Iván Redondo sigue levantando ampollas en las filas socialistas de forma directamente proporcional a cómo va sumando espacios de influencia. El último, su decisiva implicación en la campaña de Salvador Illa, algo nada habitual para un jefe de gabinete del presidente del Gobierno. Una campaña con rasgos muy parecidos a las últimas de Sánchez, con marcado perfil institucional y con la prudencia de quien se sabe líder en las encuestas. Y esta vez, a diferencia de lo sucedido en las elecciones de noviembre de 2019, en las que el decepcionante resultado impulsó a sus críticos en las filas del PSOE, Redondo sale reforzado.
Nunca antes un jefe de gabinete presidencial había tenido tanta relevancia política y mediática. Obviamente, han sido siempre personas a tener en cuenta a la hora de analizar el devenir de sus respectivos gobiernos, pero siempre solían operar en segundo plano. Y ninguno ha concentrado tanta influencia como Iván Redondo, ni siquiera José Enrique Serrano que ha estado bien cerca de todos los líderes socialistas desde los tiempos de Felipe González y que también formó parte del equipo de Pedro Sánchez en su primera etapa en la secretaría general del partido. Tampoco hacen sombra a Redondo sus pares en los Ejecutivos del PP, Carlos Aragonés y Jorge Moragas.
En las filas socialistas se quejan de que los medios atribuyen a Iván Redondo más influencia de la que tiene. Subrayan que a su alrededor se ha creado un relato un tanto mítico, que su mano no llega tan lejos
Esto no quita para que en las filas socialistas se quejen de que los medios atribuyen a Iván Redondo más influencia de la que tiene. Subrayan que a su alrededor se ha creado un relato un tanto mítico, que su mano no llega tan lejos y que le pasa lo que le pasaba a Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero lo cierto es que cada información que se conoce sobre él no hace sino acrecentar esa ‘leyenda’. No se recuerda un jefe de gabinete del presidente implicado a fondo en la campaña electoral de un candidato autonómico, como ha hecho Redondo en la de Illa. Tanto, que a la cabeza de los agradecimientos de Illa en la noche electoral estuvieron Redondo y su número dos, Paco Salazar, haciendo levantar la ceja de más de uno.
No hay que olvidar que Salvador Illa estuvo viviendo en el complejo de la Moncloa, en una vivienda destinada al vicepresidente del Gobierno y que llevaba sin estar ocupada desde los tiempos de Alfonso Guerra. Unos meses cruciales, en lo más duro de la pandemia, que sirvieron para estrechar la relación del exministro de Sanidad con el jefe del ‘ala oeste’ de Moncloa.
Vencedor del 14-F
La apuesta por Salvador Illa le ha salido bien a Moncloa, a diferencia de lo ocurrido en los comicios de noviembre de 2019, que no fueron los que Redondo pronosticaba. Algunos dirigentes socialistas todavía recuerdan que, un par de días antes de las elecciones, Iván Redondo aseguraba a quien quisiera escucharle que la repetición electoral beneficiaba al PSOE y que estaría en los 130 diputados. Unas predicciones que chocaron con la realidad y por las que muchos dedos socialistas le señalaron en la noche electoral.
Illa ha devuelto al PSC la condición de primera fuerza de Cataluña con una campaña muy similar a las de Sánchez. Hasta las imágenes de los candidatos y los eslóganes de campaña se parecían. Sánchez compareció en las generales con un “haz que pase”. Illa, con un “hagámoslo”
Redondo consiguió revertir la situación en pocas horas, con algunas informaciones periodísticas que le señalaban como el principal hacedor del abrazo entre Sánchez e Iglesias. Ese tipo de informaciones de las que se quejan sus críticas, con las que, según su versión, se teje la ‘leyenda’ de Redondo. En ese momento no faltaban voces en la cúpula socialista que, sobre las imágenes de la firma del acuerdo entre Sánchez e Iglesias, en las que Redondo estaba en primera fila, afirmaban que “en política, a veces exhibes a alguien antes de matarlo”.
Unas expectativas que no sólo no se han cumplido, sino que han quedado aún más enterradas con los resultados del 14-F. Illa ha devuelto al PSC la condición de primera fuerza de Cataluña con una campaña muy similar a las de Sánchez en las últimas elecciones generales, en la que se ha subrayado el perfil institucional y solvente del candidato, sin arriesgar lo más mínimo y a la espera de que los demás partidos se fueran metiendo en charcos. Hasta las imágenes de los candidatos y los eslóganes de campaña se parecían. Sánchez compareció en las generales con un “haz que pase”. Illa, con un “hagámoslo”.
Las voces críticas han vuelto a apagarse y todo se resume en un “nadie quiere llevarse mal con Redondo”. Pero en sectores muy amplios del PSOE nadie olvida de dónde viene Redondo. Tienen muy presente que este donostiarra de 38 años comenzó colaborando con Antonio Basagoiti en su etapa al frente del PP vasco, que llevó a la alcaldía de Badalona a Xavier García Albiol –en esa polémica y recordada campaña que vinculaba la delincuencia a inmigración- y que consiguió que José Antonio Monago arrebatara a los socialistas la presidencia de Extremadura en 2011. Tampoco se olvidan de que durante unos meses, a finales de 2015 y principios de 2016, cuando los morados peleaban por sorpassar al PSOE, mantuvo muy buenas relaciones con Pablo Iglesias.
Pero incluso sus más críticos explican que el carácter de Redondo facilita las cosas, que es una persona agradable en el trato directo, simpático. Sobre esa personalidad ha conseguido estar por encima de la figura de un jefe de gabinete clásico, tanto con el presidente del Gobierno como con todos los políticos con los que ha trabajado. Y ahora, su influencia también alcanza al partido.