
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
Tras el 15-M, la crisis de 2008 y el descrédito del suelo institucional en el que pisábamos los confiados ciudadanos, aquel grito del “no nos representan” no sólo noqueó a los partidos más representativos, alumbró nuevas organizaciones y comenzó a dibujar el atomizado mapa parlamentario actual. También los sindicatos, tantos años partícipes del devenir político del país, se vieron expulsados del ’paraíso’ de la negociación.

CCOO y UGT, gracias a Yolanda Díaz, vuelven a tener el poder de presionar al Gobierno y no piensan perderlo
Podemos intentó impulsar una nueva marca sindical, al margen de lo que entonces denominaba ‘casta’, aunque resultó una meta imposible, mientras, por su parte, el PP gobernante laminó su peso dinamitando los convenios colectivos en su reforma laboral de 2012.
Una década después el primer gobierno de coalición de la democracia está proporcionando a las dos centrales sindicales más potentes una segunda vida. La emergente figura de Yolanda Díaz ha sustentado parte de su ascenso político en su complicidad con los dos principales sindicatos, en especial con CCOO y su líder, Unai Sordo, al que entrevistamos en nuestra portada de esta semana. Desde la subida del SMI hasta la reforma laboral o la de las pensiones, asuntos cruciales para el futuro del país pasan estos días por CCOO y UGT. Sus líderes vuelven a jugar la partida como en tiempos de la Transición. Sánchez ha entendido que los necesita tanto como a sus socios parlamentarios y de ahí sus medidos pasos en la crisis de sus dos vicepresidentas.
Periodista y directora de ‘El Siglo’ desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas ‘Cambio 16’ y ‘El Nuevo Lunes’ y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid.