
La Economía desde mi Observatorio / Carlos Berzosa
La terrible tragedia que está causando la pandemia viene acompañada de otra también tremenda como es la crisis económica. Los economistas se dividen entre los que suponen que va a adquirir una forma de ‘V’ y entre los que consideramos que va a ser más bien en forma de ‘L’. Ojalá nos equivoquemos nosotros. A medida que pasa el tiempo parece que lo más probable es que será en forma de ‘L’. Las dos posibilidades parten de la base de que todo dependerá de la duración del confinamiento. Éste va a ser más largo de lo que en principio se suponía y los datos, aunque mejoran, lo hacen muy lentamente, siendo además peores de lo que los expertos suponían. Este hecho, junto con otras razones, es lo que me conducen a considerar que por desgracia no será pasajera la crisis económica.
Los datos son para echarse a temblar. Sería deseable que el FMI llevara a cabo planes de rescate, pero no en la línea que adoptaron con las políticas de ajuste en la década de los ochenta del siglo pasado en los países subdesarrollados con la crisis de la deuda, o de las políticas de austeridad aplicadas a los países desarrollados en la Gran Recesión de 2008
Las predicciones del FMI para 2020 apuntan en la dirección de que va a ser profunda señalando una caída importante del PIB. Desde luego los datos son para echarse a temblar. La gravedad de la crisis puede verse atenuada por las medidas económicas que ha tomado ya el Gobierno y tendrá que tomar para la reconstrucción. A lo que hay que añadir las puestas en marcha por la UE. Insuficientes, si no se apuesta por los eurobonos, pero que en todo caso servirán para aliviar la situación. Sería deseable también que el FMI llevara a cabo planes de rescate, pero no en la línea que adoptaron con las políticas de ajuste en la década de los ochenta del siglo pasado en los países subdesarrollados con la crisis de la deuda, o de las políticas de austeridad aplicadas a los países desarrollados en la Gran Recesión de 2008.
Los economistas que suponen que la recesión se va a producir pero la recuperación será rápida se basan en que la pandemia es pasajera y no afecta a los fundamentos básicos de la economía al ser este virus que está provocando la crisis un fenómeno exógeno. En este sentido se manifestaba Guindos en una entrevista con Évole. El vicepresidente del Banco Central Europeo, que tuvo unas respuestas alejadas de sus planteamientos neoliberales y en este sentido fueron muy positivas sus propuestas, acababa con un cierto optimismo sobre la capacidad de recuperación. Otros analistas hacen una comparación con otros momentos de la historia reciente, como la revolución de Mayo del 68, para concluir que un fenómeno pasajero, aunque conmovió la política y hubo un parón de la actividad económica, apenas tuvo efectos negativos para la economía. En concreto se vivió una crisis coyuntural pero no estructural.
Estas comparaciones históricas, basadas solamente en datos macroeconómicos, si bien son ilustrativas por la información que proporcionan, padecen unas insuficiencias por no tener en cuenta el contexto histórico, que es muy diferente, ni tampoco la estructura económica de una determinada realidad. Ahora, el problema, como ya he señalado en anteriores artículos, es que la economía no pasaba por sus mejores momentos antes del estallido de la pandemia. Este es un gran problema, pues no se estaba ante una situación de fortaleza, sino de debilidades.
En España la hibernación económica está siendo brutal para muchas empresas y es evidente que bastantes medianas y pequeñas, así como autónomos, van a cerrar, si no lo han hecho ya, y no hay balón de oxígeno que las recupere. La desaparición de gran parte del tejido productivo y de servicios puede ser letal en el conjunto, pues la economía es una relación de interdependencias, de forma que el cierre de unas empresas arrastrará a otras. El desempleo crecerá, lo que calcula el FMI en un 20%. Ante una situación de este tipo un país en solitario no puede hacer casi nada. Como consecuencia de la bajada de la actividad económica, más paro, y reducción de salarios, beneficios y rentas, los ingresos fiscales disminuirán en un momento que hay que aumentar el gasto público. La deuda pública puede alcanzar niveles muy superiores al 100% del PIB. De ahí la necesidad de mutualizar la deuda en la UE.
Catedrático Emérito de la Universidad Complutense y presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado(CEAR). Ha sido Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense(1984-1998) y Rector de esta Universidad(2003-2011). A lo largo de su carrera docente ha impartido enseñanzas de Estructura Económica Mundial y Desarrollo Económico. Tiene numerosas publicaciones entre las que destacan los libros ‘Los desafíos de la economía mundial en el siglo XXI’ (Nivola,2002) y los escritos conjuntamente con José Luis Sampedro ‘Conciencia del subdesarrollo veinticinco años después’ (Taurus, 1996) y ‘La Inflación (al alcance de los ministros)’ (Debate, 2012).