¡Vaya gente! / Mara del Prado
Como ocurriera tras el “cese temporal de la convivencia” de la infanta Elena y Jaime de Marichalar, la “interrupción de la relación matrimonial” de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin va a terminar en divorcio. Las circunstancias que desembocaron en ambos fracasos matrimoniales no coinciden, pero sí comparten desenlace.
Ya lo ha avanzado Hola y eso, cuando se trata de asuntos monárquicos, arroja pocas dudas. Dice la publicación que, según fuentes cercanas a la hermana de Felipe VI, estarían preparando el terreno para oficializar su ruptura. A pesar de que el expresidiario viajara a Suiza, permaneció cinco días en el domicilio familiar y se les vio paseando juntos, no puede hablarse de indicios de reconciliación, sino de despedida civilizada.
Según la revista, el exdeportista se quedó en el piso ginebrino para estar con su hija Irene, la única que aún reside con su madre –los tres chicos andan desperdigados por el mundo para cursar estudios superiores–, mientras ésta se trasladó a Madrid para visitar a su madre, Sofía de Grecia, y a su hermana Elena. No sin antes mantener una larga charla con su ex en terreno neutral –un céntrico hotel– y, terminada la conversación, salir a dar un último paseo a orillas del lago.
Hola asegura que la infanta está pensando en sus hijos y seguirá los trámites legales a su debido tiempo sin ceder a las presiones. Mientras Urdangarin, que desde principios de marzo ya no trabaja en el bufete Imaz & Asociados –le contrataron como consultor por hacer un favor a su familia y su affaire con una colega propició su salida del despacho–, acude muchas tardes a su antiguo trabajo para recoger a Ainhoa Armentia para ir a clases de yoga o escapar a un refugio secreto los fines de semana. Mientras, reside en la casa vitoriana de su madre y sueña con volver al mundo del balonmano como entrenador.
Si se han quedado dormidos antes de este punto y aparte, no se preocupen; el desenlace está siendo lo más parecido a un telefilme de sobremesa.