
Mari Carmen Martínez
Vivimos tiempos convulsos. Hace más de cien días que Europa sufre las consecuencias de una guerra interminable a las puertas de sus fronteras y seguimos sin abandonar definitivamente los efectos de una pandemia que lleva ya más de dos años cuestionando nuestro tradicional modo de vida. El mundo de hoy ya no es el mundo de ayer, pero nuestras convicciones para hacerlo mejor, sí.
La pasada semana nos reunimos en la ciudad inglesa de Birmingham los más de 300 representantes de 56 parlamentos diferentes que conforman la Organización para la Seguridad y la Cooperación de Europa. Diputados de diferentes países y de distinto signo político nos dimos cita durante varios días para afrontar los temas que nos conciernen a todos: la guerra, el cambio climático, la energía y los derechos humanos.

Durante mi intervención ante la OSCE pude poner sobre la mesa la necesidad de apostar por la energía nuclear como tecnología de respaldo en nuestro camino hacia una transición ecológica sustentada por la renovable
Ejemplos de consenso en política como éstos no son tan habituales, por eso siempre es necesario poner en valor el poder del acuerdo y del diálogo frente al enfrentamiento. Sobre todo, en un momento en el que la polarización y la crispación parecen ir ganando terreno a las ideas que sentaron las bases de nuestros proyectos comunes y que tan buenos resultados nos han dado, ofreciendo años de paz y prosperidad de los que nunca antes la sociedad había disfrutado.
La pandemia nos ha demostrado que somos más fuertes cuando actuamos unidos. No hay discusión en que la salida de la crisis derivada del Covid-19 habría sido infinitamente más dura si cada Estado miembro hubiese tenido que afrontar el periodo de reconstrucción por su cuenta, sin contar con el apoyo del resto de países y sin herramientas fundamentales como los fondos europeos de recuperación.
Igual que la respuesta al desafío autoritario de Putin invadiendo Ucrania no habría sido la misma sin el sentimiento de comunidad y cooperación que desde las diferentes organizaciones comunitarias hemos realizado. Esta reunión de la Asamblea General de la OSCE a la que he tenido el honor de poder acudir en representación de España y de mi grupo parlamentario es, de hecho, la primera en la que Rusia no ha participado. Hace unas semanas, una delegación encabezada por la presidenta de la Asamblea y por el presidente de la delegación española y actual vicepresidente tercero, visitaban sobre el terreno las calles de Kiev, Irpin y Bucha tras los ataques de las fuerzas de Putin. Nuevos gestos para nuevos tiempos.
Y si algo nos ha demostrado la terrible invasión de Rusia a Ucrania es la enorme dependencia de nuestras economías al gas. Europa ha financiado la guerra a Putin a través de los gasoductos y ahora buscamos la forma de cortar el suministro sin que afecte a la vida de los ciudadanos. Durante mi intervención pude poner sobre la mesa la necesidad de apostar por la energía nuclear como tecnología de respaldo en nuestro camino hacia una transición ecológica sustentada por la renovable. Por eso, igual que han hecho muchos países europeos, España debería repensar los calendarios de cierre de las centrales para no tener que depender del gas ni volver al carbón, con más emisiones contaminantes que la alternativa nuclear. En un momento, además, en el que el propio Parlamento Europeo ha otorgado el sello verde a la energía nuclear.
Desde su creación a través de la carta de Helsinki en 1975, la OSCE fue una de las pocas vías de diálogo existentes entre los bloques que lideraban la Guerra Fría. Ahora, en medio de un nuevo conflicto entre los valores occidentales y la amenaza de una Rusia autoritaria y populista, la OSCE puede volver a recuperar ese papel de nexo de unión y favorecedor del diálogo entre uno y otro lado.
De esta reunión de la Asamblea General ha salido un primer documento con los puntos acordados en la que se ha denominado Declaración de Birmingham, con recomendaciones para la OSCE, los Estados miembros y la comunidad internacional en general. Un primer paso para recuperar a la Organización para la Seguridad y la Cooperación de Europa como elemento clave en la búsqueda del consenso y la voluntad política para superar los desafíos a los que nos enfrentamos como continente. Si durante la Guerra Fría la OSCE demostró que el dialogo podía abrir puertas al entendimiento, ¿por qué no ahora?
María del Carmen Martínez Granados (Jerez de la Frontera, 1979). Diplomada en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Huelva. Diputada en el Congreso de los Diputados por Cádiz desde 2019. Previamente ocupó un escaño en el Grupo Parlamentario de Ciudadanos en el Parlamento de Andalucía. Actualmente es portavoz del GPCs en las Comisiones de Hacienda; Industria, Comercio y Turismo; Agricultura, Pesca y Alimentación; y Transición Ecológica.
Creadora de la marca Miss Catas, proyecto empresarial para acercar el mundo del vino a todos los públicos con catas exclusivas para particulares y empresas. Fundadora y presidenta de la Asociación de Sumilleres de Cádiz. Es también miembro de la Asamblea de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa).