Pablo Iglesias arrancó la precampaña en Madrid visitando una asociación vecinal de Coslada que había sido atacada por un grupo de ultraderechistas días atrás. Durante el acto, los neonazis hicieron acto de presencia e Iglesias se fue directo hacia ellos para encararse, antes de que la policía los desalojara de allí.
Unos ultraderechistas, brazo en alto, que para algunos medios que han recogido la noticia son simplemente “manifestantes” y para otros son “hombres”. Hay quien resuelve lo sucedido con un aséptico “increpan a Pablo Iglesias”. Y por último, también hay quien sentencia que a Iglesias le dieron “jarabe democrático”, como titulaba ‘El Programa de Ana Rosa’.
El pulso de los líderes de Unidas Podemos con Quintana viene de lejos, y antes del suceso de Coslada, había tenido otro capítulo. Iglesias criticó que Ana Rosa Quintana diera un ‘me gusta’ a un tuit de Vox: “Cuando un gran creador de opinión se identifica con las ideas de la ultraderecha, está poniendo todo su aparato de información al servicio de la ultraderecha”. La presentadora, a favor de un mensaje que criticaba los cierres perimetrales y, al mismo tiempo, se permitieran “la entrada de turistas y de inmigrantes ilegales”, le respondió señalando que: “es un honor que a una comunicadora un vicepresidente la ponga en primera línea, aunque no lo entiendo muy bien”. Y añadió que ella no vota ni a Podemos ni a Vox.