogía no es sólo cosa nuestra. Antonio Garamendi la usó para desmentir lo de sus desavenencias con el PP y, en una mesa redonda sobre innovación celebrada en Madrid, propuso a Pablo Casado coger una habitación en el hotel y pasarse en ella una semana como John Lennon y Yoko Ono.
El líder popular puso cara rara. No se sabe bien si por la proposición o porque él es más de los Rolling. Pero tan preparada parecía la ocurrencia del presidente de la CEOE que resultaba forzada.
Fue forzado el abrazo –aunque, desde el Covid, los saludos siempre lo son–; fue forzada la pretendida naturalidad del líder de la oposición cuando dijo que el diálogo social es “perfectamente compatible” con lo que hace el PP –aunque signifique que el Gobierno se apunte el tanto gracias a la patronal–; y fue forzado eso de “estar una semana y recibir a la prensa para que vieran que efectivamente esa relación es así”, la de ‘paz y amor’ entre el genio de Liverpool y la artista conceptual japonesa.
Sobre todo fue forzado porque, si Garamendi hubiera reparado en los capítulos más polémicos del famoso matrimonio, a lo mejor habría pensado que no era el mejor ejemplo.