V. M.
Juan Carlos I confía en que 678.393,72 euros sean suficientes para expurgar su culpa y su hijo el rey, el Gobierno y la ciudadanía española perdonen su fraude fiscal. Según su abogado, la regularización le pone al día con Hacienda, y según el entorno del emérito, está listo para regresar a España. Pero aún existen otras dos investigaciones judiciales y, aunque la primera se cierre en falso por la consabida inviolabilidad del jefe del Estado, la presunta aparición del padre de Felipe VI tras un conglomerado de empresas en paraísos fiscales le convierte en un allegado incómodo con quien sería preferible mantener la distancia social esta Navidad.
Nada más viajar a Abu Dhabi el 3 de agosto, Juan Carlos I ya estaba pensando en su regreso a España y, desde entonces, personas de su entorno han dejado caer distintas fechas y circunstancias para testear opiniones y comprobar el terreno. Llegó a hablarse de su regreso coincidiendo con la festividad del 12 de octubre o con las regatas de Sanxenxo (Pontevedra) a finales de noviembre, pero lo primero era muy precipitado y lo segundo aconteció tras dos bombas como la de las tarjetas opacas y la de las sociedades en paraísos fiscales.
Entonces, distintas informaciones señalaban que la primera de las investigaciones judiciales abiertas contra el emérito iba a decaer. No porque no se hubieran cometido los delitos de blanqueo de capitales y fraude fiscal a raíz de la presunta donación saudí de 100 millones de dólares -65 millones de euros- a Juan Carlos I por el Ave a la Meca que acabaron en manos de Corinna Larsen, sino porque se cometieron cuando el hoy emérito contaba aún con la sobreprotección que la Constitución concede al jefe del Estado.
Frentes judiciales
Pero las últimas novedades llegadas a la Fiscalía se situaban en años posteriores a su abdicación. A principios de noviembre, distintos medios publicaron que habían saltado las alarmas del Servicio de Prevención de Blanqueo de Capitales (Sepblac) por movimientos recientes en una cuenta activa de Juan Carlos I en Jersey con cerca de diez millones de euros. Actualmente, el Ministerio Público está recabando informes bancarios y documentación en el extranjero en busca de un supuesto conglomerado de empresas en paraísos fiscales donde el emérito aparecería, presuntamente, como beneficiario.
El silencio público de Zarzuela y Moncloa sobre la vuelta a España de Juan Carlos I es elocuente
Con unos días de diferencia estallaba la otra noticia: don Juan Carlos y parte de su familia habrían hecho uso de tarjetas opacas entre 2016 y 2018 con fondos que el empresario mexicano, Allen de Jesús Sanginés-Krause, giraba a una cuenta bancaria administrada por un colaborador de la Casa del Rey, el coronel del Ejército del Aire y ayudante de campo, Nicolás Murga. En tres años, cerca de 800.000 euros.
A pesar de que sus actividades, cuanto menos irregulares, están perjudicando gravemente a la Corona y a su hijo el rey, el emérito siguió insistiendo en regresar a España. A través de medios afines, fuentes anónimas y otras conocidas, ha situado su vuelta en el entorno de las navidades. Con insistencia, desde comienzos del mes de diciembre. Esta vez, reconociendo parte de la culpa para desembarazarse de una causa en el Tribunal Supremo.
Después de que varios medios avanzaran durante días que Juan Carlos I tenía intención de saldar sus deudas con Hacienda a cuenta de las tarjetas opacas, su abogado, Javier Sánchez-Junco, anunciaba en un escueto comunicado que, “sin requerimiento previo”, su cliente había procedido a presentar “ante las autoridades tributarias competentes” una declaración para saldar una deuda de 678.393,72 euros “incluyendo intereses y recargos”.
Regreso inoportuno
Aunque quede satisfecha la deuda del emérito con la Agencia Tributaria -si se descubren más fondos ocultos al fisco la regularización quedaría invalidada, han advertido desde el sindicato de Técnicos de Hacienda, GESTHA-, la imagen de la Corona no se repara de manera automática. A pesar de la insistencia con la que se pronuncia el exmonarca a través de fuentes anónimas para volver a casa, si no en Navidad tal vez coincidiendo con su cumpleaños el día de la Pascua Militar, el silencio público de Zarzuela y Moncloa es elocuente.
La monarquía “no está en peligro”, decía el pasado miércoles Pedro Sánchez en una entrevista en Telecinco, pero con casi la mitad del Gobierno pidiendo un referéndum sobre la monarquía y una derecha equidistante ante las cartas de militares retirados que piden amparo a Felipe VI por el riesgo de “aniquilación de la democracia” con el actual Ejecutivo, el regreso del emérito se observa con preocupación. Sobre todo, antes de que se pronunciara la Fiscalía sobre la comisión saudí y el dinero en Jersey y antes del discurso de Navidad.
Cuando Juan Carlos I vuelva a España -su ‘exilio’ ya se planteó en verano de forma “temporal”- el problema será dónde fije su residencia. Pero, de momento, el peligro es elegir el momento más inoportuno.