Javier Quintana
En medio de la locura que supuso la victoria de Argentina ante Francia en la final del Mundial tuvo lugar un episodio que no dejó indiferente a nadie. Cuando Messi saludó al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y al emir qatarí, Tamim bin Hamad Al Thani, el capitán albiceleste fue retenido y recubierto por ambos con una túnica con la que futbolista tuvo que levantar el trofeo junto a sus compañeros. Se trata de una prenda de color negro y bordes dorados llamada `besht´. La lucen excepcionalmente ministros y otras figuras relevantes durante el Día Nacional de Qatar, que se celebraba el pasado domingo. Sin duda el capricho qatarí enturbió la foto más esperada del mundo del fútbol en los últimos veinte años.
Pese a que Qatar se defiende alegando que el país solo quería rendir homenaje a Messi con esta acción, Occidente lo ha visto como otro capítulo más de la incesante compra de voluntades en la que se ha convertido el Mundial de Qatar desde su elección como sede de la cita futbolística. La túnica, además, tapó el escudo y casi la totalidad de la camiseta albiceleste, lo que ha desatado la ira de los argentinos.
«Es una ropa oficial nuestra. Siempre ponemos eso para compromisos importantes, para celebrar los momentos importantes en nuestra vida», explicó en zona mixta Hassan Al Thawadi, secretario general del Comité Supremo para la Organización y el Legado de Qatar 2022.