La industria editorial se ha recuperado muy rápido de la pandemia. Tanto, que ya factura más que antes. Esta es una de las conclusiones del ‘Informe sobre el Estado de la cultura en España 2021. La industria editorial, presente y futuro del libro’, recién publicado por la Fundación Alternativas. El documento, con datos de la Confederación de Gremios y Asociaciones, señala que las librerías han cerrado el primer trimestre de 2021 con ventas superiores a los 87 millones de euros, por encima del 2020 (78 millones) y los de 2019 (85 millones). ‘El Siglo’ reproduce a continuación uno de sus capítulos.
Una primera mirada a corto plazo pareciera revelar que la industria editorial ha logrado superar el primer envite de la crisis de 2020, tras la anterior de 2008. Tampoco es una sorpresa: reconocidos expertos internacionales como Michael Bhaskar, Porter Anderson y Edward Nawotka venían confiando desde el pasado otoño en que el mercado editorial hubiera sufrido ya “lo peor de la pandemia” y que el modelo de recuperación más rápida, el estadounidense, pudiera marcar, de alguna forma, un horizonte alentador. Meses después lo que estamos corroborando es que las caídas del mercado de muchos países solo son leves, y que incluso algunos de estos mercados han llegado a crecer.
Sin embargo, deberíamos empezar a calibrar las consecuencias que dejará la crisis sociosanitaria a medio y largo plazo. Algunas serán positivas, pero otras muy negativas, porque varios actores de la cadena de valor del libro han quedado muy debilitados y la industria editorial ha acelerado su concentración en pocos grupos empresariales. Y, si bien se han consolidado nuevos modelos emergentes de negocio, no es menos cierto que, a su vez, han retornado viejas discusiones sectoriales. Finalmente, con todo esto, los editores están comprendiendo la urgencia de diversificar sus ingresos y mercados.
LA INDUSTRIA EDITORIAL DURANTE LA PANDEMIA
Ya a finales de 2019 Mariana Bueno, economista y analista brasileña, publicaba un interesante documento titulado “¿Cómo se comportó el mercado editorial en la última década?”. El estudio analizaba ocho mercados (Alemania, Brasil, Colombia, España, Estados Unidos, Francia, México y Reino Unido) y llegaba, entre otras, a dos conclusiones que hoy son importantes. Por un lado, que se había producido, en la última década, un decrecimiento de todos los mercados. Por otra parte, que existía una estrecha relación del PIB con los indicadores del libro, de manera que nuestro sector experimentaba cierta estabilidad en momentos de crecimiento económico mientras que acusaba un descenso más acentuado que el presentado por el conjunto de la actividad económica durante los períodos de contracción.
Durante la crisis de 2008-2013, el sector del libro en España cayó un 35 por ciento, es decir, 1000 millones de euros de facturación en comercio interior al año. Pero entre 2014 y 2019, influido por la promulgación de la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa) y la venta de libros de texto, se inició un lento proceso de recuperación con incrementos anuales de un 2 por ciento en promedio. Con todo, finalizando 2019, el sector seguía un 20 por ciento por debajo de las cifras de aquella crisis.
En los primeros meses de 2020 se observó que ninguno de los mercados e industrias quedaría al margen del impacto de la crisis pandémica. Desigualmente, pero todos se verían afectados. En comparación, la crisis de 2008 se vio venir mientras que la pandemia actual nos ha cogido por sorpresa: “Cuando esperas que ocurra lo inevitable, sucede lo impensado” (Keynes). En aquellos inicios del pasado año, el sector del libro estimaba que la incidencia de la pandemia en España podía implicar caídas de entre 800 y 1200 millones de euros, que podrían suponer retroceder a cifras similares a las de finales de los años 90. Afortunadamente no fue así: una vez que comenzaron a reabrirse las librerías, en mayo y junio, se observó que las ventas se recuperaban y que, en el plazo de algunos meses, incluso se superaban las cifras de venta del ejercicio 2019. Así, al cierre de 2020, distintos paneles de medición y consultoras diversas estimaron que el sector del libro terminaba con incrementos del 0,8 por ciento en cifras de comercio interior.
Podemos afirmar que, en el caso de España, el libro ha tenido un comportamiento contracíclico estos últimos meses. Si bien es cierto que, en 2020 el PIB cayó un 11 por ciento, no es menos cierto que el sector del libro ha vivido dos situaciones importantes que le han ayudado en este tránsito. Por una parte, el conjunto de ayudas públicas, mediante créditos blandos y subvenciones para sostener, inicialmente, el activo circulante del libro; y las compras masivas para bibliotecas, gestionadas a través del canal de librerías, que han sido desarrolladas por todos los ámbitos de la Administración Pública: ayuntamientos, comunidades y Gobierno central. Por otra parte, destaca el compromiso que ha manifestado la sociedad civil, apoyando con compras de proximidad y a través del comercio electrónico, todo ello seguramente forzado por la falta de movilidad y la concentración del ocio.
En 2020, se han comprado muchos libros. Cuando aparezcan los datos del comercio interior en España, y las ventas por canales, tendremos más elementos de juicio. Aunque ya en el momento de escribir estas líneas, Cegal (Confederación de Gremios y Asociaciones de Librerías) indica que, analizando 800 puntos de venta de libros, las librerías han cerrado el primer trimestre de 2021 con ventas superiores a los 87 millones de euros, por encima del 2020 (78 millones) y los de 2019 (85 millones).
Sí podemos destacar ya la capilaridad de las compras, de las que no todo el sector se ha beneficiado. Es oportuno pensar que las cadenas de librerías, con unos sistemas de comercio electrónico probado y eficiente, se han beneficiado mucho más que las librerías independientes. Sin descartar que una plataforma como Amazon ha debido de tener un crecimiento espectacular en ventas de nuestro sector.
La lectura durante la pandemia
La publicación de los principales resultados del informe Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España (www.federacioneditores.org/documentos.php) dado a conocer en febrero de 2021, ratifica que el tiempo de ocio se concentró, a lo largo de 2020, básicamente en la lectura y el visionado de series, por razones evidentes de movilidad y circunstancias sociosanitarias.
Así, la “lectura frecuente” (semanal) se ha incrementado en 7 puntos (del 50 al 57 por ciento); especialmente, en el caso de las mujeres, que ha pasado del 56 al 66 por ciento. En contraste, el 36 por ciento de la población no lee “nunca, o casi nunca”. Hay dos indicadores que pueden invitar a un cierto optimismo. Por una parte, el mayor incremento de lectores se produjo entre los grupos de edad menores de 34 años. Por otra, hay que hacer notar que el aumento del tiempo de lectura se ha producido, casi en su totalidad, en el grupo de los lectores frecuentes, aquellos que leen “todos o casi todos los días”.
Respecto a la lectura en soportes digitales, el pequeño incremento se va sosteniendo en el tiempo (del 29,1 por ciento al 30,3 por ciento, con una frecuencia, al menos, trimestral entre 2019 y 2020), siendo el e-reader y el ordenador los dispositivos más utilizados, si bien el teléfono móvil aumenta su utilización de manera destacada. La pandemia ha incidido directamente sobre los hábitos sociales de compra y consumo de libros y diferentes contenidos. Algunos de los cambios profundos que se han producido experimentarán un “efecto rebote”, es decir, se volverá a pautas de comportamiento habituales a las de la prepandemia, mientras que otros de estos cambios se instalarán también en el imaginario público. Si valoramos que la compra de libros por Internet estaba ya en unos niveles altos, lo que ha ocasionado el confinamiento es una extensión y adopción de modelos de compra y consumo que está teniendo efectos importantes sobre otros canales de comercialización.
La rápida adopción de estos nuevos hábitos conlleva el desplazamiento hacia canales hasta ahora menos transitados por amplias capas de lectores y compradores de libros. Lo cierto es que vendrán otros momentos muy difíciles y complejos, y todo el ecosistema del libro debería estar mejor preparado para afrontarlos. Es necesario comprender que el mundo del libro ha evolucionado, en la última década, de una economía de oferta a una de demanda, que más oferta de títulos no implica necesariamente un incremento de la demanda. Un modelo de negocio editorial basado en la demanda necesita que las estructuras de producción y distribución sean flexibles, eficientes y rápidas. Debe ser, además, un modelo centrado en el cliente final, el lector, a quien hay que ofrecer productos de calidad y un servicio ajustado a sus necesidades y expectativas. De manera que una economía de la atención en el acceso a los libros y un modelo de “larga cola” para la comercialización son dos vectores sobre los que habría que profundizar.
Es interesante, en este marco de análisis, tomar nota de cuál ha sido el comportamiento editorial en términos de publicación de títulos siguiendo los análisis de la Agencia Española bien entre marzo y julio de 2020, semanas de confinamiento total y enormes incertidumbres a corto plazo, se produjo un descenso muy importante en el número de registros, el cierre del ejercicio 2020 muestra una recuperación muy importante que solo refleja cerca del 10 por ciento de descenso sobre 2019 (-16 por ciento en títulos edición papel, pero +10 por ciento en títulos en edición electrónica).
Hay que destacar, también, un incremento de casi el 15 por ciento en la adquisición de ISBN comprados a finales de 2020 que, si bien la mayoría fueron adquiridos por grandes grupos y editoriales, nos permiten entrever un cierto estado de ánimo positivo a corto y medio plazo.
Lo que pasa en Europa
En el entorno europeo más cercano al nuestro, los últimos informes de la Federación de Editores Europeos (FEP en sus siglas en inglés) (fep-fee.eu/One-Year-After-FEP), fechados en marzo de 2021, ponen de relieve que el impacto de la pandemia sobre el sector del libro en 2020 ha sido mucho menor del esperado en el primer semestre del ejercicio pasado. Las cifras recibidas de los países miembros de la FEP indican que ha existido una capacidad de resiliencia superior a lo previsto, e incluso, mayor de lo que algunos deseaban.
Es la coyuntura, por ejemplo, de los países nórdicos con un crecimiento del 10 por ciento (Noruega), 8,7 por ciento (Suecia) o 12 por ciento (Finlandia). En todos estos casos, destaca el incremento de las ventas en edición digital. Asimismo, en Países Bajos (6 por ciento) y Reino Unido (5,5 por ciento). En otros países, sin estos resultados tan excepcionales, el sector del libro obtuvo resultados notables dadas las circunstancias: Italia (2,4 por ciento), Francia (-2,7 por ciento), Alemania (-2,3 por ciento) o España (-1 y -4 por del ISBN (agenciaisbn.es/web/index.php). Si ciento si incluimos libros de texto). Destacan, por debajo, el caso de Grecia (-9,4 por ciento) y Portugal (-17 por ciento).
Ha sido común, en los países europeos, el importante crecimiento de las ventas por Internet que vinieron a compensar, en gran medida, la caída de ventas físicas en librerías. Asimismo, las ventas de libros en edición digital y audiolibros mostraron un incremento muy importante en los países europeos (siempre datos de la FPE), si bien en algunos de ellos se partía de unas cifras muy bajas: Suecia (12,1 por ciento), Italia (37 por ciento), Alemania (5,9 por ciento) y España (6 por ciento).
A pesar de que el impacto de esta crisis fue desigual según los ámbitos y canales de comercialización del libro, sí se puede afirmar que la situación ha sido y está siendo mucho más difícil para los pequeños editores que para los grandes grupos editoriales. A los problemas comunes a toda empresa (liquidez, financiación, mantenimiento del empleo…), hay que sumar que las pequeñas editoriales dependen casi totalmente de las librerías, de las ferias y los eventos públicos que, durante gran parte del año, han estado cerrados o han suspendido sus actividades. También cuenta que las pequeñas y medianas editoriales tienden a catálogos más especializados frente a los catálogos más amplios que poseen los grupos, que, a su vez, tienen una cartera de publicaciones más diversificadas y un mayor número de títulos best sellers. Las autoridades públicas europeas deberían prestar atención a aquellos en la cadena del libro que han soportado el esfuerzo de la crisis y asegurar que puedan continuar contribuyendo a la diversidad cultural que todos valoramos.
El mercado exterior del libro
Las buenas expectativas con que se cerró el mercado interior del libro en España no tienen correspondencia con los datos de las exportaciones del libro español y del mercado exterior, muy condicionado por el deterioro de los mercados en América Latina. Durante la crisis de 2008, América fue el salvavidas de un amplio espectro de editores, fundamentalmente pequeños y medianos. Pero, en estos momentos, eso no ocurrirá igual: las caídas de los mercados de América Latina, con descensos del 20 al 40 por ciento, confirman un panorama muy difícil para la exportación.
Parece corroborarse, durante 2020, y a falta de datos confirmados, la caída de entre un 50 y 70 por ciento del comercio exterior del libro, dejando a un lado producto gráfico y libros de texto. La irrupción de la pandemia, con el consiguiente drama también para los países americanos, abre una vía de incertidumbre muy importante para muchos editores. Tengamos en cuenta, además, que para el vasto entorno de editores medianos y pequeños las exportaciones no son en su gran mayoría ventas en firme, sino que se envían los libros a aquellos países en régimen de depósito (consignación) y se procede a recibir una liquidación de lo efectivamente vendido. Estas liquidaciones, a lo largo del ejercicio 2020, pocas, han sido de importes exiguos.
Es evidente que, en los países americanos, la crisis pandémica supondrá un incremento de la desigualdad, una minoración de las rentas, mayor desempleo… Todo ello en un continente con bajos índices de lectura, ecosistemas del libro poco sólidos, un bajo desarrollo del comercio por Internet y un débil tejido de librerías. De ahí la necesidad también de apoyar la recuperación de la economía del libro en esos países.
Quizás este sea un buen momento para promover y reforzar la cooperación horizontal entre editores, fomentando los acuerdos de coedición entre nuestros países, compartiendo riesgos y expectativas, explorando las posibilidades de las plataformas de impresión bajo demanda y los libros digitales. Pensemos que es posible una mayor difusión a través de opciones como estas, que permitan una mayor circulación del libro a unos costes más razonables que el viaje de unos pocos cientos de ejemplares a un coste inalcanzable para una vasta mayoría.
PROPUESTAS DE ESTRATEGIAS PÚBLICAS Y PRIVADAS
- Los poderes públicos y las administraciones de todos los niveles tienen la obligación de prestar atención y apoyos a todo el ecosistema del libro y la lectura, que garanticen la pluralidad y diversidad cultural e intelectual, desde al autor hasta el lector.
- Es imprescindible una armonización de políticas en el ámbito europeo que coordinen y ordenen decisiones nacionales. Por ejemplo, es difícilmente explicable que, en tiempos de confinamiento y cierres, las librerías hayan tenido la consideración de espacios esenciales en algunos países, y en otros no.
- Existen en España importantes desigualdades estructurales en lectura y acceso a los libros tanto por región, edad y nivel educativo, según pone de manifiesto el informe “Hábitos de Lectura 2020” y que requieren una actuación decidida del Estado y las administraciones públicas. “La lectura es una práctica cuyo ejercicio depende de condiciones de posibilidad, distribuidas de forma muy desigual en cada sociedad.” (Roger Chartier)
- Es en el espacio escolar, allí donde se lleva a cabo el aprender, en donde debe incidir cualquier estrategia de fomento de la lectura apoyando al profesorado, con personal especializado y, por qué no, bibliotecas escolares abiertas a su entorno social.
- La protección del copyright y de los derechos de autor, incluyendo la celeridad en las transposiciones comunitarias, la defensa de los autores y creadores, y la lucha contra la piratería editorial, es imprescindible para fortalecer el equilibrio del sector.
- Es el momento de encarar con decisión, tanto desde las políticas públicas como desde el sector privado, la sostenibilidad y la ecoedición para reducir la huella de carbono, así como disminuir el recurso al transporte y la destrucción de ejemplares, diseñando un plan estratégico para el sector público y privado.
- La decisión pública de invertir en la dotación de fondos bibliográficos a las bibliotecas públicas, a través de compras institucionales en las librerías de proximidad, es una de las mejores estrategias de apoyo y revitalización del sector del libro. Ahora bien, es una buena iniciativa que puede quedar manifiestamente debilitada si no se garantiza la presencia, en las bibliotecas públicas, de los fondos y catálogos editoriales también de las editoriales pequeñas y las revistas culturales que suponen una aportación de indudable valor al acervo cultural común.
- El sector editorial privado, en especial pequeñas y medianas editoriales, debería promover y fomentar la cooperación horizontal con coediciones con editores de otros países, sobre todo en el llamado espacio iberoamericano del libro. De la misma manera, España como potencia editorial debe apoyar decididamente la recuperación del libro en las economías latinoamericanas.