
El Acento / Inmaculada Sánchez.
Ya lo dijo Gabriel Rufián cuando naufragaba el pasado julio el nonato gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos que contaba entonces con la abstención garantizada de ERC para echar a andar. “Después del verano va a ser todo mucho más difícil”, urgía el portavoz republicano a Sánchez e Iglesias con la vista puesta en la sentencia del ‘procés’, prevista para octubre, y el imprevisible terremoto de sus consecuencias.
Cuatro meses después el pacto imposible entre socialistas y morados está firmado encima de la mesa pero continúa teniendo la necesaria abstención de Esquerra como motor de arranque. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han sacado una urgente lección de las urnas de noviembre que les ha empujado a un insólito e histórico abrazo. En Esquerra Republicana de Catalunya, que ha visto otra vez frenadas las expectativas de mejorar su posición de liderazgo en el complejo mundo ‘indepe’, sin embargo, está aún por ver qué lectura del 10-N se impone.
Habiendo sido parte fundamental del bloque de la moción de censura que llevó a Sánchez a La Moncloa, los republicanos se enfrentan ahora a una decisión crucial: permitir que el gobierno del PSOE y Unidas Podemos arranque y, con él, las posibilidades, inciertas pero abiertas, de la política que tanto tiempo vienen reclamando como camino de abordaje al conflicto catalán, o perpetuar la ingobernabilidad de España como objetivo, atándose a la estrategia del ‘cuanto peor, mejor’ que predica y practica la derecha independentista y Carles Puigdemont, su principal rival.
Los republicanos se enfrentan a una decisión crucial: permitir que el Gobierno de Sánchez e Iglesias arranque y, con él, las posibilidades de la política, o perpetuar la ingobernabilidad de España como objetivo, atándose a la estrategia de la derecha independentista, su principal rival
La primera reunión entre la portavoz socialista y encargada de pilotar las negociaciones, Adriana Lastra, y el portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, acabó este jueves como era de esperar: con el anuncio de Esquerra de que se mantiene en el ‘no’ a Sánchez mientras no haya indicios de que el PSOE desista de “la vía represiva”. Aún hay tiempo, pese a la premura –los socialistas quieren tener gobierno antes de Navidad- y nadie esperaba que tras el primer encuentro los republicanos fuesen a ‘entregar’ su voto tan rápido.
No obstante, el histórico partido de la izquierda independentista catalana debe darse prisa en revisar su estrategia. No es previsible que, en breve, surjan nuevas oportunidades de cambio en el mapa político y parlamentario español –demasiadas citas a las urnas en los últimos cuatro años- y Oriol Junqueras, con el carisma y el liderazgo en su partido todavía intactos, pero también con no pocos años de prisión por delante, ha de hacer frente a una trascendental decisión.
La vía ‘dura’ de ERC se mira preocupada en el espejo de las protestas post sentencia y en el apoyo electoral que mantiene JxC pese a las barricadas, el incendio de contenedores o los cortes de carreteras que han dibujado un perfil de violencia hasta ahora inédito en la hoja de ruta ‘indepe’. Y unas previsibles elecciones catalanas en la próxima primavera aprietan.
La ‘blanda’, por su parte, debería escudriñar las alternativas disponibles, si es que las hay, además de reencontrarse con el ADN izquierdista de su partido, el mismo que le llevó a ser el azote de los gobiernos de Pujol y Artur Mas durante décadas. ¿Es necesario recordar las medidas que contenían los Presupuestos pactados entre el PSOE y UP para 2019, objetivamente calificados como los más sociales de la historia de la democracia por su porcentaje de gasto público? ERC, entonces, no los quiso apoyar abocando a la convocatoria electoral de abril, tras la que llegó el bloqueo y esa segunda oportunidad de noviembre que tan bien aprovecharon las derechas. La decisión que ha de tomar ahora ERC respecto al Gobierno de coalición PSOE-UP puede ser, sin duda, su gran oportunidad histórica.
Periodista y directora de El Siglo desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas Cambio 16 y El Nuevo Lunes y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid.