Números anteriores Esta semana
Buscador
Nº 860 - 14 de diciembre de 2009

Antonio Bonet Correa, director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

“DESDE NIÑO VIVÍ EN LA VANGUARDIA INTELECTUAL”

Antonio Bonet Correa (La Coruña, 1925) es historiador y catedrático.  Actualmente es director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando  y catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid. Sus más de 100 obras publicadas son una referencia en la Historia del Arte y en las Humanidades en general. En esta entrevista concedida en Madrid,  Bonet Correa sostiene: “La infancia y la formación son determinantes para todos”.

Por Jairo Máximo

Sabe quién es?        

—(risas) No. Es muy difícil saber quién es uno mismo. Quizá uno ha pasado todo la vida preguntándose quién es. Uno quisiera ser una cosa pero no sabe si lo ha logrado o no. Éste es uno de los problemas de la existencia que nos estamos planteando continuamente. Además, uno se va haciendo a sí mismo. Uno quiere hacer más de lo que es.

—¿Siente desasosiego?

—Sí, si no sería horrible. Es una cuestión interna. Es metafísica. Hay que tener serenidad. Es la búsqueda de uno mismo.

—¿Considera que la infancia es perenne?

—Sí. Es decisiva para todos. La infancia y la formación son determinantes. Lo que un niño ansía, quiere y sueña es lo que se realizará o no en el futuro. Aquí entra la búsqueda de uno mismo. Esta búsqueda empieza en la infancia. Lo que uno ve de niño, el medio en el que crece y todas las sensaciones que recibe son determinantes para la vida. El pasado siempre estará, no en el presente, y sí en el futuro. El presente casi no existe. Todo está constantemente en marcha. En cambio, el pasado es un fondo que está proyectándose en el futuro. Sin saber el pasado no se ve el futuro. Y esto no sólo se ve en los individuos, se ve también en las comunidades. Una comunidad que no tiene historia casi no tiene futuro, le falta un devenir. 

—¿En qué momento de la infancia encontró el arte y la cultura?

—He tenido la suerte de nacer en el seno de una familia de intelectuales. Desde niño viví en la vanguardia intelectual y eso me ha predeterminado. Cuando era niño, en mi casa, por ejemplo, teníamos el primer libro de Jorge Luis Borges, editado en Buenos Aires. Borges era amigo de la familia. 

—O sea, usted ya tenía un encuentro familiar marcado con la alta cultura del pasado y del futuro.

—(risas) Sí. Por experiencia creo que las lecturas son muy importantes en la infancia y más todavía en la adolescencia.

—¿El artista nace o se hace?

—Para ser un genio hay que nacer genio. Esto es indiscutible. El intelectual se hace, se forma y se cultiva. Adán no existe, es un mito. La leyenda del artista que nace pastor es mito. Para realizar algo hay que tener toda una formación y una predisposición. El artista nato después tiene que formarse.

—¿Tiene miedo del intelectual que lleva dentro?

—No. Soy una persona corriente como hay que ser. Desde el punto de vista humano, uno quisiera ser mucho más libre, pero al final uno no vive solo, no vive en una torre de marfil, vive en sociedad. Aquella cosa del intelectual que vive en una torre de marfil también es un mito. En el fondo la vida de intelectual es una vida trabajosa, incluso es mucho más trabajosa que la vida de un…

—¿Un albañil?

—Y no digamos de un oficinista que cuando termina su turno de trabajo se va a casa. Cuando uno escribe, bien o mal, es todo un esfuerzo. Nosotros que somos profesores y escribimos como historiadores nos apoyamos en la historia. En el fondo quisiéramos liberarnos de esto para dar un salto más allá, pero al final somos unos eruditos que muchas veces tenemos atisbos literarios. Es dificilísimo dar este salto a la creación.

—¿Qué tiene que pasar para que nazcan en España otros Murillo, Velázquez, Goya, Sorolla, Dalí o Picasso?

—Lo de España es casi como un milagro. Es un país de pintores y de poetas. España es un país extraordinario en la plástica, y que ha sabido expresarse en la plástica de Altamira a Picasso. No creo que haya una explicación ni lógica ni climática ni histórica ni sociológica.

—¿El arte hace milagros o es un milagro?

—Las dos cosas. Es un milagro que exista, y un milagro que exista algo que ilumine la vida de los demás.

—¿Podría citarme dos cuadros que le fascinen de los que se exponen en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, creada en 1752, de la cual es actual director?

—Una es La primavera, de Giuseppe Arcimboldo. Una obra magnífica. Otra es El sueño del caballero, de Antonio de Pereda  y Santiago. Un cuadro con mucha significación.

—Y que pueden ser contemplados sin agobio.

—Sí, por ser una colección pequeña muy buena, se puede contemplar con sosiego, en silencio, en una ubicación espléndida. En el Museo del Prado, que tiene maravillas, a veces uno se desespera viendo tanta gente que pasa y que impide a uno disfrutar de las obras.

—Un templo sagrado del arte.

—(risas) Sí. Y ahora es una estación de ferrocarril, un gran aeropuerto.

—¿Qué le parece el aluvión de gente en los museos durante la Noche en Blanco madrileña?

—¡Oh! Como demócrata que soy, creo y espero que la cultura esté al alcance de todos. Hay que fomentar la cultura. Ahora, ese aluvión de gente que va allí, no va con el espíritu de aprender, va porque creen que es una obligación. Eso es tremendo.             

—¿Y qué hacer?

—No sé. De todas formas eso forma parte de la época que nos ha tocado vivir. Vivimos una época de masas, confusa. Las masas son manejables.

—¿Qué piensa de las guerras?

—Hay que erradicar eso y es eso precisamente el desasosiego mayor que tiene el hombre, en pensar que todo es inevitable. Hay que comprometerse con la vida, con la sociedad y contra las guerras. Habría que lograr a través de la educación suprimir las guerras.

—¿Qué piensa del trabajo del artista?

—¿Del artista creador o del artista intelectual?

—De ambos.

—El intelectual también crea. Su labor es precisamente esta aportación a la educación. Y la labor del artista creador es aportar y revelar. Los artistas son como grandes iluminadores, como focos luminosos que nos hacen comprender cosas un poco secretas, arcanas. Cosas que están ahí y ellos nos la revelan. A través de los sentidos nos proporcionan algo sin lo cual la vida seria distinta. Nos ofrecen un goce espiritual.

—¿El arte es catarsis?

—Sí. Una catarsis que el hombre ha buscado a través de la historia, de lo mágico, de las religiones. Quizá puede ser que el Arte sea la gran religión de hoy, justamente a través de este papel de catarsis, de revelación que representa.

—Usted tiene más de 100 publicaciones sobre urbanismo y arte iberoamericano y que son una referencia. También es autor de textos científicos y crítico de arte del diario ABC y El Correo de Andalucía. ¿Cuál es el secreto de tanta productividad intelectual?

—Despertar pensando que hay algo en que trabajar, aportar y contribuir al papel que me han asignado o buscado. Es estar en contacto con la realidad social, con la realidad de los demás, con la realidad de la colectividad. Es la contribución de uno a la vida social.

—Madrid vive desde los años 80 un momento de transformación enorme. ¿Llegaremos a tener un artista chino/hispano, nacido aquí?

—(risas) Pues sí. Las grandes culturas no son cerradas, son abiertas. Son cosmopolitas. Interraciales. Mestizas.

—Sarkozy, actual presidente de Francia, pregunta a sus conciudadanos: ¿qué es ser francés? Entonces… ¿qué es ser español?

—Quizá ser español es una cuestión de lenguas, de territorialidad, de pertenecer a un área cultural, con sus sombras y luces, como todas las historias. Quizá ser español es pertenecer a una cultura en la que te has

desarrollado y con la que acabas identificándote con determinados valores o haciendo lo que Unamuno decía: ”Me duele España”. A mí me duele España. Hay muchas cosas españolas que me gustaría erradicar. Asimismo, creo que el hombre debería sentirse ciudadano del mundo.

—¿Vislumbra en el horizonte un Museo de la Corrupción idéntico al que ya existe en Brasil?

—¿En Brasil existe uno así? La corrupción es algo tremendo, espantoso. Pero no acabo de comprender cómo los políticos, que son gente que pueden realizar cosas, se dejan llevar por la corrupción.

—¿Todo por la pasta?

—Sí. Es indignante. Hombres en los que la sociedad ha depositado su confianza. Y que ya están en una posición suficientemente favorable sin tener que estar con la preocupación de ganarse duramente el pan.

—¿Cómo ve las reformas urbanísticas que están siendo realizadas en puntos emblemáticos de la Villa y Corte de Madrid?

—Madrid es una ciudad que ha crecido desde el principio con un control muy escaso, un poco caótica, provisional, te estoy hablando ya desde Felipe II hasta hoy. Madrid está entre un pueblo manchego, y en cierta parte de caserío, y de edificios monumentales. Madrid se desenvuelve entre lo sublime y lo cutre. Ha faltado siempre un plan, sólo en algunos momentos tuve un plan de urbanismo.

—¿Quién manda más en el mundo hoy en día?

—(risas) No hay un mandamás; hay muchos mandamases. No los conocemos.

—¿Usted es un hombre feliz?

—¡Hombre! Desde cierto punto de vista sí. Metafísicamente pesimista e infeliz en unas cosas, y optimista y feliz en otras cosas. Feliz con mi vida personal, familiar, con mis libros, mis cuadros, mis ámbitos y tal. ¿Te apetece una copa?

 
Números anteriores Esta semana
Buscador

© El Punto Prensa, S.A. c/ Ferrocarril, 37 duplicado - 28045 Madrid. Tfno: 34 91 516 08 14/15/08       
E-mail: siglo@elsiglo-eu.com