
Joan Capdevila
Con la que está cayendo, con los precios de la energía desbocados, con una inflación como sólo vimos los que pagábamos con pesetas, con una crisis primero de oferta, ahora de demanda que afecta a todo tipo de suministros, en plena reorientación de la economía hacia la sostenibilidad y la digitalización, va y la derecha, las tres derechas en competición, y reabre debates con la histeria y torpeza con la que Franco reabría a su conveniencia aquello del ‘Gibraltar español’.
El debate, forzado, torpón y romo sobre la inmersión lingüística reabre de nuevo una herida sin curar. No esperen de mí pronunciamientos y soflamas encendidas en favor del catalán y de la inmersión. Esto denlo ya por descontado. La herida es la mala manera de hacer política en nuestras latitudes de las derechas. La derecha más noble ha dejado de existir, si alguna vez la hubo en España, que quizás sí.

¿Cómo puede convertirse un tema de consenso como la inmersión lingüística en Catalunya, que se remonta a principios de los ochenta, iniciado y reclamado por la inmigración, perfectamente aceptado por la inmensa mayoría de catalanes que se han educado en ella en los últimos cuarenta años, en cuestión de vida o muerte para la derecha?
¿Cómo puede convertirse un tema de consenso como la inmersión lingüística en Catalunya, que se remonta a principios de los ochenta, iniciado y reclamado por la inmigración, perfectamente aceptado por la inmensa mayoría de catalanes que se han educado en ella en los últimos cuarenta años, en cuestión de vida o muerte para la derecha? Es ésta herida la que duele. Duele tener que justificar una y otra vez delante de unos políticos sin otro objetivo que el de querer ver caído a sus rivales, que la protección de las lenguas no mayoritarias exigen un debate sin acaloramientos y con serenidad.
Hoy sólo exijo que no sigamos hablando del tema hasta que no estemos dispuestos a hacerlo seriamente, porque ni vamos a cambiar nada de lo que ya funciona, ni las derechas van a interesarse por este tema cuando les pase por delante otro tema que les haga aparecer, lo digo bien, les “haga aparecer” por delante en las encuestas. Porque sólo hay algo más volátil que las encuestas y es, sin duda, la plantilla de fútbol del Barça actual.
El tema real del debate actual no es pues ni la inmersión lingüística, ni los inalienables derechos del niño de Premià, ni nada en que se le pueda hacer perder el tiempo a un ciudadano preocupado por la situación social y económica. El verdadero tema de debate es la bronca, el insulto, el maldecir permanente de unas derechas irresponsables que se quieren adelantar la una a la otra por la derecha. A los que nos preocupa el tema de la lengua, dejaremos pasar la bronca de largo, no sin permanecer incólumes e impertérritos ante unos ataques más que efímeros que se irán por donde han venido cuando a los hacedores de verdades eternas de las derechas les dé por luchar entre ellos en otros campos.
Los que intentamos hacer política mirando de dónde venimos –un catalán prohibido y perseguido durante décadas por Franco– y dónde queremos llegar –un catalán que pueda ser usado con normalidad en Cataluña–, nos sigue doliendo la herida que las derechas se empeñan en reabrir: la bronca como única herramienta política. Porque mucho me temo que nos esperan días social y económicamente muy preocupantes y deberíamos estar ocupándonos en otros menesteres. Como la inflación, de la que ya les hablé hace unos días. Esto sí que da vértigo. A ver por donde sale la derecha con este tema para el que, me está mal decirlo, vamos a necesitar todos mucha “mano derecha”… e izquierda.
Presidente de la Comisión de Industria del Congreso de los Diputados y portavoz en la de Transición Ecológica. Veterinario y empresario pyme durante 25 años. Ahora Diputado a Cortes (pero no me lo tengan en cuenta) independiente en el G.P. Republicano (ERC). Licenciado en la UNEX, tengo un Máster en la UAB y un Programa Ejecutivo en Deusto BS.