
Pablo Cambronero
Viendo lo visto, y lo que nos queda por ver, sufrir, sentir y vivir, podemos llegar a una conclusión preliminar que está lejos de ser precipitada: nos Gobierna el peor Ejecutivo posible. Y las motivaciones de esta rotunda frase en este terrible momento son muy objetivas.
Mienten, mienten sobre sus mentiras y después intentan hacernos partícipes de ellas. En momentos de crisis, la mentira continuada capaz de costar vidas humanas debería estar sancionada duramente, incluso de forma personal; de hecho, lo está. Y esta sentencia por mi parte no obvia las atenuantes (nunca consideradas eximentes en la gestión pública) de imprevisibilidad de una pandemia y de haber elegido como socio, en el primer gobierno de coalición en nuestro país, a un grupo político que hace de la demagogia una forma de vida.

El capitán sigue acelerando compulsivamente, inconscientemente y además intentando dejar el barco en manos de jefes de camarotes que consigan librar de responsabilidad al Jefe. Si el barco choca, es por los grumetes. Sánchez mirará con gafas de ‘biker’ y esa sonrisa de suficiencia desde la tranquilidad del Falcon
Sánchez, que ha transitado las tinieblas políticas en varias ocasiones, ya resucitado al tercer día, eligió gobernar a cualquier precio. Todos mirábamos con desconfianza la escasa entidad moral del gobierno que se formó, máxime cuando el propio Gobierno eligió aliarse con Bildu y Esquerra Republicana para sacar adelante sus Presupuestos, pero hoy nos tomamos muy en serio las decisiones de este frívolo y casi inverosímil Ejecutivo, pues, a cada mentira que dicen, la población sufre las tormentosas consecuencias. No tiene ninguna gracia. Ahí tenemos a Fernando Simón, caricatura maldibujada y ya sin gracia de la acción de un Gobierno capaz de mentir con todo.
Hoy, en la tercera y explosiva ola de contagios de esta pesadilla de pandemia de Covid-19, seguimos viendo al mismo Gobierno que abordó la primera ola. Un presidente que sigue permanentemente pendiente de dar imagen de éxito, a veces con actuaciones dramáticas impostadas y usando una medida estrategia mediática que pretende anestesiar los cerebros de los españoles, saturados ya por este cambio radical de vida y terriblemente acostumbrados a las infinitas mentiras de sus dirigentes.
No se pueden pedir milagros a las personas, pero sí responsabilidad y admitir errores a quienes dirigen el barco, sobre todo cuando ese barco se enfrenta a una vía de agua considerable. Pero el capitán sigue acelerando compulsivamente, inconscientemente y además intentando dejar el barco en manos de jefes de camarotes que consigan librar de responsabilidad al Jefe. Si el barco choca, es por los grumetes. Sánchez mirará con gafas de ‘biker’ y esa sonrisa de suficiencia desde la tranquilidad del Falcon.
Si la acción de este Gobierno se explica por la incapacidad, mal; si no, mucho peor.
Pablo Cambronero Piqueras, 40 años. Vivo en Sevilla con mis dos hijas, de 4 y 1 año. Licenciado en Derecho con Máster en Práctica jurídica. Policía Nacional desde 2005 con varios destinos, entre ellos seguridad ciudadana y responsable de asuntos jurídicos de una fuerza sindical. Parlamentario andaluz en la última legislatura en la que ostentaba la Presidencia de la Comisión de Turismo, Regeneración Democrática, Justicia y Administración Local. Actualmente Diputado de Ciudadanos por Sevilla, portavoz de Defensa, Interior, Pactos de Toledo, Seguridad Vial y Reglamento. Delegado OSCE y OTAN.