
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
Alberto Núñez Feijóo ha querido arrancar el año más importante de su vida política, en el que se medirá por primera vez en unas elecciones generales como candidato a la presidencia del Gobierno de España, con una propuesta al nivel de su reto: modificar el sistema político y electoral para hacerlo más democrático. Ahí es nada. Y para que la iniciativa fuese percibida en toda su altura y significado se fue a presentarla nada menos que al Oratorio de San Felipe Neri, en Cádiz, donde se firmó la Constitución de 1812, primera de nuestra historia y símbolo del constitucionalismo democrático español.
Lo ha llamado ‘Plan de calidad Institucional’ y, además de proponer iniciativas tan partidistas como recuperar el delito de sedición, anular la reforma del de malversación o tipificar como delito el referéndum ilegal, plantea limitar el uso del decreto-ley, regular las fechas del Debate del Estado de la Nación, restringir las llamadas ‘puertas giratorias’, fijar un mandato de cinco años para el Fiscal General del Estado, al que desvincularía del Gobierno, además de unas ‘exigencias reforzadas de independencia’ para los miembros del Poder Judicial o el Tribunal Constitucional, impidiendo que ocupen sus puestos quienes hayan ostentado cargos políticos los cinco años anteriores, y un ‘requisito de idoneidad’ para dirigir el CIS, el INE o RTVE. No está mal para quien dirige el partido que lleva años bloqueando la renovación de algunos de estos órganos institucionales, que siguen en manos de una mayoría conservadora ajena a la representación parlamentaria elegida en las urnas,.

Feijóo pretende ser el más demócrata de España agitando la bandera de la lista más votada, aunque ello reduzca la pluralidad, margine a los minoritarios y complique legislar sin mayorías. La ridícula solemnidad que quiso dar a la propuesta firmándosela él mismo en la cuna de la Constitución de 1812 sólo es comparable al ninguneo con que ha sido recibida por todo el escenario político
Con todo, lo más llamativo de su proyecto reformador está en la petición de que gobierne la lista más votada en cada elección, reformando la ley para el caso de los ayuntamientos y anclando el compromiso en un pacto entre los grandes partidos para autonomías y gobierno de la nación. Curiosa reedición de un discurso más que conocido del PP… cada vez que no gobierna.
Si ya en tiempos del bipartidismo semejante propuesta cercenaba las posibilidades de actuación política de los partidos minoritarios, a los que anularía de facto cualquier influencia en gobiernos futuros, en la España del multipartidismo actual, donde cada escaño del Congreso vale su peso en oro en cada votación, podría ser tildado sin reparos de negacionista de la realidad política del país. Y no solo: en lugar de favorecer la gobernabilidad la impediría ya que un gobierno en minoría, sin pactos ni coaliciones que lo avalen, vería sus iniciativas sistemáticamente bloqueadas por los grupos de la oposición. Como, por cierto, le ha ocurrido a Isabel Díaz Ayuso en Madrid, que no puede aprobar sus Presupuestos del 2023 por la falta de acuerdo con Vox, por mucho que esté siendo capaz de gobernar en solitario desde 2021.
La castiza baronesa apenas tardó unas horas, ese mismo día, en desmarcarse de la propuesta del gallego mostrándose partidaria de los pactos, plenamente consciente de que seguirá necesitando a la ultraderecha para mantener su despacho en la Puerta del Sol. NI ella, ni un sólo partido de todo el arco parlamentario ha saludado la gran idea de Feijóo: a nadie le gusta que le expulsen del terreno de juego cuando las urnas te han dado el puesto de titular.
El lider del PP, además, adornó su plan con una puesta en escena cuando menos peculiar. La ridícula solemnidad que quiso dar a la propuesta firmándosela él mismo en la cuna de la Constitución de 1812 sólo es comparable al ninguneo con que fue recibida por todo el escenario político.
Periodista y directora de ‘El Siglo’ desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas ‘Cambio 16’ y ‘El Nuevo Lunes’ y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid