
La Economía desde mi Observatorio / Carlos Berzosa.
El mundo se encuentra muy agitado. De una parte a otra del globo terrestre hay grandes movimientos de protesta: Hong-Kong, Líbano, Chile, Ecuador, Francia y Cataluña, por mencionar algunos ejemplos que se encuentran más de actualidad, y que son expresión de la tensión que existe. Las causas de los conflictos son muy distintas y no se puede meter a estas protestas en el mismo saco. Pero en bastantes ocasiones basta un hecho concreto para que esa chispa provoque un gran incendio. El malestar es profundo. La ira se desata.
Hace dos años, Panjad Misrha publicaba ‘La edad de la ira’ (Galaxia Gutenberg), que refleja muy bien lo que está sucediendo y que en referencia al modelo global dice: “Porque la sociedad misma, no digamos ya su sustancia espiritual, ha disminuido por la pérdida de autonomía relativa y orden interno en la era de la globalización”. A su vez Todorov nos advierte de los peligros que corre la democracia en ‘Los enemigos íntimos de la democracia’ (Galaxia Gutenberg, 2012), en donde hace alusión al modelo neoliberal: ”La economía se ha convertido en global, ya no está sometida al control político de los Estados. Todo lo contario. Son los Estados los que se han puesto al servicio de la economía”. Desde hace años economistas que nadamos contra corriente venimos denunciando este modelo de globalización neoliberal, que es el causante, aunque no sólo, de la ira que se extiende con diferentes formas y que pone en peligro a la democracia.

Los empresarios que se presentaron en América Latina a las elecciones como grandes gestores económicos (en la imagen, Piñera y Macri) ofreciéndose como los salvadores que resolverían los problemas, no sólo no lo han hecho, sino que han agravado las condiciones económicas y sociales de las clases medias y no digamos las de las rentas más bajas
El caso de Chile es muy revelador porque se había vendido por todas partes como un éxito económico que todos los países de América Latina tendrían que imitar. De pronto se descubre que detrás de ese aparente buen comportamiento económico lo que hay es una gran desigualdad, pobreza, miseria y deterioro de los servicios sociales. Es el gran fracaso del modelo neoliberal. Un modelo que se inició con Pinochet y que la democracia no rectificó, ni siquiera los gobiernos socialistas, aunque el presidente de Chile, Piñera, lo ha intensificado. En Argentina, Macri ha sido derrotado en las urnas. Los ultraneoliberales, chilenos y argentinos, han fracasado. Los empresarios que se presentaron a las elecciones como grandes gestores económicos ofreciéndose como los salvadores que resolverían los problemas, no sólo no lo han hecho, sino que han agravado las condiciones económicas y sociales de las clases medias y no digamos las de las rentas más bajas.
A nivel global el capitalismo no es capaz de resolver los graves problemas planteados, entre otras cosas porque es este sistema el que los ha creado. El calentamiento global, la elevada desigualdad, la pobreza absoluta y relativa, el hambre, la brecha de género, el deterioro del medio ambiente, y las crisis, que cada vez se producen con más asiduidad, son el resultado de un modelo de crecimiento y de consumo determinado. Los ideólogos de esta fase del capitalismo, entre los que se encuentran la mayor parte de los economistas académicos, han vendido la globalización y el fundamentalismo de mercado como la panacea que iba a traer una era de prosperidad. No está siendo así y esto debe de llevar a una reflexión sobre las causas de estos males y no caer en la cultura de la satisfacción.
Ante estos hechos que son tan tozudos, Amit Bhaduri plantea repensar la economía política en un libro que con este título recoge diversos artículos suyos. Por su parte Alvater publicó ‘El fin del capitalismo tal y como lo conocemos’ (El Viejo Topo, 2012). En el capítulo ocho plantea cómo puede desarrollarse una economía y sociedad solidaria y sostenible a partir de la crisis de la sociedad capitalista. Están planteándose diferentes alternativas al capitalismo actual y, entre ellas, la más reciente de Piketty. Propuestas no faltan pero se enfrentan a los poderes financieros y económicos que no están dispuestos a ceder ni un ápice.