La caja B del PP sigue arrojando sorpresas. De la época de Mariano Rajoy, fue una herencia incómoda para Pablo Casado –tanto, que anunció la venta de Génova, 13, donde las obras de reforma se pagaron con dinero negro– y ahora, para Alberto Núñez Feijóo; poco ha tardado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en aprovechar las últimas novedades para contraatacar a los populares en la última sesión de control al Gobierno.
El País acaba de revelar el contenido de unas comprometedoras y poco edificantes conversaciones entre la exsecretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y el José Manuel Villarejo, que la informaba desde hacía tiempo sobre las investigaciones derivadas del caso Gürtel, y entre la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, y el excomisario, a quien pidió ayuda para que se archivara la causa contra ella por haberse dado a la fuga cuando la policía fue a multarla por haber aparcado en el carril bus de la Gran Vía para sacar dinero de un cajero automático en 2014.
En la primera conversación, que data de 2013, Cospedal pregunta al que fuera su aliado policial por “una libretita” que “[Eduardo] Inda va contando que tiene”, y donde se acreditaría quiénes eran los beneficiarios de esos sobresueldos en negro y cuánto dinero se había llevado cada uno. “La libretita… sería mejor poderlo parar”, le pide la número dos del PP a Villarejo mientras éste graba la charla.
Lo mismo le hizo a Aguirre, a quien le contó lo que sabía de sus consejeros en el Gobierno regional sin que representara una sorpresa para ella. En pleno repaso, surge el nombre de Alfredo Prada. “Es un choricete, ¿eh? El Prada era un choricete…”, dice Villarejo. “Total, ese sí que lo era, ese sí que adjudicó la Ciudad de la Justicia…”, reconoce Aguirre. “Pero, vamos”, continúa, “ese sí que sí. Y ahí sigue, cobrando sobresueldos en el PP […]. Ese sí. Por eso lo eché. Granados también, por eso lo eché”.