
La Economía desde mi Observatorio / Carlos Berzosa
La pandemia del coronavirus está creando ya una crisis económica cuyo alcance no se sabe aún con precisión. Todo va a depender de su extensión geográfica y su duración. La pandemia ataca a una economía de riesgo, lo que puede tener efectos catastróficos que posiblemente igualarán a los de la crisis de 2008. De manera que el coronavirus trastoca toda la economía y lo hace en un momento en el que no goza de mucha salud. Se estaba produciendo una desaceleración del crecimiento a escala global, al tiempo que la deuda privada y pública es muy alta para bastantes economías. Si a esto se añade la creciente desigualdad y precarización se obtiene un cuadro de por sí muy preocupante.
Las lecciones que hay que aprender son muchas, pero la principal es que, aparte de combatir a corto plazo los males de la enfermedad y de la economía, hay que ir sentando las bases para caminar hacia otro modelo económico diferente en el que la lucha contra la desigualdad es fundamental. Una sociedad más igualitaria es más fuerte para combatir una infección como la que estamos sufriendo
Estos hechos ponen de relieve la importancia de algunas de las propuestas que estamos analizando y que tienen como objetivo acabar con el capitalismo neoliberal. Las debilidades de la economía actual son el resultado de la hegemonía del fundamentalismo de mercado y las limitaciones del sector público, impuestas por las privatizaciones, los recortes de las políticas sociales y educativas, y la desregulación. Ahora, va a ser la intervención del Estado, y no el mercado, lo que nos sacará de la pandemia y de la crisis económica. Las lecciones que hay que aprender son muchas, pero la principal es que, aparte de combatir a corto plazo los males de la enfermedad y de la economía, hay que ir sentando las bases para caminar hacia otro modelo económico diferente en el que la lucha contra la desigualdad es fundamental. Una sociedad más igualitaria es más fuerte para combatir una infección como la que estamos sufriendo.
Por ello tiene importancia mencionar a Piketty en el libro que ha publicado recientemente, Capital e ideología (Deusto, 2019). Como dice el autor, este libro es, en gran medida, una prolongación del Capital en el siglo XXI, de 2013, aunque puede leerse de forma independiente. En este libro pretende completar las limitaciones de su obra anterior, entre las que hay dos que merecen una atención particular. Por una parte, el libro de 2013 está demasiado centrado en Occidente. Por otra parte, el libro de 2013 tiende a tratar los cambios políticos e ideológicos en torno al problema de la desigualdad y la redistribución como una especie de caja negra.
En esta obra, como él mismo dice, ha intentado presentar una historia razonada de los regímenes desigualitarios, desde las antiguas sociedades esclavistas trifuncionales hasta las modernas sociedades poscoloniales hipercapitalistas. En los últimos capítulos pone en evidencia el daño causado por el aumento de las desigualdades socioeconómicas desde los años 1980-1990. Para conseguir una sociedad justa son fundamentales el sistema educativo, la propiedad temporal y la fiscalidad progresiva.
La propuesta que hace para lograr una propiedad justa es, sin duda, muy original, que generará un gran debate, como ya ha sucedido en su obra anterior, pues lo que contempla es superar el capitalismo con un socialismo participativo. Este socialismo un tanto peculiar no tiene nada que ver con una concepción marxista. El rescate del término lo hace porque considera que ha tenido un balance muy positivo el socialismo democrático en el siglo XX, en particular en Europa occidental. Lo que justifica su uso en el siglo XXI como parte de una tradición, que, al mismo tiempo, debe ser superada para dar respuesta a las deficiencias socialdemócratas más flagrantes que se han dado en las últimas décadas.
Se trata de avanzar más de lo que se ha hecho, instituyendo una verdadera propiedad social del capital, mediante una mejor de distribución del poder en las empresas. A su vez, introduciendo un principio de propiedad temporal del capital, en el marco de un impuesto altamente progresivo sobre los grandes patrimonios que permita la financiación de una dotación universal del capital y circulación permanente de la riqueza.
En fin, propuestas que he venido presentando en tres artículos y que dan una idea de que hay alternativas al actual modelo de globalización neoliberal. Quedan fuera de ellas cuestiones tan importantes como el feminismo y la ecología. Pero de ello hablaré en otros artículos.
Catedrático Emérito de la Universidad Complutense y presidente de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado(CEAR). Ha sido Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Complutense(1984-1998) y Rector de esta Universidad(2003-2011). A lo largo de su carrera docente ha impartido enseñanzas de Estructura Económica Mundial y Desarrollo Económico. Tiene numerosas publicaciones entre las que destacan los libros ‘Los desafíos de la economía mundial en el siglo XXI’ (Nivola,2002) y los escritos conjuntamente con José Luis Sampedro ‘Conciencia del subdesarrollo veinticinco años después’ (Taurus, 1996) y ‘La Inflación (al alcance de los ministros)’ (Debate, 2012).
El profesor Berzosa nos aclara buena parte de las dudas tenemos que muchos legos en economía. Aunque algunos intuíamos que el actual modelo económico basado en el capitalismo de corte neoliberal hacía agua por todas partes, salvo para las grandes fortunas, la gran banca o las trasnacionales monopolísticas, desconocemos cuál podría ser la mejor alternativa o al menos la más viable para superar las grandes desigualdades y combatir el calentamiento global. Seguramente la clave está en buena parte de lo que sostiene Carlos Berzosa en éste y otros artículos y los autores que cita como Piketty, Stiglitz y otros, es decir, una suerte de capitalismo con rostro humano o un socialismo democrático participativo que consolide el Estado del bienestar pero sin sus derivas neoliberales, con una distribución social de las propiedades del capital y fuertes imposiciones fiscales a la gran banca, las grandes empresas y fortunas. Quizá la gran crisis que estamos padeciendo a nivel mundial a causa de esta pandemia sirva para dar un giro radical a las políticas neoliberales en el sentido propuesto por Berzosa y otros grandes economistas. Aunque fácil no va a ser, sin duda.