Manuel Espín.
Hace justamente un año se estrenaba en el Teatro Español de Madrid ‘La puta de las mil noches’, un texto dramático de Juana Escabias, una de las más destacadas autoras teatrales femeninas contemporáneas de España, que llenó el teatro todos sus días de representación y en el que se mostraba la tensa relación entre una prostituta entrada en años y un corrompido ‘cliente’. Escabias, que trabajó años como periodista, ha escrito novelas y estrenado en escenarios muy distintos, tanto en España como en el extranjero. Dirige teatro, es profesora de Dramaturgia e imparte clases en la Universidad Complutense de Madrid. Ahora, tres de sus obras dramáticas, ‘Cartas de amor… después de una paliza’, ‘La puta de las mil noches’ y ‘WhatSapp’ se editan en Cátedra/Letras Hispánicas.
Podemos hablar de mujeres con perfiles muy distintos entre las que aparecen en cada una de las tres obras…
Sí, cada obra se corresponde con protagonistas muy diferentes. La de ‘Cartas de amor… después de una paliza’ es la joven Sandra Lanval, periodista y escritora introvertida casada con un maltratador; en ‘La puta de las mil noches’ el protagonismo lo tiene una prostituta de edad madura a quien la vida coloca frente a un cruel cliente que la utiliza para descargar sobre ella su frustración vital. Respecto a ‘WhatsApp’, el personaje principal es una adolescente a quien un novio celoso y posesivo pretende aislar de cualquier contacto humano para manejarla a su capricho. La trilogía es una denuncia de la violencia ejercida contra las mujeres en todas sus vertientes: el maltrato doméstico, las vejaciones y abusos de poder que sufren las prostitutas y el riesgo que padecen de forma continuada las mujeres más jóvenes.
Parece importante señalar que los personajes masculinos en ellas no son estereotipados…
Efectivamente, ni ellos ni ellas. Ninguno de mis personajes puede encajarse en estereotipos. Tengo ya muchos años de oficio a las espaldas, y sé cómo trabajar a los seres de ficción que salen de mi pluma para que sean absolutamente de carne y hueso: contradictorios y únicos. Ese es el verdadero reto para un escritor, sobrepasar la barrera del estereotipo para alcanzar la singularidad.
¿Cuál ha sido el recorrido de cada una de las tres obras? ¿Y su impacto?
‘Cartas de amor… después de una paliza’ es una obra inédita. Esta es su primera edición y su primer contacto con el público. ‘La puta de las mil noches’ fue estrenada en el Teatro Español a finales de 2018, con gran éxito y aceptación del espectador. ‘WhatsApp’ también fue estrenada, en el Teatro Conde Duque, y es una obra que pudo sorprender al público por la originalidad de su estructura, compuesta por un cruce de mensajes de móvil entre sus cuatro protagonistas. La violencia contra las mujeres se puede ejercer a niveles muy distintos y en situaciones diferentes. Resulta lamentable que, pese a todos los esfuerzos por erradicar esa violencia de género, ésta siga presente en situaciones muy diversas y con características complejas: del clasismo y el desprecio que quien posee dinero amañado de cualquier manera ejerce con una mujer a quien ‘alquila’ y a la que cree que puede dominar como a un objeto que se compra en el caso de la prostitución, al maltratador que alterna las bofetadas y los golpes con las caricias, o a los jóvenes que en sus relaciones cotidianas emplean una inaceptable violencia ejemplificada en frases como: “Déjame que vea con quién has intercambiado mensajes”, “Eres mía y no serás de nadie más”, “Tú no te pones esa ropa…”.
Es preocupante que estemos hablando de violencia de género entre jóvenes…
Parece como si no hubiéramos aprendido nada pese al esfuerzo que se ha hecho para erradicar esa clase de violencia contra las mujeres. Esto sucede en una sociedad como la nuestra que se presenta cada vez como más igualitaria. Eso nos debe llevar a profundizar aún más en los contenidos y actuaciones que empleamos en esa lucha por la igualdad entre géneros. Ninguna mujer puede consentir que se la cuestione por vestir de una manera o de otra, como tampoco se debería hacer con un hombre. Existen muchas formas de violencia, de la más evidente a la más sutil: la física, la psicológica… y la que soportan determinados colectivos de mujeres, como por ejemplo las prostitutas.
“No conozco ninguna niña cuyos padres, al nacer, deseen que cuando crezca sea prostituta”
Estamos inmersos en un debate social sobre la prostitución.
No conozco a ninguna niña cuyos padres, al nacer, deseen que cuando crezca sea prostituta. Se defiende la legalización y la regulación de la prostitución desde un planteamiento aparentemente ‘liberal’, pero en este caso no existe un contrato o relación entre iguales: la mayor parte de las prostitutas no son independientes y dependen de mafias que se enriquecen con la trata de mujeres. Es inadmisible que se condene y estigmatice socialmente a una mujer por su ‘vida disoluta’ y sin embargo se considere al putero como a un triunfador social.
¿Leer teatro es tan estimulante como verlo representado?
A mí, en particular, me resulta apasionante. Leo teatro desde la infancia. Mi madre era una gran lectora, y me infundió su pasión por la novela y el teatro. Leer teatro es una recompensa porque supone un doble regalo, seguir la historia y desentrañar la acción dramática. Es como sumergirte en la resolución de un rompecabezas, vas disfrutando de la historia al mismo tiempo que una parte de tu inteligencia está pendiente de cómo casarán las piezas.
¿Qué autora considera que se merece un mejor tratamiento en la historia de la literatura del que se le ha hecho?
Muchísimas. Las clásicas en tu totalidad, pero las pertenecientes al siglo XX también. La dictadura franquista relegó al olvido a todo un ejército de grandes escritoras por sus valores progresistas y por el simple hecho de ser mujeres. El menosprecio a la mujer estaba instituido en las leyes y también en la cotidianeidad. Me resulta imposible dar nombres; por muchas a las que nombrara muchas otras se quedarían en el tintero y no quiero ser injusta. Una parte de mi vida profesional ha estado dedicada a esa tarea, la de reivindicar el talento de las escritoras españolas del pasado. Es una forma de memoria histórica muy necesaria.
¿El teatro es capaz de llegar a los jóvenes más que otros géneros?
Yo sé que sí. He trabajado con muchos jóvenes y el teatro es un lenguaje que les llega porque, mayoritariamente, es más directo: es pura acción descargada de la prodigalidad expresiva que a veces tiene la narrativa. El problema es que existe muy poco teatro escrito para jóvenes. Habitualmente se escribe teatro para adultos y se hace que los protagonistas sean jóvenes. Pero ese teatro no llega a la juventud: sus problemas no son los de los jóvenes, sino los de los adultos. Es una asignatura pendiente en el teatro español, y un reto que sólo alcanzan los buenos escritores, forzar la capacidad camaleónica de su inteligencia para retrotraerla a la mentalidad de la juventud.
¿Cuando escribe lo hace visualizando su texto como si estuviera representado? ¿Su faceta de directora es paralela a la de escritora?
El teatro te exige que abordes las dos facetas a la vez, la de escritora y la de directora. Si quieres que tus textos estén verdaderamente vivos cuando se montan sobre un escenario, tienes que escribir desde la escena y para la escena. Eso significa que debes pensar en la escritura y en la tarea de dirección escénica al mismo tiempo. Escribir teatro pasa necesariamente por comprobar cómo los textos crecen y cobran forma a través de los actores. Conocer y dominar el mecanismo de la escenificación te enseña a escribir con más pulsión interior. Al margen de esta opinión, me apasiona dirigir teatro. La narrativa está sostenida por las descripciones y el cine por sus continuos cambios de plano. Pero en el teatro no hay descripción y sólo se dispone de un mismo y único plano en el que una historia tiene que sostenerse de forma exclusiva por la fuerza de su acción. Es todo un reto.
Más autoras y directoras
¿Hay una generación de autoras y directoras teatrales en España? ¿Se notará a breve plazo su cada vez mayor presencia en la gestión teatral?
El teatro, durante mucho tiempo, fue un terreno exclusivo para los hombres, incluso más que muchos otros campos de la cultura. Ahora está abriendo sus puertas a la mujer, gracias al empuje social y a las leyes de igualdad, que están obligando a cambiar las cosas. Sí existe ya en España una primera generación de mujeres dramaturgas y directoras de escena al mismo tiempo, con décadas de oficio, con compañía y proyectos propios. Todas oscilan en torno a los cincuenta años. Y a esta primera hornada están siguiendo muchas otras mujeres, en un número muy superior al de sus antecesoras. La presencia femenina en el teatro está multiplicándose. Son aire fresco, ideas nuevas, y eso es muy beneficioso. El último reto, que ya está empezando a vencerse, es el del campo de la gestión. Las directoras de teatros y de proyectos culturales tienen que incrementar todavía su número, eso permitirá que se asegure y aumente la presencia de creadoras en los
escenarios.