Virginia Miranda
Cardiólogo de profesión, Jesús Gutiérrez Morlote fue director general del Insalud y secretario general de Salud bajo el Gobierno de Felipe González. Hoy va a hacer entrega de 350 firmas de profesionales de todos los niveles asistenciales al presidente Pedro Sánchez para pedir la refundación del Sistema Nacional de Salud. “No se trata de revertir nada”, explica, sino de “dotarnos de mecanismos que promuevan mayor eficacia desde la cohesión y la lealtad institucional”. La crisis del Covid-19, sostienen en su petición de un pacto de Estado entre los gobiernos central y autonómicos, ha puesto de relieve sus deficiencias. También el deseo de superar las dificultades desde la unidad. Si “algunos partidos políticos no se dan cuenta de ese sentimiento de la mayor parte de los ciudadanos, se equivocarán”.
Usted es el promotor de una recogida de firmas por la refundación del Sistema Nacional de Salud (SNS) que entregarán al presidente del Gobierno después de que la pandemia del Covid-19 haya puesto de relieve sus deficiencias de forma dramática. ¿Quiénes más participaron con usted de la iniciativa, cuántas personas se han adherido con sus firmas y quiénes son?
En la iniciativa participamos Manuel García Encabo, Fernando Lamata, Pedro Sabando, Juan José Rodríguez Sendín, Roberto Sabrido, Ramón Gálvez y yo mismo. Todos tenemos en común muchos años en puestos asistenciales y de gestión y, sobre todo, mucha ilusión por consolidar un Sistema Nacional de Salud que algunos vimos nacer y que pensamos que es un patrimonio muy importante de todos los españoles. Se han adherido unos 350 profesionales de todas las categorías, de todos los niveles asistenciales y de todos los territorios; muchos de ellos son referencia en sus respectivos campos de conocimiento y todos son, seguro, personas que aman su trabajo y comparten nuestras ilusiones.
Desde el punto de vista de la gestión, ¿qué es lo más grave que ha visto usted tras la confirmación de la pandemia?
Lo más grave que deja una epidemia siempre es el rastro de dolor y de muerte. En esta, además, una crisis económica mundial gravísima que, como siempre, padecerán con mayor dureza quienes tienen menos.
Después de conocer la situación en China y en Italia y habiendo ya casos confirmados en España, ¿el Gobierno reaccionó tarde?
Nos falta perspectiva. Apenas estamos todavía superando la epidemia. Todavía hay estadísticas diarias de contagiados y de fallecidos. Y yo no tengo otros datos que los de cualquier lector de la prensa diaria y de las agencias de noticias de España y de los países más importantes. Con arreglo a esa información, creo que el Gobierno español no lo ha hecho mal e incluso se ha anticipado a los gobiernos de otras muchas naciones. Pero, en todo caso, mi actitud es de respeto y apoyo decidido al gobierno que esté al frente del país ante una crisis global de estas proporciones, sea el gobierno que sea; y me parece que esta es la posición mayoritaria de los ciudadanos.
“El camino de salida no pasa por las restricciones y los recortes, sino por los estímulos y la inversión”
¿Puede haber unas mismas reglas en la atención sanitaria en un Estado descentralizado como el nuestro? Esa es una de las demandas que plantean. También que los recursos sean equitativos en todas las Comunidades Autónomas.
En estos momentos hay Comunidades Autónomas con un gasto sanitario público por habitante de más de 1.600 euros al año y otras que no llegan a 1.300. Y no sólo es porque unas recaudan menos que otras, también es cuestión de voluntad política. Pensamos que hay que garantizar que todos los ciudadanos accedan en igualdad de condiciones a una cartera de prestaciones idéntica en todo el territorio. Para ello hay que revisar la procedencia de los presupuestos que se dedican a la sanidad en cada Comunidad Autónoma. Hace tiempo eran finalistas, el Estado los transfería a las comunidades para la sanidad, y luego pasaron a ser cesiones de determinados tributos. La crisis económica de 2008 que afectó a todos, disminuyendo el PIB y el porcentaje dedicado a la sanidad, no lo hizo igual en unas y otras regiones con lo que, además de disponer todas de menos presupuesto, se abrió una diferencia entre unas y otras.
Hablan ustedes de la infrafinanciación. ¿Cree que las Administraciones de todo signo político van a revertir esta tendencia en sus próximos Presupuestos? Aunque sea porque un sistema sin personal ni recursos suficientes es un agravante de la crisis económica.
Todo orienta a que, al menos ahora, en estos momentos todavía dramáticos, hay un gran consenso respecto a la necesidad de dotar a la sanidad de más personal y de más recursos de todo tipo. La sanidad no es sólo un elemento de cohesión social, de estabilidad, de igualación ante la enfermedad, sino que puede ser también impulsora del progreso en otros sectores. En sentido contrario y como bien dice usted, la crisis de la Covid-19 ha demostrado que una insuficiencia en la respuesta sanitaria puede incrementar el impacto de una crisis económica. Por otro lado y a diferencia de la crisis financiera de 2008, en todo el mundo hay una importante coincidencia en que el camino de salida no pasa por las restricciones y los recortes sino por los estímulos y la inversión.
Piden más personal sanitario, más servicios, más tecnología y más medicamentos accesibles. ¿De dónde han de proceder los recursos para asumir estas mejoras?
Pedimos que nuestro Gasto Sanitario Público sea, en porcentaje de nuestro Producto Interior Bruto, el mismo que la media de los países de la Euro Área; no parece que sea una pretensión desmesurada, hablamos del entorno del 1% de nuestro PIB. ¿De dónde vamos a obtener esos recursos? Desde luego no de aumentos de los impuestos a las clases medias y bajas. Por un lado de márgenes que todavía existen; nuestro SNS, como todos los sistemas sanitarios del mundo, tiene un sobregasto que puede disminuir aumentando la eficiencia, y aquí no hay nadie como los propios profesionales para señalar esos aspectos y orientar a la Administración. También del sobregasto en medicamentos, que se calcula en unos 8.000 millones anuales. Los propios funcionarios del ministerio de Hacienda indican que la economía sumergida representa en España bastante más del 20% del PIB. Finalmente, los recursos procedentes de la armonización fiscal con las naciones de nuestro entorno europeo, y no hablo de las que tienen tipos impositivos mucho más altos, me conformo con llegar a la media de la Eurozona, esto sólo ya supondría más de 80.000 millones de euros, unos siete puntos del PIB, siete veces lo que habría que aumentar los presupuestos sanitarios. Todo esto que he mencionado supone muchísimo más que lo que ahora pedimos para nuestro Sistema nacional de Salud.
Al margen de la situación excepcional derivada del estado de alarma, lamentan que el Ministerio de Sanidad no tenga capacidad de maniobra. Con las competencias transferidas a las autonomías, ¿qué podría hacer?
Lo que pretendemos es que el Ministerio de Sanidad cuente con instrumentos para pilotar al SNS ante una crisis tan excepcional como la que estamos padeciendo ahora y tenga el liderazgo suficiente como para promover la cohesión, el acuerdo, la lealtad entre todos los componentes del propio SNS. No se trata de poner en cuestión las transferencias ni mucho menos; muy al contrario, lo que pretendemos es terminar de una vez el diseño del SNS y dotarle de mecanismos para que funcione de una manera armónica, acompasada. Para ello proponemos un Pacto de Estado entre los Gobiernos del Estado y de las Comunidades Autónomas mediante el cual se daría carácter vinculante a las decisiones del Consejo Interterritorial, formado por la Administración General del Estado y todas las comunidades, del que pasarían a depender diversos elementos de coordinación con la forma de agencias: compras, evaluación de las tecnologías sanitarias, el Instituto de Salud Carlos III, etcétera.
Usted es médico y ha sido político bajo las filas del PSOE. ¿Qué le parece el papel que han jugado los partidos en la crisis sanitaria y las autonomías en la fase de desescalada?
Los partidos expresan el pluralismo político y son instrumentos para participación política, dice la Constitución. Pluralismo porque pueden, legítimamente, acercarse a los problemas desde perspectivas diferentes y proponiendo soluciones distintas. Y participación. Ante las diversas fases de la crisis sanitaria de la Covid-19 yo tengo la impresión de que la mayoría de los ciudadanos desearían participar desde la generosidad y el patriotismo, unidos para superar las dificultades; no podemos fallar a los que se han jugado la vida y se han dejado días y noches de trabajo durísimo para protegernos a todos, no podemos fallarles, no merecen eso. Si los partidos políticos o algunos partidos políticos no se dan cuenta de ese sentimiento de la mayor parte de los ciudadanos, se equivocarán. Necesitamos a los partidos políticos y a los políticos, sólo pedimos que sean dignos de la sociedad para la que trabajan y creo que, afortunadamente, lo son. Sobran gestos descompuestos e insultos, cuando se producen; ya tendrán su momento para pedir y rendir cuentas de lo que haya hecho cada uno.
Isabel Díaz Ayuso pedía que la Comunidad de Madrid pasara a la fase 1 de desescalada después de que el consejero de Sanidad y la directora general de sanidad pública, que acabó dimitiendo, lo desaconsejaran. ¿Qué opina de la gestión sanitaria madrileña en los últimos años y en los últimos dos meses?
Le digo lo mismo que dije respecto del Gobierno de España. Falta distancia, perspectiva, no tengo información suficiente y, sobre todo, estamos todavía en un momento de la epidemia que exige unidad, apoyo a los que dirigen la salida de la crisis. Todavía se están muriendo pacientes y no es el momento de utilizar políticamente la epidemia, ni siquiera de valorar la gestión.
“No es el momento de utilizar políticamente la pandemia, ni siquiera de valorar la gestión”
¿Deben conocerse los nombres de los expertos que asesoran al Gobierno en la desescalada como pide la oposición?
Se conocen y todos lo sabemos. El Gobierno está formado por el presidente y los ministros y cada uno de ellos dirige una determinada estructura. Del ministro de Sanidad depende un secretario general y de éste, a su vez, directores generales, el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias y hasta el Instituto de Salud Carlos III que contiene centros tan importantes como el Instituto Nacional de Epidemiología. Todos esos y más son los asesores del Gobierno. Cada ministro toma sus decisiones en base a la información y las propuestas de quienes están en esa estructura, ¿le parecen pocos expertos? Parece que, a veces, se quiere hacer una especie de cotilleo frívolo en torno a cuestiones que, además de ser muy serias, son perfectamente conocidas.
Ustedes proponen un Pacto de Estado para que la Administración general, dotada de los recursos suficientes, ejerza una labor de coordinación que garantice la equidad en los territorios. ¿Debería contar con la participación de los partidos de la oposición que defienden la unidad e igualdad de todos los españoles? ¿Cuál cree que podría ser la respuesta de los partidos soberanistas que apoyaron la investidura de Pedro Sánchez?
Nosotros proponemos un pacto para que nuestro Sistema Nacional de Salud se consolide y funcione mejor. Para garantizar mejor la atención sanitaria de los ciudadanos. Y en ese deseo estamos seguros de encontrarnos con todos los políticos y todos los partidos políticos; del Gobierno y de la oposición, soberanistas o no. ¿Quién puede negarse a buscar un acuerdo con esa finalidad? Nuestra propuesta no es para devolver al Estado determinadas competencias de las Comunidades Autónomas; muy al contrario, queremos finalizar el desarrollo del Estado de las Autonomías en lo que respecta a la Sanidad y hacer que funcione. En el documento que presentamos, comenzamos por afirmar que asumimos en su literalidad las referencias de la Constitución, la Ley General de Sanidad y la propia Reforma Sanitaria que impulsó. Precisamente creemos que la actual situación no se corresponde con las previsiones que se hicieron y que hay que refundar el Sistema Nacional de Salud. No se trata de revertir nada sino, al contrario de profundizar y consolidar lo que hay en precario, mejorar lo que hemos visto que no funciona suficientemente bien, dotarnos de mecanismos que promuevan mayor eficacia desde la cohesión y la lealtad institucional. En todos los partidos políticos hay personas con conocimientos y experiencia suficientes para aportar mucho a este Pacto de Estado que hemos propuesto, naturalmente. Y confiamos en su colaboración para el bien común.
Pablo Casado ha propuesto un pacto de Estado por la Sanidad, que ha llamado “pacto Cajal” por el premio Nobel de Medicina, para una financiación suficiente, una mejora de la investigación, una industria nacional y una agencia nacional de salud pública. ¿Encajaría que la propuesta que ustedes plantean?
Todo lo que sea pacto, acuerdo, para consolidar nuestro Sistema Nacional de Salud me parece positivo. Pero, naturalmente, hay que ver su contenido; hasta ahora no conozco más que lo que usted me menciona. ¿Financiación suficiente? Claro, pero habrá que cuantificarla y aclarar lo de suficiente. Suficiente, decimos, es que garanticemos a toda la población todos los servicios necesarios para mantener o recuperar la salud. A nosotros nos parece que, para empezar a hablar, se alcance, como dije antes, un Gasto Sanitario Público en porcentaje del PIB equivalente a la media del Gasto Sanitario Público de los países de la Eurozona. ¿Mejora de la investigación? ¿Quién puede negarse? Pero hay que concretar el cómo y el cuánto. ¿Potenciar una industria nacional? De acuerdo también así, en abstracto. ¿Creación de una agencia nacional de salud pública? No se trata de crear más organismos sin concretar objetivos, funciones, dependencia, contenido y recursos. Nosotros proponemos, además de revertir de inmediato el proceso de descapitalización del Ministerio de Sanidad en cuyo organigrama está, por ejemplo, la Dirección General de Salud Pública, crear una serie de organismos que, dependiendo del Consejo Interterritorial, podrían tener la forma de agencia. Veamos si hablamos de lo mismo pero, en todo caso, bienvenida siempre la voluntad de diálogo y de acuerdo.
La creación de las CCAA fue beneficiosa. ¿ Quien lo duda?. La trasferencia de la Sanidad Pública necesaria e incuestionable. La destrución del SNS, su inutilización y la carencia actual de funciones de coordinación ha sido muy negativa. Creo que se necesita dar contenido a un Servicio fundamental en el Estado del Bienestar. Pero sobre es necesario restituir políticas globales de salud, que no entienden de territorios o de lenguas. Hay que acabar con la Sanidad Pública acosada por intereses económicos de poderes partidistas en manos de dueños sin ética, con el único objetivo del beneficio económico. Hay que refundar el Servicio Nacional de Salud y dotarle con la parte del PIB acorde con la posición de España en el entorno europeo.