Virginia Miranda.
Pedro Sánchez ha sacado a Franco del Valle de los Caídos, un hito histórico en plena precampaña de las generales más reñidas e imprevisibles de la reciente democracia. Acusado de electoralista desde ambos lados del arco parlamentario, el presidente en funciones y candidato del PSOE a la reelección reivindica el gesto como una “gran victoria”, mientras PP, Ciudadanos y también Unidas Podemos le acusan de hacerlo a dos semanas y media del 10-N para movilizar a su favor los votos de la izquierda.
24 de octubre de 2019. Han tenido que pasar 44 años para que la democracia española entre en la madurez. 44 años anómalos con un dictador enterrado en un mausoleo sobre los cadáveres de 33.800 víctimas de una Guerra Civil y una posguerra provocadas por el golpe de Estado de quien murió en la cama cuatro decenios después.
Las familias, organizadas en asociaciones desde hace cerca de veinte años, llevan todo este tiempo reclamando memoria y dignidad. Ante las instituciones españolas y también internacionales. Naciones Unidas se ha dirigido en varias ocasiones al Gobierno español para recomendar la intervención en el Valle de los Caídos, incluyendo su resignificación y la identificación de los restos del tercio de cuerpos anónimos enterrados sin conocimiento de sus seres queridos. También para localizar y exhumar a las miles de personas que permanecen en cunetas y fosas comunes y que convierten a España en el segundo país del mundo, tras Camboya, con mayor número de desaparecidos.
Primer paso
Estas y otras demandas de los memorialistas tendrán que esperar. Pero Pedro Sánchez, en su declaración institucional desde La Moncloa tras la llegada de los restos del dictador al cementerio de Mingorrubio (El Pardo), avanzaba que, si gobierna después del 10-N, no se va a detener aquí. Así, aseguró que la existencia de fosas con restos de víctimas del franquismo es una “aberración” que “hay que afrontar con decisión por justicia y por dignidad, pero sobre todo por pura humanidad”.
Sánchez ha avanzado, en una declaración institucional, que las fosas franquistas son una «aberración» que «hay que afrontar con decisión por justicia y por dignidad, pero sobre todo por humanidad»
Estas palabras llegaban después de que el resto de partidos políticos hubieran afeado al presidente en funciones y candidato a la reelección que la exhumación de Franco tuviera lugar a dos semanas y media de las elecciones del 10-N.
Críticas de toda la oposición
Por medio del exabrupto lo ha hecho Santiago Abascal con su epíteto sobre el “carroñero de La Moncloa”. Rallando en la condescendencia han estado Pablo Casado y Albert Rivera diciéndole a Sánchez que deje de mirar al “pasado”. Y en tono de reproche ha hablado Pablo Iglesias, el más crítico con las formas y el fondo de la operación.
El líder de Unidas Podemos no ha estado conforme con el momento elegido porque, ha dicho, la exhumación sacaría a los ultras a las calles a unos días de las elecciones. Tampoco con el protagonismo del líder socialista, que Iglesias ha reservado a las familias de las víctimas. Y mucho menos con el fin último de la operación.
Porque los restos de franquismo, asegura, permanecen en las “oligarquías económicas”. Y porque queda mucho por hacer, empezando por retirar las medallas al expolicía acusado de torturas Antonio González Pacheco, alias Billy El Niño. “El PSOE se comprometió con nosotros” y “no lo hizo”, ha subrayado.
Sánchez se defiende
Sánchez ha respondido particularmente a Iglesias, con quien se disputa el voto de una izquierda crítica que el PSOE consiguió movilizar el 28-A y que desde el fracaso de la investidura el pasado verano permanece, cuanto menos, desilusionada. Sin mencionarle expresamente, el presidente en funciones lamentaba en un mitin la víspera de la exhumación que algún partido progresista esté “sufriendo” por ello y vea como “una derrota” lo que es una “gran victoria de la democracia”.
Durante la declaración institucional en el Palacio de La Moncloa, el presidente en funciones se refirió a las “opiniones” conocidas para decir que “cada cual tiene su criterio”, si bien negó cualquier oportunismo político porque el Gobierno siempre dijo que procedería a la exhumación del dictador “en el mismo momento en que fuera posible” y “así se ha hecho, ni un día antes ni un día después”.
Cuestión de prioridades
Asuntos como la situación económica, la reforma laboral o el pacto educativo tendrán que esperar. Cataluña eclipsará el resto de tareas pendientes hasta que se celebren elecciones generales y los socialistas confían en que, de aquí al 10-N, la salida de Franco del Valle de los Caídos movilice a la izquierda que abjuraba de sus representantes políticos tras el fracaso de las negociaciones PSOE-Unidas Podemos viendo cómo, además, está impulsando a la extrema derecha en las encuestas.
Los socialistas confían en que la salida de Franco del Valle de los Caídos movilice a una izquierda que abjuraba de sus representantes políticos tras el fracaso de las negociaciones con UP
Máxime si esa izquierda no está reaccionando a la sentencia del procés y posterior actuación policial como se esperaba en verano, cuando en Moncloa se las prometían felices con unos augurios demoscópicos optimistas sobre el número de escaños –de los 123 actuales a los 140– que ya han dejado de reflejar las encuestas en previsión de un estancamiento.
Fecha histórica
Son muchas las reparaciones pendientes para que los familiares de las víctimas del franquismo y millones de demócratas puedan cerrar las heridas de tres años de Guerra Civil y casi 40 de dictadura. Pero la carga simbólica de la exhumación de Franco, enterrado a su muerte en un monumento megalómano construido con mano de obra esclava, es innegable.
Un total de 500 profesionales acreditados de 150 medios de comunicación –92 nacionales y 58 extranjeros– han dado cobertura informativa, desde el Valle de los Caídos y desde las inmediaciones del cementerio de Mingorrubio, a este acontecimiento histórico. Así lo han destacado las portadas de la prensa internacional, que coincide al concluir que la democracia española ha tardado demasiado tiempo en reparar un fallo del sistema como era mantener con patrimonio del Estado un lugar de culto al dictador.
Giro de guión
La familia Franco no es de la misma opinión. Luis Felipe Utrera-Molina, su abogado e hijo del que fuera ministro franquista y secretario general del Movimiento, José Utrera-Molina, ha intentado hasta el último minuto paralizar la exhumación, menos discreta de lo que el Gobierno había anunciado.

Porque era inevitable que la presencia de los nietos y bisnietos del dictador, llegando en microbuses a Cuelgamuros vestidos de luto riguroso y con un lazo rojigualda en la solapa, no llamara la atención.
Porque las estrictas medidas de seguridad para que ningún teléfono inteligente diera testimonio de lo ocurrido dentro de la basílica no han evitado conocer detalles sobre el enojo de Mary Martínez-Bordiú hablando de “profanación” de la tumba de su abuelo delante de la notaria mayor del reino y ministra de Justicia, Dolores Delgado.
El ‘show’ de Francis Franco
Y porque Francis Franco estuvo regalando imágenes de recurso a las televisiones desde bien temprano, dando instrucciones al personal doméstico para que colgara la bandera franquista en la entrada de su casa, diciéndole después que la retiraran y llevándola consigo al Valle a pesar de que desde el Ejecutivo le habían prohibido expresamente que hiciera ostentación de ella durante la salida del féretro.
Un féretro que, a pesar de los daños, los nietos y bisnietos quisieron conservar y llevar a hombros. Igual que la simbología franquista que había en el interior de la tumba y que pidieron llevarse consigo.
El helicóptero y Tejero
El helicóptero tampoco favorecía la discreción. El Superpuma de las Fuerzas Armadas sobrevolando la cruz del Valle es ya una imagen para la historia. El Ejecutivo optó por este medio de transporte para evitar problemas de tráfico y, aunque el viaje apenas duró quince minutos, gráficamente resultaba mucho más potente que un coche fúnebre.
La bandera franquista en casa de Francis Franco, los microbuses con nietos y bisnietos, el féretro a hombros ante Dolores Delgado, el helicóptero y Tejero forman una fotogalería para la historia
La fotogalería la completó el golpista Antonio Tejero. Junto al polémico prior de Cuelgamuros, Santiago Cantera, su hijo, Ramón Tejero, oficiaba una misa privada en Mingorrubio durante la inhumación. Antes de que aterrizara el aparato del Ejército del Aire, el exteniente coronel de la Guardia Civil llegaba al cementerio en medio de vítores de nostálgicos franquistas agolpados tras las vallas de seguridad.
“Dichoso usted mi general, que por defender la fe católica y el santo nombre de Jesucristo ha recibido insultos, calumnias y persecución, en la vida y en la muerte”, dijo el sacerdote según el texto íntegro de la homilía publicado por Religión Digital.
Berlanguiana por momentos, la exhumación de Franco ha cerrado una de las profundas heridas que la democracia no supo cerrar hasta ahora. Enterrado el dictador 44 años después, llega el momento de desenterrar a sus víctimas y devolverles la dignidad.