Destacado Económico / N.L.
Mientras en la campaña electoral la oposición reprocha a Sánchez que el PIB no crece y que ni siquiera ha alcanzado el nivel de la prepandemia, hay expertos de gran prestigio que aseguran que el Producto está infravalorado, lo que va contra los intereses del propio Gobierno.
Así lo han reiterado en los medios el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, y otros directivos y portavoces de ese partido. Con lo que se genera una situación paradójica: se divulga un dato oficial erróneo que perjudica al propio Gobierno cuando, para colmo, la oposición viene acusándolo de mentir y manipular los datos a su favor.
Los expertos, progres pero críticos, como José Manuel Naredo, Miguel Artola y Francisco Melis, van más allá al sostener que las cuentas del PIB están mal hechas al magnificar la caída ocasionada por la pandemia y al minimizar la recuperación posterior.
Apuntan cómo en el resto de los países de la UE el PIB recuperó en 2021 los niveles anteriores a la pandemia y, sin embargo, nuestro país aparece como una rara excepción a la luz de la estimación que hace el INE del PIB.
Resulta en extremo curioso que el PIB haya mostrado recientemente una tozuda aversión al alza cuando en otros momentos había ocurrido lo contrario. En efecto, cuando en otoño de 2007 se pinchó la burbuja inmobiliaria española y se desplomaron estrepitosamente el empleo y la recaudación fiscal, el PIB mostró una fuerte aversión a la baja, apareciendo como consecuencia inaceptables aumentos de productividad y del fraude fiscal.
Esto pudo inducir a pensar que había alguna mano oculta que acomodaba la información al «lenguaje político correcto» que, recordemos, primero negó que hubiera burbuja especulativa, para después afirmar que se produciría un «aterrizaje suave». Pero el hecho de que recientemente el PIB haya mostrado aversión al alza contribuye a desinflar esas interpretaciones conspirativas: lo más probable es que el dispar comportamiento del PIB responda a ciertas rutinas empleadas en la actualización de los agregados que hacen caso omiso de las informaciones discrepantes.

De cualquier manera, se plantea el enigma de aclarar con luz y taquígrafos cómo es que un indicador tan clave como el PIB en la narrativa económica imperante se ha visto sujeto a semejantes tribulaciones que ponen en entredicho en nuestro país la coherencia de la información económica y objetividad y solvencia la estadística oficial. Resolver este enigma exigiría entrar en la cocina de las Cuentas Nacionales para saber los ingredientes, los tiempos de cocción y los demás procesos utilizados en la elaboración del PIB en cada caso, lo cual escapa a nuestras actuales pretensiones limitadas a sintetizar el panorama actual y queda pendiente para investigadores con licencia para entrar en esa cocina.
Javier Jorrín señala otras causas
El periodista económico Javier Jorrín matiza la opinión de Naredo. Sostiene que una de las paradojas es que España ha creado más empleo desde el inicio de la pandemia que el conjunto de la Eurozona. En concreto, el número de ocupados se ha incrementado un 4,5% (comparativa del primer trimestre de 2023 con el primero de 2019), mientras que en el conjunto de la Eurozona el empleo ha aumentado un 3,2%. Esto significa que el ritmo de creación de empleo en España ha sido un 25% superior al del área del euro, según la Encuesta de Población Activa europea (LSF).
Esta paradoja todavía intriga a los economistas. Una de las posibles explicaciones está en una mala medición del PIB en España, por la cual el INE habría infraestimado la producción del país. Algunos economistas, como es el caso de José Manuel Naredo o Miguel Artola y Francisco Melis, se apoyan en la evolución de otras macromagnitudes, como las bases imponibles, para argumentar que el problema reside en una mala técnica estadística.
También hay otras posibles causas complementarias. Una de ellas es la composición del empleo que se ha creado desde que comenzó la pandemia. España es uno de los países europeos en los que más ha crecido el empleo público, tanto en la propia administración como en educación y, especialmente, en sanidad. Casi el 55% del empleo creado en España corre a cargo de las administraciones públicas, la educación y la sanidad.
Estas actividades han aumentado el empleo total de España un 2,4%, mientras que en la eurozona ha sido el 1,7%. Esta composición del mercado laboral explica que los niveles de productividad (en términos de PIB por ocupado) y las horas trabajadas se hayan recuperado más lentamente en España, ya que se trata de actividades menos productivas y con menor carga de trabajo que la media nacional.
Si se observan los datos del año 2019 (para evitar suspicacias sobre el cálculo del PIB desde la pandemia), el sector público generaba un valor añadido por hora trabajada casi un 5% inferior a la media nacional. Y como estos ocupados trabajan menos horas, la producción por cada trabajador era un 16% inferior. Esto significa que el crecimiento tan fuerte de estas actividades, por efecto composición, estaría dificultando la recuperación del PIB.

El crecimiento del empleo público durante la pandemia ha sido consecuencia del déficit de servicios públicos, que quedó en evidencia con el estallido del Covid. Los recortes aplicados desde el año 2011 dejaron plantillas esquilmadas en servicios esenciales, que han tenido que recomponerse en los últimos años. Las comunidades autónomas, que tienen una buena parte de estas competencias (en especial, sanidad y educación) han elevado su gasto público estructural en más de un punto del PIB, pasando del 14% al 15,5%, según los cálculos de Ángel de la Fuente, de Fedea. Esta consolidación del gasto público no va a desaparecer, pero tiene un efecto importante, tanto en la recuperación del empleo, como del PIB y el déficit público.
Otro de los sectores en los que España ha conseguido un importante crecimiento por encima del europeo es el de transportes y logística. Desde el año 2019, ha aumentado el empleo total del país un 0,5%, mientras que en la eurozona se ha mantenido estancado. Este crecimiento es consecuencia de la recuperación del turismo y también del peso creciente del sector de la paquetería y la logística en España. Como ocurre con el empleo público, la productividad de estas actividades por cada ocupado es también inferior a la media nacional, en concreto, un 20% menor.
Hay un sector que compensa al del transporte y es la industria. Este sector ha elevado el empleo total de España un 0,4% desde que comenzó la pandemia, pero en el conjunto de la eurozona se ha mantenido estancado. Las explicaciones a esta brecha están en las ganancias de competitividad que ha conseguido el país gracias a la contención salarial y a la moderación de los precios. El resultado es que ha crecido intensamente el empleo en una actividad cuya productividad es casi un 40% superior a la media nacional.
En la Eurozona, el crecimiento ha sido más intenso en el sector de la información y las comunicaciones, que incluye las actividades TIC, que aportan un elevado valor añadido. De hecho, la productividad por ocupado en términos de PIB es cinco puntos superior a la de la industria.
Esta composición del empleo creado explicaría la paradoja del mercado laboral español, o al menos una parte. Una intensa creación de empleo no garantiza un comportamiento muy favorable del PIB, si los sectores que tiran del carro generan escaso valor añadido.