
Joan Capdevila
El Estado nos inunda con ingente cantidad de información económica que puede ser interpretada de infinidad de maneras. Desde las previsiones corregidas permanentemente al alza o a la baja, con explicaciones de todo tipo por parte de nuevo de un número casi infinito de expertos y opinadores, hasta las realidades (que a veces justifican de sobra su temible nombre de ejecución), de nuevo interpretadas al gusto del consumidor.
Desgraciadamente hay datos inapelables. A finales de mayo (de 2022), se publicó en el informe del Ministerio de Hacienda ‘Distribución territorial de la inversión del sector público estatal de 2021’, las inversiones de los organismos estatales por Comunidades Autónomas. Catalunya figuraba con los 740 M€ ejecutados sobre los 2.068 M€ previstos, poco más de un 35%. Catalunya está en la cola con un 9% del total de las inversiones, cuando representa un 19% del PIB. Como curiosidad, y a beneficio de inventario, Madrid se llevó 2.086 M€ sobre los 1.134 M€ previstos, o sea, casi el doble.

En 2021, Catalunya figuraba con 740 M€ ejecutados sobre los 2.068 M€ previstos, poco más de un 35%… En la cola
De todos es sabido lo complejo que resulta para un gobierno y para los partidos que configuramos la representación parlamentaria del Estado, la aprobación de los Presupuestos. La confianza política es un bien escaso, negociable, abrumadoramente frágil y descaradamente voluble. ¿Se imaginan la cara que se nos puso a algunos diputados que intentamos dialogar con los partidos de gobierno y llegar a acuerdos cuando nos enteramos de la noticia? ¿Y saben de nuevo el indescriptible color de la misma cara al conocer las excusas del mal pagador que hemos oído? El baile de cifras inversor para 2022, entre fondos europeos y partidas extraordinarias, es un mar de incógnitas difíciles de despejar, y prefiero no aventurar nada, visto lo visto.
Pero déjenme adelantarles una idea que acabará cobrando fuerza en forma de evidencia y que reza en los carteles de muchos bares “Aquí no se fía”. O lo que, en términos empresariales, significa cobrar por adelantado. La confianza en esta forma procaz de gobernar obligará a cobrar las inversiones por adelantado. El único argumento para sostener gobiernos no puede ser el miedo a Vox y al PP. El chantaje en política es un mal argumento, sobre todo cuando la necesidad de reconstruir la maltrecha economía europea y lo que quedará de ella después de la nueva normalidad bélica es una prioridad más que absoluta. “Obras son amores y no buenas razones”. El Gobierno, aun en tiempo de descuento, puede todavía rectificar, debe rectificar. Y cumplir con lo acordado en materia presupuestaria, sin “peros”. Si la política es la única solución, que no jueguen con ella.
Presidente de la Comisión de Industria del Congreso de los Diputados y portavoz en la de Transición Ecológica. Veterinario y empresario pyme durante 25 años. Ahora Diputado a Cortes (pero no me lo tengan en cuenta) independiente en el G.P. Republicano (ERC). Licenciado en la UNEX, tengo un Máster en la UAB y un Programa Ejecutivo en Deusto BS.