
Julio Rodríguez López
El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) elevó los tipos de interés en 0,75 puntos porcentuales en su reunión del 8 de septiembre. Según la nota de prensa de dicha entidad, con esa elevación se pasó de aplicar unos tipos de interés acomodaticios a alcanzar unos niveles más elevados que permitiesen llevar la tasa de inflación al 2%, que es el objetivo a medio plazo del BCE. Con la elevación de tipos se pretende moderar la demanda de la economía, ante la elevada inflación, cuya tasa interanual ascendió en la Eurozona al 9,1% en el pasado mes de agosto.

Se impone la necesidad de la concertación, perjudicada hasta ahora por la posición cerrada de los empresarios. Se trata de evitar que la pérdida de poder adquisitivo salarial resulte excesiva y que el coste del ajuste se reparta de forma equilibrada
El BCE reconoce en dicha nota de prensa que la fuerte inflación se debe sobre todo a las elevaciones registradas en los precios de la energía y en los alimentos, así como a la presencia de cuellos de botella en la oferta. La presión de demanda se habría producido en algunos sectores tras la reapertura de la economía, una vez pasada la recesión que en 2020 provocó la pandemia del Covid-19. El BCE advierte de que podría proceder a nuevas elevaciones de los tipos de interés si persistiera la elevada inflación.
En los últimos diez años destacó la presencia de una política monetaria abiertamente expansiva por parte de los bancos centrales. Dicha política ha consistido sobre todo en la práctica prolongada de unos tipos de interés a corto plazo, próximos al nivel del 0%. La política en cuestión también ha incluido compras de importantes volúmenes de activos de renta fija, en especial de títulos de deuda pública, así como de bonos de empresas y de activos respaldados por hipotecas (política de alivio cuantitativo).
Con una política monetaria ampliamente expansiva se ha impedido que se produzcan recesiones. Sin embargo, la estabilización durante largo plazo de los tipos de interés a niveles tan reducidos junto a las fuertes aportaciones de liquidez ha tenido asimismo consecuencias negativas. Ejemplo de esto último son las fuertes elevaciones registradas en los precios de los activos (títulos cotizados en bolsa, precios de los inmuebles), la continuidad de empresas poco viables mediante una financiación crediticia a tipos muy reducidos y un trato negativo para los depositantes en los bancos. Esto último se ha producido a la vista de que la principal fuente de alimentación financiera de los bancos pasó a ser la compra de sus activos por parte de los bancos centrales, junto a otras líneas de crédito sumamente ventajosas, en este caso del BCE. La política monetaria expansiva ha restado protagonismo a la política fiscal.
Puede haber una incoherencia entre la elevación de los tipos de interés a corto plazo y el mantenimiento de una elevada cartera de bonos en los balances de los bancos centrales. El balance del BCE pasó desde un volumen de 2,2 billones de euros a alcanzar en el verano de 2022 los 8,8 billones de euros. Dicha variación supuso que en ocho años el balance del BCE creciera en 6,6 millones de euros. Si el BCE eleva los tipos de interés a corto plazo y mantiene las compras de bonos puede suceder que los tipos de interés a corto plazo sean más elevados que los tipos de interés a largo plazo. Esta situación se denomina como una curva invertida de los tipos de interés, circunstancia que suele tener efectos negativos sobre la economía.
De momento, las elevaciones de los tipos de interés, que pueden continuar en los próximos meses, pueden frenar el crecimiento de la economía. Dichas elevaciones no afectan a las principales raíces de la inflación de oferta, entre las que destacan los mayores precios de la energía. Entre el empeoramiento de la relación de intercambio (se encarecen las importaciones frente a las exportaciones), que detrae recursos de la economía, y la política monetaria restrictiva, en la que los mayores tipos de interés pueden acompañarse de reducciones en las compras de deuda pública por el BCE, parece asegurada la presencia de una recesión en la Eurozona, circunstancia que afectaría de forma negativa a la economía española.
Los bancos centrales parecen ganar credibilidad con las elevaciones de los tipos de interés. Sin embargo, los aumentos de tipos de interés del BCE no van a resolver la cuestión de los elevados precios de la energía ni van a mejorar las expectativas negativas que sobre la economía europea arroja la persistente guerra de Ucrania, en pleno corazón de Europa.
Se trata asimismo de impedir que el ajuste provocado por la inflación recaiga en exclusiva sobre los salarios. En los años setenta del pasado siglo hubo dos intensos procesos de elevación de los precios de la energía en España y se salió mejor de la crisis mediante la concertación entre los agentes sociales y el mantenimiento de la negociación colectiva. “Unos salarios reales decrecientes y unos beneficios al alza no pueden ser el modelo de reparto de las cargas que plantea la guerra de Ucrania. Al tratar de atribuir la responsabilidad de la inflación a los trabajadores y al pedir a los sindicatos que restrinjan los aumentos salariales en nombre del interés general se está yendo por el camino equivocado. En el debate está faltando una apelación a las empresas para que practiquen una restricción de beneficios” (M. Lubker y T.Janssen, ”¿Van los trabajadores a pagar la factura de la guerra de Putin?”, ‘Social Europe’, 7.9.22).
En los siete primeros meses de 2022 el aumento medio de los salarios pactados en convenio colectivo en España ascendió al 2,35%, según la estadística sobre negociación colectiva del Ministerio de Trabajo. El aumento medio de los precios en ese periodo superó el 9%. Dicha evolución implica una fuerte reducción de los salarios reales, lo que ejercerá un claro efecto deflacionista sobre la economía española. Se impone la necesidad de la concertación, perjudicada hasta ahora por la posición cerrada de los empresarios. Se trata de evitar que la pérdida de poder adquisitivo salarial resulte excesiva y que el coste del ajuste preciso para superar la crisis que se avecina se reparta de forma equilibrada.
Vocal del Consejo Superior de Estadística del INE. Doctor en CC. Económicas por la UCM (1977). Es Estadístico Superior del Estado, en situación de excedencia, y Economista Titulado del Banco de España, en situación de jubilación. Ha sido consejero de Economía de la Junta de Andalucía, presidente del Banco Hipotecario de España, presidente de Caja de Ahorros de Granada, presidente del Consejo Social de la Universidad de Granada y gerente de la Universidad de Alcalá de Henares. Actualmente es miembro de Economistas frente a la Crisis y de la Plataforma por una Banca Pública.