Que la vida da muchas vueltas y suele ser bastante irónica, lo ha comprobado Pablo Iglesias en sus carnes esta semana. Hace diez años, en el salón de actos de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, Rosa Díez sufrió un escrache en el que participó Iglesias –y también, por cierto, Iñigo Errejón-. Esta semana, en el mismo lugar, el escrachado ha sido el vicepresidente del Gobierno, al grito de “fuera vendeobreros de la universidad”.
Iglesias se encontraba en un acto junto al exvicepresidente boliviano Álvaro García Linera. Trató de poner calma y pidió un micrófono para los estudiantes. Un micrófono que nunca llegó. Aun así, Iglesias trató de dialogar con el grupo: “Acepto que nos llames traidores, vendidos al capitalismo, vendeobreros. Pero no te viene mal escuchar lo que un modesto reformista te está diciendo”. “¡España ya os ha escuchado bastante!, ¡Nos vamos!”, dijo el cabecilla del grupo. «Poca cosa», resumió Iglesias cuando se hubieron marchado y retomó su exposición.