S.N.
Una semana después de la muerte de un joven de 17 años por los disparos de un policía durante un control de tránsito en uno de los suburbios de París, Francia se vio sumida en el caos. El 27 de junio, se desataron disturbios que dieron como resultado la destrucción masiva de miles de tiendas y la detención de 3.625 personas que participaron en ellas.
Aunque parece que Francia ha superado la fase más intensa de los disturbios tras el despliegue masivo de 45.000 agentes de policía en todo el país durante la noche del 4 al 5 de julio, los daños causados durante esos días son enormes. Sin embargo, el daño masivo que se ha producido a lo largo de esos días y el incendio de varios edificios, entre ellos comisarias, escuelas, bibliotecas y ayuntamientos. Para brindar apoyo, sobre todo a los negocios que han sido víctima de la destrucción y de los saqueos, el presidente francés, Emmanuel Macron, prometió el 4 de julio la introducción de una ley de carácter urgente para reparar los daños. Además, se busca imponer sanciones a los responsables de la destrucción en el país.
Según el ministro de Justicia, Éric Dupond-Moretti, los familiares de los jóvenes que participaron en los disturbios podrían enfrentarse a penas de hasta dos años de prisión y a multas de 30.000 euros. Más de 380 personas ya han sido encarceladas debido a su participación en los actos de destrucción, la derecha francesa exige mientras tanto una mano dura. “La República no tiene que disculparse. Ya ha hecho mucho por estos barrios”, declaró el alcalde de Meaux, Jean-François Copé.