¡Vaya gente! / Mara del Prado
Se le hiela a una la sangre no del frío estepario que estos días ha asolado el centro peninsular, sino de ver la confortable normalidad en la que viven instalados los personajes ricos y famosos que deambulan por las páginas del cuché como si la pandemia mundial se hubiese ido por el sumidero de 2020, un año que empieza a proyectar su alargada sombra sobre los índices de contagios y las unidades de cuidados intensivos.
Porque echas cuentas y dices, ¿cuándo se fue Eugenia Silva y familia a ver a sus suegros, Alfonso y Marisa de Borbón, a Marbella? ¿En fechas navideñas, con confinamiento perimetral en la Comunidad de Madrid donde reside con sus dos hijos y su pareja, Alfonso de Borbón, y en Andalucía, región de destino? Las fotos de la familia disfrutando de un día de playa resultaría idílicas si no fuera porque, sin mascarilla, parecen estar saltándose varias medidas anti Covid.
Como Mar Flores, residente también en la autonomía madrileña que, en su intermitente relación con Elías Sacal y en contra de las recomendaciones de los epidemiólogos, hizo las maletas para recibir con el magnate mexicano el año nuevo en la exclusiva isla caribeña de San Bartolomé -su “nido de amor”, la llama Hola-, donde también dieron rienda suelta a su pasión en el puente de la Constitución que, si recuerdan, ustedes pasaron en casa de forma responsable porque las autoridades sanitarias también decretaron confinamientos casi todas las comunidades.
Habrá quien censure este tipo de comportamientos y luego están los que también querrían ser famosos. Desde luego, hay quien tiene como objetivo en la vida convertirse en uno de ellos. Mar Torres, por ejemplo. Fue compañera de estudios y novia de Felipe (Froilán) de Marichalar y dice que sus amigas ya la advierten cuando alguien se acerca a ella “por ser famosa. Hay gente muy interesada”.
Lo declara en una entrevista en Hola, donde confiesa que quiere triunfar en las redes sociales y en televisión -aunque no necesariamente en un reality show, precisa sin descartarlo- y, preguntada por una posible reconciliación, admite que “no digo ‘de esta agua no beberé’ porque Felipe se ha portado muy bien conmigo”.
Lo cierto es que nadie la conocía antes de haber sido pareja juvenil del hijo de la infanta Elena. Y eso que es nieta del dueño de El Pozo, Tomás Fuertes. Pero dice estar dispuesta a demostrar que no es una “frívola” y “estúpida ‘niña de papá’” asegurando que “todo lo que tengo lo he conseguido por mí misma”.
“Mi familia ha decidido que es mejor que no trabaje en las empresas familiares”, reconoce. Y está decidida a triunfar en internet. Toda una pérdida para el emporio charcutero.