El eurodiputado Jonás Fernández acaba de publicar ‘Volver a las raíces. Una izquierda europea contra la desigualdad’, una obra en la que expone la necesidad de “fortalecer la UE como vía necesaria para recuperar la soberanía colectiva, de tal manera que podamos ordenar la globalización”. Este economista ovetense nacido en 1979 es, además, el coordinador del capítulo económico de la ponencia marco del 40 Congreso Federal del PSOE que se celebrará en octubre. En el grupo de estos ponentes aparece una nueva generación de líderes socialistas que tiene entre sus principales retos “reconstruir los canales de redistribución de la renta a escala comunitaria”, según explica Fernández, ya que “es la manera de mantener vivo el modelo social europeo y es la manera de mantener viva a la socialdemocracia“.
En ‘Volver a las raíces’ hace una defensa del proyecto político de la UE. Tras el Brexit y el crecimiento de la extrema derecha, y a la vista de los gobiernos eurófobos de países como Polonia y Hungría, ¿puede decirse que la Unión se encuentra en el momento más complicado de su historia?
Yo creo que estuvo en el momento más complicado tras el referéndum del Reino Unido. En ese momento, había muchas incertidumbres sobre cómo se iba a plasmar la negociación con Londres y nos preguntábamos si prendería la llama y otros países tendrían incentivos para optar por vías similares. Sin embargo, lo que vimos fue una negociación en la que la UE a 27 se mantuvo unida. El Reino Unido alternó, si no me equivoco, tres negociadores jefes, mientras que la UE mantuvo a Barnier durante todo el periodo. Se logró un buen acuerdo que, además, ha permitido que el Brexit se convierta en una vacuna en lugar de en un virus. Los más euroescépticos no están pidiendo salir de la Unión. Ni siquiera Le Pen está defendiendo un referéndum para salir del euro, como pedía hace unos años. La UE está más fuerte que entonces y la respuesta que se ha dado a la crisis económica y sanitaria en los últimos 18 meses han fortalecido al proyecto.
“El Gobierno de España es estable y el país también lo es. Tenemos dos años por delante para seguir implementando el programa”
Alude también a la socialdemocracia como espina dorsal de la Unión y como el proyecto político capaz de poner coto a la desigualdad. Hasta ahora, salvo en España y Portugal, los partidos socialdemócratas clásicos no gozan de muy buena salud en el resto de Europa, a la espera de lo que pueda hacer ahora Olaf Scholz en Alemania. ¿Por dónde pasa su propuesta para el resurgir de la socialdemocracia?
La socialdemocracia pasó por momentos más complicados que el presente, al igual que la UE. Hemos compartido gobierno en Alemania con la CDU, algo que no ocurría en la crisis financiera de 2010, donde Merkel gobernaba con los liberales. Eso ayuda a explicar la aproximación a esta crisis en relación a la anterior. Y se está en el gobierno en Italia o Portugal. Si la CDU abandona el gobierno alemán, el país más grande que gobernará la familia popular, será Austria. Quizá debiéramos empezar a hablar más de la crisis de los conservadores tradicionales, aunque también es cierto que esto no oculta que la socialdemocracia europea no está en su mejor momento.
La idea que defiendo en el libro es que, tras la caída del Muro de Berlín, el avance de la globalización ha ido minando la capacidad de actuación de los Estados nación. Por tanto, hay que buscar nuevos instrumentos para redistribuir la renta y un poder político capaz de fijar impuestos y regular los mercados. Lo que propone el libro es fortalecer la UE como vía necesaria para recuperar la soberanía colectiva, de tal manera que podamos ordenar la globalización.
En su libro echa en falta un mayor vigor del Partido Socialista Europeo. ¿El principal lastre de la UE es que los partidos siguen operando en el marco del Estado nación?
Es uno de los problemas, sin duda. Los partidos socialistas nacionales –no España, porque el Gobierno y el PSOE han tenido una visión clara de que la resolución de esta crisis se dilucidaba en Europa- no somos capaces de consolidar un debate público europeo. Al ciudadano le sigue costando encontrar información europea, desde una perspectiva europea. Necesitamos que el Partido Socialista Europeo adopte el método comunitario para funcionar, no el intergubernamental, y que no exija unanimidad en la toma de posiciones. Se necesita fortalecer el ámbito de actuación de la ejecutiva central. Habrá un congreso el próximo año y será bueno discutir sobre cambios organizativos.
¿Qué legado deja una Angela Merkel que ha sido clave en la política europea de la última década y la austeridad como respuesta a la crisis de 2008?
Su actuación ha dependido de las mayorías que han sostenido sus gobiernos. Como decía, hace 10 años gobernaba con los liberales y eso imprimió un carácter diferente al tratamiento de aquellas crisis en relación a la actual, donde el SPD mantiene el Ministerio de Finanzas. La valoración es ambivalente. Ha hecho todo lo posible para mantener el proyecto europeo, en momentos donde se tensionó mucho, pero es verdad que la respuesta de entonces maximizó el interés de su propio electorado, sujeto a que no se rompiera la zona euro. Ha jugado siempre con esa ambivalencia. Necesitaremos algo de tiempo para valorarla en su conjunto.
Le preguntaba por Merkel porque hay quien sospecha que el giro de Alemania en la crisis provocada por la pandemia, defendiendo la emisión de deuda mancomunada y los fondos Next Generation, se cerrará cuando se superen los efectos económicos del covid.
La emisión de deuda para financiar el programa de inversión se ha acordado como un instrumento ad hoc, no permanente. Hay un acuerdo para crear una cesta de impuestos europea para poder amortizar esa deuda hasta 2058. Aunque la deuda se ha acordado como una emisión puntual, la creación de esos recursos propios sí genera un flujo de ingresos recurrentes, con independencia de que esa deuda se termine de pagar en algún momento. En la medida en la que hay una fuente de recursos, el debate ante una futura crisis contaría con un respaldo formal para sostener futuras emisiones de deuda. En todo caso, el debate pasa por esa cesta de impuestos y su mantenimiento de forma estructural, porque era un elemento que faltaba en el diseño de la unión monetaria. Nada esta escrito y hay que presionar para mantener la senda política actual. Para eso, necesitamos una ciudadanía crítica y consciente de los debates europeos.
Aterrizando en España, usted es el coordinador de la ponencia sobre Economía y Empleo para el 40 Congreso Federal del PSOE. ¿Por dónde pasan las líneas maestras del documento?
Ahora está en el trámite de enmienda y discusión en el partido. Las asambleas locales tienen que estudiarla, los afiliados tienen que presentar enmiendas… Todo ese paquete de enmiendas lo debatiremos en el congreso. Ahí, habrá que ver cuál es el sentir de los afiliados y cómo termina la ponencia. El documento inicial pretende animar el debate, no es cerrado. El texto es muy europeo, subrayando qué hubiera pasado en España si la respuesta a la crisis hubiera sido otra, como en 2010. Después, hay un desarrollo sobre la digitalización o los retos de la transición energética, ambas necesarias, pero que generan sus riesgos. Por ejemplo, en estos meses de pandemia hemos visto que el teletrabajo tiene cosas positivas, pero tiene otras que no lo son tanto, como los problemas para la conciliación o la uberización en un segmento del mercado de trabajo. La lucha contra el cambio climático también tiene riesgos desde el punto de vista redistributivo que el socialismo tiene que valorar.
En la nómina de ponentes del congreso federal se dibuja una nueva generación de líderes. ¿Qué puede aportar al PSOE esta nueva generación de la que usted forma parte?
En general, no creo mucho en estereotipos generacionales. En todo equipo debe haber personas con distintas experiencias, trayectorias profesionales y políticas, distintas edades y equilibrio de género. No estamos, pues, ante un supuesto relevo generacional, sino ante un recambio para mantener el pulso.
Usted ha trabajado en la consultora liderada por Carlos Solchaga, ¿qué aprendió de él como exministro socialista que es?
Tuve la suerte de entrar en esa consultora después de acabar mi máster en el Banco de España. Trabajar con Carlos ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, en lo profesional y en lo personal. Carlos es un economista muy sólido, en su día estudió en el MIT, a principios de los 70. Pero no sólo es un economista que sabe mucho de economía. Su experiencia en los años de gobierno le dio una capacidad también del funcionamiento de la política, de la toma de decisiones. Carlos maneja las dos áreas y ha protagonizado la mayor transformación de nuestro país en décadas, la propia entrada en la UE y la modernización de una estructura que venía del franquismo. No puedo estar más contento de haber trabajado con él durante casi 10 años.
“Trabajar con Carlos Solchaga ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, en lo profesional y en lo personal. […] No puedo estar más contento de haber trabajado con él durante casi 10 años”
Él ha sido el único ministro de Economía con carné del PSOE que ha habido en los gobiernos socialistas, ¿se ve formando parte de ese reducido club a largo plazo?
Mi llegada al Parlamento Europeo en el 2014 me abrió un horizonte insospechado. Yo recuerdo la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, pero no recuerdo lo de viajar con pasaporte. Y aunque recuerdo la peseta, tampoco conocí los costes de andar cambiando de moneda, como ciudadano. Como digo en el libro, el debate de mi generación es ayudar a reconstruir los canales de redistribución de la renta a escala comunitaria. Es la manera de mantener vivo el modelo social europeo y es la manera de mantener viva a la socialdemocracia. Si la socialdemocracia no redistribuye renta, no nos diferenciamos de los partidos liberales. Mi empeño y mi esfuerzo está aquí, en los debates europeos, y en la comisión del parlamento donde se debaten estas cuestiones.
Volviendo al libro, menciona la necesidad de desplegar una agenda social, con elementos como un seguro de desempleo europeo o una suerte de ingreso mínimo vital. Sobre la sostenibilidad de las pensiones a largo plazo, ¿es necesario ampliar el periodo de cálculo para afrontar el desafío demográfico al que alude en ‘Volver a las raíces’?
No me atrevo a entrar tanto en detalle. Sí es cierto que, en Europa en su conjunto, existe un problema demográfico. Ya no podemos hablar de pirámides demográficas como tal, como estudiábamos en el colegio. Ese provoca que el modelo de pensiones de posguerra, de reparto, tenga problemas de sostenibilidad serios. En otros países europeos existen modelos combinados, donde los seguros de empresa, que el gobierno español está impulsando, tienen un papel mucho más relevante. En la gestión de esos seguros de pensiones están también los sindicatos, ayudando a complementar el sistema público. En España hay una dependencia muy exclusiva del sistema público y seguramente debiéramos avanzar hacia los estándares europeos, con un sistema público central y robusto, que garantice la certidumbre de los pensionistas en los últimos años de su vida, pero también con seguros de desempleo a nivel de empresa que ayuden a ir complementando los sistemas de ahorro. El periodo de cálculo estará encima de la mesa, pero no puede ser una medida exclusiva. Está también la revisión de los topes de la Seguridad Social o alargar la vida laboral en algunas profesiones. Hay que buscar métodos para asegurar un sistema público que ayude a redistribuir rentas. En los últimos años, en los que el pensamiento neoliberal ha sido dominante, se han escuchado propuestas de aseguramiento individual. Claro, la cuestión es que no todos los individuos están en las mismas condiciones para ahorrar de cara al futuro.
El presidente anunciaba esta semana una medida importante sobre el recibo de la luz, la limitación de los precios del gas, que va a recortar el precio del recibo, pero no va a frenar el aumento del encarecimiento de la electricidad. ¿Tiene solución a corto plazo el aumento del precio de la luz?
De nuevo, estamos ante un problema europeo, porque los precios de la energía se están incrementando en toda Europa. Es verdad que nuestro mercado eléctrico tiene más sensibilidad a la variación de los precios. En el caso español, el precio mayorista se transmite a los hogares con mayor velocidad, pero en Bélgica, Francia o Alemania, los precios están muy cercanos a los españoles. Hay varios problemas. Por un lado, el precio internacional del gas natural se está incrementando, por la reducción de la oferta rusa y por el aumento del consumo en China para reducir el de carbón. Por otro, está la agenda europea para cumplir con el Acuerdo de París. Para avanzar en un proceso de transición energética vamos a ver un crecimiento de los precios energéticos en los próximos años, que ayude en la reducción de las emisiones. Este camino, necesario para luchar contra el cambio climático, genera efectos redistributivos muy regresivos. En ese sentido, la Comisión ha puesto la creación de un fondo social, de 72.000 millones de euros, para cubrir estos problemas. Pero en mi opinión, no son suficientes. Tenemos que prestar más atención política, no sólo al incremento puntual del precio, sino a los mecanismos para evitar que la transición sea regresiva. Es oportuno, como está pidiendo el Gobierno de España, revisar el marco regulatorio.
“Ni siquiera Le Pen está defendiendo un referéndum para salir del euro, como pedía hace unos años. La UE está más fuerte que entonces [durante el Brexit] y la respuesta que se ha dado a la crisis económica y sanitaria en los últimos 18 meses han fortalecido al proyecto”
Su última entrada en su blog hace referencia a la intención del alcalde de Oviedo de retirar el nombre de Indalecio Prieto del callejero de la ciudad, algo que el PP ya ha puesto en marcha en otras ciudades, como Madrid. ¿Qué le parecen estos movimientos del PP en materia de memoria democrática?
El PP español está en un momento de desorientación, muy tensionado por la aparición de Vox. A diferencia de lo que están haciendo otros partidos populares, como el alemán, donde marcan las distancias claramente con la extrema derecha, en nuestro país estamos viendo una connivencia que quizá sea sólo el inicio. Esta actitud en la aplicación de la Ley de Memoria Histórica se debe a esa tensión en la derecha. El caso de Oviedo es flagrante porque Indalecio Prieto nace en Oviedo, es ovetense, y en otros momentos en los que hubo cierta tensión con las calles y las estatuas de Prieto, en Madrid o en otros sitios, la derecha ovetense nunca había mostrado mayor inquietud. Espero que el ayuntamiento lo reconsidere, por ser ovetense y por sus años de servicio a España.
¿Cómo valora las encuestas que apuntan a que Casado y Abascal podrían sumar mayoría absoluta?
Todavía falta mucho tiempo para las elecciones. Nos quedan al menos dos años de legislatura y hay que tomar las encuestas con prudencia. Me preocupa el mantenimiento de Vox en todas las encuestas. Sólo espero que el PP, más pronto que tarde, recupere el discurso de Casado en la moción de censura de hace un año y recupere las distancias nítidas con Vox. Quedan dos años en los que el Gobierno tiene que seguir implementando su agenda y el Plan de Recuperación y Resiliencia.
¿A pesar de las tensiones internas con el SMI, la reforma laboral o la ley de vivienda, el Gobierno conseguirá agotar la legislatura?
Creo que sí, las condiciones generales van a ser razonablemente positivas. Nos quedan dos años de crecimiento económico intenso, de creación de empleo, de recepción de financiación comunitaria… Tenemos un escenario europeo en el que los próximos 12-18 meses se mantendrá esta aproximación. Y estamos trabajando para que sea durante más tiempo. Por lo tanto, no veo grandes problemas para el desarrollo del programa de gobierno. Después están las típicas disputas de cualquier gobierno en coalición, que forman parte de la vida política. En otros países, con gobiernos de coalición desde hace muchas décadas, están acostumbrados a un cierto nivel de debate entre los socios de gobierno. No veo tensiones insalvables. El Gobierno es estable y el país también lo es. Tenemos dos años por delante para seguir implementando el programa.