
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
Esta semana el Gobierno ha aprobado una histórica partida presupuestaria en becas al estudio. La noticia ha competido en titulares con el primer aniversario de la invasión de Ucrania, con la visita de Biden y de Sánchez a Kiev, con las disputas en el Gobierno de coalición por topar los precios de los alimentos o pedir a los supermercados que los autocontrolen, con la llegada a Madrid de una comisión del europarlamento para ver si España gestiona bien los millonarios fondos que nos manda la UE y hasta con la confirmación de que Vox presentará finalmente su anunciada moción de censura con el excomunista Ramón Tamames como candidato independiente a sus 89 años. Difícil destacarse en tan alta concentración informativa.
El real decreto aprobado este martes, sin embargo, no sólo viene avalado por unas cifras insólitas sino por un objetivo de los que hacen cambiar un país. Se trata de una inversión de nada menos que 2.520 millones de euros, lo que supone una subida histórica de un 70 por ciento de recursos. Además, el grueso del incremento está centrado en las becas de movilidad, o residencia, para quienes tienen que desplazarse de domicilio a cursar estudios superiores. Es decir, los alumnos de zonas rurales que sólo en la capital más cercana disponen de una puerta a la formación deseada. Estas becas van a a pasar de los actuales 1.600 euros por curso a 2.500.
La inversión en becas aprobada asciende a 2.520 millones de euros, una histórica subida de un 70 por ciento. El grueso, además, irá a las ayudas de movilidad, único acceso a la educación superior de los alumnos de zonas rurales con escasos recursos.
Nada está escrito en el futuro de nuestros jóvenes, que acarrean a sus espaldas varias crisis económicas consecutivas, una devaluación salarial persistente y un histórico retroceso en el acceso a la vivienda y la emancipación, pero igualar sus diferentes posibilidades educativas mediante becas es una de esas decisiones políticas que, en verdad, tienen la capacidad de transformar la posteridad. Ya ocurrió en los años 80, cuando la universalización de la educación obligatoria y el despliegue de becas en los siguientes escalones formativos afrontada por los primeros gobiernos socialistas abrieron el paso a toda una generación de clase trabajadora a puestos impensables para sus padres. Un ascensor social que sacudió el mapa con el que el franquismo modelaba la sociedad española, y en el que la ‘gente de bien’, a la que Feijóo se refirió esta semana en un desliz que ha destapado su verdadero marco mental, arrinconaba a los indeseados.
Aún queda mucho recorrido para que ese objetivo de igualdad de oportunidades sea real. Hasta el congreso federal de hace un año el PSOE no se ha permitido incluir en sus resoluciones la futura creación de becas para opositar a determinadas categorías de alto funcionariado, como las de jueces, reservadas a quien puede costearse años de dedicación exclusiva al estudio y pago de tutores personales. Quizá la férrea oposición política que viene soportando por parte de la judicatura desde que gobierna Sánchez haya hecho ver a los socialistas más claramente todos esos sectores a los que no ha llegado la democratización del país ni aún medio siglo después de la muerte del dictador.
Con todo, las becas han sido, cada vez que se han abierto, las mejores ventanas a la emancipación social. Esta semana, además del decreto aprobado por el Gobierno, me lo ha vuelto a recordar la particular proeza de una persona muy cercana y muy querida. Alguien que ha alcanzado uno de esos puestos ‘vedados a intrusos’ sociales, a base de un ingente esfuerzo y un sobresaliente talento que cultivó gracias a las becas y al estudio. Y de este triunfo personal, estén seguros, nos vamos a beneficiar todos.
Periodista y directora de ‘El Siglo’ desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas ‘Cambio 16’ y ‘El Nuevo Lunes’ y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid