ESPECIAL Presidencia Española de la UE/ Josep Borrell Fontelles.
Alto Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad y Vicepresidente de la Comisión Europea
Ejercer la presidencia semestral del Consejo de la Unión Europea constituye una gran responsabilidad, y también una importante oportunidad. El país que la ejerce debe coordinar los trabajos de una institución clave del entramado institucional, el Consejo, esto es, el órgano que representa a los Estados miembros. Una coordinación, desde la presidencia de las distintas formaciones sectoriales, que debe realizarse con capacidad de establecer prioridades y con eficacia, para impulsar o culminar dossieres, cerrando las negociaciones entre Estados miembros y con el Parlamento Europeo.
La presidencia rotatoria sirve también para poner o reforzar en la agenda pública y en la de las instituciones prioridades de interés para el país en cuestión, así como para visibilizar buenas prácticas nacionales de interés para el resto de los socios, así como aspectos notables de la sociedad a la que el gobierno que ostenta esta función representa, desde la ciencia a la cultura, por citar solo dos ejemplos señeros.
Si se hace un buen trabajo, la suma de ambas dimensiones supone un reforzamiento del Estado miembro en el seno de la Unión Europea, pues se aumenta su credibilidad y confianza entre el resto de socios. El gobierno de España, un país cuya sociedad eminentemente pro-europea supone uno de los mayores activos de su política exterior, está en condiciones de dar el impulso necesario a los trabajos del Consejo a partir del 1 de julio de 2023, particularmente en dosieres relevantes desde el punto de vista de la acción exterior de la UE, como el nuevo Pacto por la Inmigración y el Asilo, y particularmente importante, es la celebración de la cumbre Unión Europea-Comunidad de Estados de América Latina y Caribe del 17 y 18 de julio, la primera a nivel de jefes de estado y de gobierno desde 2015, lo que debe servir para estrechar aun más los lazos entre dos regiones del mundo especialmente compatibles desde el punto de vista de los valores que defendemos para el conjunto del mundo. También está previsto bajo presidencia española un importante encuentro entre los presidentes de la Comisión y del Consejo Europeo con el presidente de los Estados Unidos, lo que nos permitirá seguir profundizando en la cooperación transatlántica y en la resolución de asuntos como el papel de las multinacionales tecnológicas estadounidenses o las subvenciones del gobierno federal a las renovables en detrimento de las empresas europeas.
“España tiene una responsabilidad especial, ya que el balance de su semestre definirá el balance del quinquenio 2019-2024, antes de unas elecciones europeas en las que extremismos y populismos tratarán de ganar terreno”
Ciertamente el momento puede también otorgar una relevancia especial a una presidencia semestral. La correspondiente al segundo semestre de 2023 lo es. En primer lugar, porque seguimos teniendo que hacer frente al enorme reto de apoyar a Ucrania en sus legítimos esfuerzos por repeler la invasión rusa y recuperar su integridad territorial. La UE ha desplegado un apoyo sin precedentes a un país tercero en guerra, incluyendo diez paquetes de sanciones a Moscú en todos los campos (diplomático, político, comercial, financiero, personales, etcétera), una misión europea de formación militar en beneficio de las fuerzas armadas ucranianas, suministro de armamento, varios paquetes de ayuda financiera por valor de 60.000 millones de euros, y la aprobación de la candidatura de Ucrania a ser Estado miembro de la UE. También hemos prácticamente eliminado nuestra dependencia del gas y petróleo ruso, lo que supone un gran paso adelante en el reforzamiento de nuestra autonomía estratégica, así como la creación de la Capacidad de Despliegue Rápido de 5.000 efectivos ya acordada por el Consejo.
Es justo reconocer que España se ha distinguido en su firme y convencido apoyo a todas estas medidas, fundamentales para superar esta inaceptable agresión, no solo a la soberanía de Ucrania, sino que constituye también una seria amenaza a nuestra seguridad y al orden internacional en su conjunto. Creo que es exacto afirmar que guerra ha supuesto un reforzamiento no solamente del papel de la OTAN, sino también de la Europa de la Defensa, proyectos que no son antitéticos sino complementarios, y de la Política Exterior y de Seguridad Común en su conjunto.
En segundo lugar, la presidencia española del Consejo será la última completa antes de las elecciones europeas de 2024, que tendrán lugar al final de la presidencia belga, con un Parlamento Europeo que de hecho cesará su actividad legislativa en abril. Por tanto, el semestre español será la última oportunidad para cerrar informes en el Consejo que la Eurocámara pueda aprobar antes del final de la legislatura, y del presente ciclo institucional y político, por ejemplo, la importante propuesta de ley de restauración de la naturaleza en el terreno ambiental, o culminar la discusión sobre la reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Asimismo, hay encima de la mesa importantes dosieres de carácter institucional, como la discusión para activar la mayoría cualificada en política fiscal y exterior, la petición de reforma del Tratado cursada por el Parlamento Europeo, su propuesta de nueva electoral, incluyendo el establecimiento de una circunscripción electoral paneuropea, o la propuesta de nueva composición de la Eurocámara, que tendrá que gestionar la presidencia española del Consejo. El refuerzo de la Europa política es fundamental para que la UE despliegue todo su potencial en su acción exterior.
Todo ello confiere a España una responsabilidad especial, ya que el balance de su semestre definirá el balance global del quinquenio 2019-2024 justo antes de unas elecciones europeas en las que los extremismos y los populismos tratarán de ganar terreno. El éxito de la presidencia española por consiguiente es una necesidad no solamente para el funcionamiento legislativo y político de las instituciones comunitarias, sino también para disponer de una plataforma efectiva desde la que defender el proyecto europeo como tal y sus valores en los comicios de junio de 2024, los cuales abrirán el nuevo ciclo político e institucional de la Unión. En esa nueva fase, necesitaremos una fuerte mayoría europeísta en las instituciones, de modo que podamos consolidar los avances en la integración que resultan de las crisis que hemos venido enfrentando en esta legislatura: unión sanitaria, emisiones de deuda europea, unión de la energía, y autonomía estratégica, todo ello en el marco de una unión política más fuerte.
Con la perspectiva de la futura ampliación de la UE a los Balcanes Occidentales, Ucrania, Moldavia, y Georgia, resulta fundamental profundizar la integración política de la UE, de modo que la toma de decisiones sea más eficiente frente a los vetos nacionales, y también más legitimada democráticamente. Es indudable que ampliación y profundización deben ir de la mano, también en beneficio de una Europa más fuerte en el mundo.