
“La hegemonía estadounidense se ha visto desafiada por la aparición de China, una nación milenaria gobernada de forma centralizada. Por su parte, la Unión Europea si bien está defendiendo su modelo de cohesión social no ha sido capaz, hasta ahora, de abrir espacios que le permitan conquistar su autonomía estratégica. En este escenario en el que la globalización, tal y como se ha organizado hasta ahora, está en duda, el llamado Sur Global, con nuevas potencias emergentes (Brasil, México India, Sudáfrica, Indonesia) busca abrirse espacio para influir.
El nuevo mundo que está surgiendo conlleva amenazas, pero también oportunidades que no se pueden desaprovechar. Una característica que define este nuevo escenario es la fragmentación del espacio mundial en grandes bloques regionales que corren el riesgo de cerrarse convirtiéndose en verdaderas fortalezas.”
La carta, una iniciativa de Tarso Genro, Presidente del Instituto de Nuevos Paradigmas (INP) y exministro de Educación y de Justicia de Brasil no sólo es la expresión de una voluntad política genérica, sino la apuesta por propuestas muy concretas para acelerar el proceso de integración regional
Estas reflexiones son las que han hecho que varios expresidentes latinoamericanos de diferentes perfiles políticos (Michelle Bachelet y Ricardo Lagos de Chile, Rafael Correa de Ecuador, Eduardo Duhalde de Argentina, José Mujica de Uruguay, Dilma Rousseff de Brasil y Ernesto Samper de Colombia), pero a los que les une una nítida voluntad de integración latinoamericana hayan firmado una carta (https://chile21.cl/carta-a-los-presidentes/) que han enviado a los actuales presidentes de sus países, y también al resto de naciones de América del Sur (Perú, Guyana, Venezuela, Surinam, Paraguay y Bolivia), para evitar que en este mundo de bloques regionales que se van cerrando en si mismos América Latina, que tiene más de 600 millones de habitantes, quede relegada a una región marginal e irrelevante.
Esta iniciativa ha partido de Tarso Genro, Presidente del Instituto de Nuevos Paradigmas (INP) y exministro de Educación y de Justicia de Brasil, y de la Fundación Chile 21. La carta no sólo es la expresión de una voluntad política genérica, sino que los firmantes apuestan por propuestas muy concretas para acelerar el proceso de integración regional, como la necesidad de reorganizar los órganos institucionales que dispone América del Sur.
En concreto abogan por una nueva UNASUR que reconstruya un espacio efectivo de coordinación sudamericana que permita a América del Sur enfrentarse a las cuatro principales amenazas que afronta la región –el cambio climático, las pandemias, las desigualdades sociales y la regresión autoritaria– pero que de forma paralela también sirva como motor de integración subcontinental, en línea con la iniciativa del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador que ha permitido reactivar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que estaba paralizada desde 2017.
Esta nueva UNASUR, dicen los firmantes, debería asumir la responsabilidad autocrítica de las deficiencias del proceso anterior.
I) Garantizando el pluralismo político, y para ello toman como ejemplo la UE o la ASEAN donde conviven países con gobiernos e incluso regímenes de muy distinto signo político.
II) Sustituyendo la regla de la unanimidad, que acaba teniendo un efecto paralizante, por un sistema de toma de decisiones con diferentes mayorías en función de las cuestiones a resolver.
III) Incorporando nuevos actores sociales que complementen el papel de los gobiernos y parlamentos.
IV) Priorizando la aprobación de una Agenda de temas concretos que justifique la institucionalización de la integración regional y no al revés, como ha sido muchas veces la tradición latinoamericana.
La ambición de esta iniciativa se muestra en los temas que se plantean para esa Agenda: 1) Autosuficiencia sanitaria; 2) Inmigración ordenada; 3) Plan para hacer frente al cambio climático; 4) Obras prioritarias de conectividad vial, ferroviaria y energética; 5) La recuperación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID); 6) Medidas para favorecer la cooperación entre empresas de la región; 7) Plantear un enfoque regional común por parte de los países latinoamericanos que participan en el G-20 (Argentina, Brasil y México) para los principales desafíos globales; 7) Avanzar hacia una futura integración monetaria; 8) Lograr una posición común sobre la deuda externa y la financiación internacional de los países de la región; 9) Colaboración en cuestiones de seguridad pública y de seguridad ciudadana; 10) Promover el aprendizaje permanente y los programas de formación para afrontar el reto de la digitalización; 11) Regulación de la actuación de los grandes monopolios tecnológicos.
Es de esperar que el éxito, aunque sea parcial, de este ambicioso programa permita articular desde el Sur una respuesta a los retos comerciales, económicos, políticos, sanitarios y de infraestructuras que tiene América Latina. Una respuesta que sea superadora de la globalización bipolar que quieren imponer EE UU y China.
Economista, coordinador de la Secretaría General de CC OO. Es director adjunto del Programa Modular de Relaciones Laborales de la UNED. Vicepresidente de la Plataforma por la Democracia Económica. Fue miembro fundador de Economistas Frente a la Crisis. Ha publicado diversos libros, los más recientes ‘Conciencia de clase. Historias de las comisiones obreras’ (et alt.),’20 razones para que no te roben la historia de España’, ‘La Revolución Tranquila’. Autor de la obra de teatro ‘Escuela Rota’.