Pablo Iglesias empieza a marcharse del primer plano de la política nacional con una decisión audaz y completamente inesperada, con las que ha forjado su carrera política. Una última batalla –a priori perdida en una autonomía gobernada por el PP hace 26 años- contra la extrema derecha auspiciada por el PP de Isabel Díaz Ayuso. Una batalla en la que Iglesias busca matar muchos pájaros de un tiro: en primer lugar, poner aún más difícil a Sánchez su giro al centro, de la mano de Ciudadanos; en segundo, ahuyentar el riesgo de que Unidas Podemos se quede fuera de la Asamblea y frenar su declive; en tercero, dejar resuelta su sucesión en una candidata ‘in péctore’ muy bien valorada, como es Yolanda Díaz; y cuarto, cobrarse cumplida venganza de Iñigo Errejón, derrotando a su partido en las urnas.
1-Impedir a Sánchez girar al centro

En Moncloa no ganan para sorpresas en la última semana. Lo que comenzó como un paso crucial en su largamente buscado acercamiento a Ciudadanos -la constitución de un gobierno autonómico de coalición en Murcia- ha desbaratado toda su estrategia. Lo peor no es que la moción de censura en Murcia esté abocada el fracaso, por los tres tránsfugas de Ciudadanos que se han echado atrás, sino que las réplicas del terremoto murciano amenazan con arrasar el partido de Inés Arrimadas. Y sin los 10 diputados naranjas en el Congreso, Sánchez tiene muy difícil contrapesar la influencia de Unidas Podemos junto a EH Bildu y ERC, con los que Iglesias ha tejido una cierta unidad de acción -y seguirá tejiendo, según recuerdan en la cúpula del partido, porque abandonará el escaño, pero continuará siendo el secretario general de Podemos-.
Sánchez y su jefe de gabinete, Iván Redondo, no han tenido mucho éxito en ese acercamiento a Arrimadas. Lo han trabajado con dedicación desde el año pasado, pero a la hora de la verdad esa opción no ha salido adelante porque no daban los números. El apoyo de Ciudadanos sirvió en votaciones importantes, como las del estado de alarma, pero para los Presupuestos y el resto de leyes en los que hace falta la mayoría absoluta del Congreso, los naranjas no pueden sustituir a ERC y EH Bildu. Por eso, aunque Moncloa contactó con Arrimadas para negociar los Presupuestos, la posibilidad terminó en una vía muerta cuando Iglesias le proporcionó a Sánchez un acuerdo con los de Oriol Junqueras y Arnaldo Otegi que le solucionaba el problema.
La esperanza de los socialistas era cultivar el perfil de partido bisagra que pudiera atraer a aquellos votantes espantados con la mimetización entre PP y Vox. Pero a la vista de la OPA que le han lanzado los de Pablo Casado, convocando abiertamente a los cargos y afiliados descontentos con Arrimadas, y las catastróficas expectativas electorales que dibujan las encuestas para Ciudadanos, lo más probable es que Sánchez y Redondo se queden sin la posibilidad de jugar a las geometrías variables en el Congreso. La única encuesta que recoge el ‘efecto Iglesias’, la de GAD 3 para Telecinco difundida el miércoles, deja a Ciudadanos fuera de la Asamblea de Madrid. Una herida de muerte para los de Arrimadas, que tienen en Madrid, tras Cataluña, su principal fuente de apoyos.
2-Salvar a UP del declive
“El PSOE ha leído mal”, entienden en el núcleo duro de Podemos, dejando un hueco en la carrera electoral con la ratificación de Gabilondo, que Iglesias se decidió a aprovechar
Unidas Podemos ha registrado una tendencia a la baja en los sondeos -y las urnas- desde 2015, lenta pero sostenida, y que empezó a ser alarmante en las últimas elecciones en Galicia y País Vasco. El espacio político que representa Unidas Podemos se quedó fuera del parlamento gallego y vio su presentación en Euskadi reducida a la mitad. Sólo en el particular ecosistema político catalán, los comunes han conseguido mantener la representación en un contexto muy complicado, marcado por la polarización y el ‘efecto Illa’.
En la Comunidad de Madrid, Unidas Podemos se estaba moviendo en el filo de la navaja del 5%, el corte que es imprescindible alcanzar para tener representación en la Cámara madrileña. Isabel Serra lo consiguió por los pelos hace dos años y, aunque se confiaba en superar ese porcentaje con ella como candidata, el riesgo de quedarse fuera -y de que la izquierda fuera impotente para desalojar a Díaz Ayuso- era real.
En este escenario, fueron tres los hechos que terminaron de decidir a Iglesias a dar el paso de presentarse. El primero es que la portavoz de Unidas Podemos en la Asamblea se enfrenta a la probable ratificación de su condena, y consiguiente inhabilitación, por parte del Supremo, tras ser acusada de haber participado en unos altercados con la policía durante el intento de paralización de un desahucio en 2014. En la dirección de Podemos prevén que el Supremo haga pública su decisión de forma inminente, así que había que busca un plan B, ante el riesgo de quedarse sin candidata en plena campaña.
El segundo hecho es la ratificación de Ángel Gabilondo por parte del PSOE, lo que -con Unidas Podemos en los huesos y Más Madrid ligeramente a la baja en las encuestas-, venía a equivaler a una alfombra roja para Ayuso. En el seno de la vicepresidencia segunda afirman que los socialistas “lo tenían muy fácil”, porque con cualquier “candidata” hubieran revolucionado el escenario. Margarita Robles ha estado entre las opciones, pero la ministra de Defensa nunca ha visto clara esa posibilidad, tampoco hace dos años cuando se lo ofrecieron. Según entienden en la vicepresidencia segunda, el PSOE optó por mantener a Gabilondo y afrontar la renovación dentro de dos años, cuando se volverá a votar en la Comunidad de Madrid.
“El PSOE ha leído mal”, entienden en el núcleo duro de Podemos, dejando un hueco en la carrera electoral que Iglesias se decidió a aprovechar. Eso sí, la primera gran apuesta que intenta Iglesias es la de Alberto Garzón, pero el ministro de Consumo declinó la idea aduciendo razones personales. La negativa de Garzón es el tercer hecho que termina de decidir a Iglesias, provocando un impacto que ya se empieza a recoger en los sondeos. El primero realizado completamente tras conocer su candidatura, de GAD 3 para Telecinco, ya coloca a Unidas Podemos como la tercera fuerza madrileña, duplicando la representación que tuvo hace dos años. Eso sí, según este sondeo, las izquierdas están lejos de sacar a Isabel Díaz Ayuso de la presidencia madrileña, porque le adjudica una holgada mayoría absoluta con Vox.
3-Desalojar a Ayuso de Sol
La izquierda sólo ha ganado en tres ocasiones en la Comunidad de Madrid en lo que llevamos de siglo XXI. Un reto mayúsculo, de los que seducen a Iglesias.
La izquierda sólo ha ganado en tres ocasiones en la Comunidad de Madrid en lo que llevamos de siglo XXI: en 2003, las elecciones del tamayazo; en las generales de 2004, tras el trauma del 11-M y los días de vértigo que siguieron a los atentados; y en las autonómicas de 2015, en las que Cristina Cifuentes pudo gobernar porque IU se quedó con el 4,2% de los votos. Muchos, pero insuficientes para pasar el corte del 5% y entrar en la Asamblea. Un reto mayúsculo, de los que seducen a Iglesias. Y es que al secretario general de Podemos se le pueden criticar muchas cosas, pero no que se esconda o que sea un político que se aferra a los cargos. De hecho, es la segunda vez que ‘renuncia’ a la vicepresidencia del Gobierno en menos de dos años. La primera en el verano de 2019, quitándose de en medio para poder alcanzar un acuerdo de coalición con el PSOE. Y la segunda, ésta, con la que Iglesias recupera el estilo con el sacudió la política española entre 2014 y 2016: decisiones audaces que pillan a todo el mundo con el paso cambiado.
¿Pero verdaderamente las izquierdas tienen posibilidades? ¿O la Comunidad de Madrid está sociológicamente tan escorada a la derecha que es una misión imposible? “Todo está abierto en la Comunidad de Madrid, ahora sí hay partido”, señalan fuentes próximas a Pablo Iglesias. No sólo por el revulsivo que supone para la izquierda la irrupción de Iglesias, muy cómodo en las campañas y en los debates. Estas voces apuntan a otros factores clave, como el hecho de que se esté “dando por muerto demasiado pronto a Ciudadanos”. Explican que es un grupo de 26 diputados que es difícil que se disuelva como un azucarillo, como ha sucedido en Cataluña, donde también han resistido un fuerte desgaste. Vox forzará para entrar en el Gobierno. Y, en ese caso, está por ver que Ciudadanos le entregue sus votos a un gobierno Díaz Ayuso-Rocío Monasterio.
Estas fuentes señalan que seguramente va a haber sorpresas en todas las candidaturas en los próximos días. Por ejemplo, algunas informaciones ya apuntan a que los socialistas están buscando un fichaje potente, una mujer, como número dos de Gabilondo.
También se esperan sorpresas en las listas de Unidas Podemos, ya que falta por ver cómo se configuran los equipos entre el Gobierno y la Asamblea, quién se quedará en el futuro Ministerio de Derechos Sociales y quién acompañará a Díaz en la vicepresidencia. Uno de los nombres que seguramente irán con Iglesias a la Asamblea es el de su jefe de gabinete, Julio Rodríguez, que incluso podría ir en las listas electorales. No sería la primera vez que el exJemad figure en las candidaturas de Unidas Podemos, con modestos resultados. Iglesias también tenía intención de que Rodríguez fuera en las listas al Ayuntamiento de Madrid hace dos años, durante la negociación con el equipo de Manuela Carmena que terminó en ruptura.
4-Cobrarse la venganza con Errejón

“Estamos dispuestos a hablar de todo, a ser posible sin mucha testosterona ni imposiciones”. Así se expresaba la candidata de Más Madrid, Mónica García, en declaraciones a La Sexta tras conocerse la decisión de Pablo Iglesias. Explicaba que se había cruzado mensajes con Iglesias esa mañana y que habían quedado en “dialogar”, sin cerrar la puerta a la propuesta de una candidatura conjunta. Ese diálogo no se produjo y la dirección de Más Madrid, con Iñigo Errejón y Rita Maestre a la cabeza, decidió concurrir en solitario.
En realidad, no había mucho que debatir, porque la inmensa mayoría de los cargos y militantes de Más Madrid ya abandonaron Podemos en su día -la propia Mónica García fue elegida diputada de la Asamblea en 2015, en las listas de Podemos-, y los odios y rencores entre ambas organizaciones están en la mejor tradición cainita de las izquierdas. De hecho, la razón de ser de Más Madrid es el antagonismo con la figura de Iglesias y el núcleo duro que le rodeó en la secretaría general, con la ministra Irene Montero, el diputado Rafa Mayoral y su director de estrategia en la vicepresidencia segunda, Juanma del Olmo, al frente.
El errejonismo ha llegado demasiado lejos como para recular ahora. Y más con la premura que imponen los plazos para el registro de coaliciones, que se agota el día 21. “Las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que, en los momentos históricos, nos pidan que nos apartemos”, decía García en el vídeo difundido en redes en el que recogía su negativa a la propuesta de Iglesias, que era de unas primarias conjuntas -en las que, evidentemente, Iglesias partía como claro favorito-, pero no de que García se echara a un lado ni de que Más Madrid se disolviera.
La situación para Más Madrid es peliaguda, porque si parece obvio que, con Iglesias, Unidas Podemos evita el riesgo de quedarse fuera de la Asamblea, está por ver que Más Madrid pueda pasar el corte del 5% de los votos. Algunos dirigentes de la formación son perfectamente conscientes de ello, y se debatió en las horas que siguieron a la propuesta de Iglesias. Saben que sería una herida mortal para el proyecto político que impulsó Manuela Carmena y sus concejales afines hace dos años, con la complicidad de Errejón. Un Errejón que, además vería completamente cegada la posibilidad de consolidar un proyecto nacional alternativo a Unidas Podemos. Dulce venganza para el líder de Podemos que tardó en digerir la inesperada decisión de las dos personas a las que él había propuesto para liderar sendos proyectos políticos en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Dulce venganza sí, pero también puente de plata para Díaz Ayuso a la hora de permanecer en la Puerta del Sol.
En las elecciones de hace dos años, fuertemente beneficiados por el ‘efecto Carmena’, Más Madrid consiguió en la Comunidad el 16% de los votos -mucho menos, por cierto, que en el Ayuntamiento de Madrid, donde alcanzó el 31% de los sufragios-. La dirección de Más Madrid, salió de esas elecciones convencida de que tres candidaturas sumaban más que dos, comparando los resultados de las fuerzas progresistas con los que consiguieron PSOE y Unidas Podemos en las generales que se celebraron apenas un mes antes, en abril de 2019. Bajo esa premisa se basó la creación de Más País, con el intento por parte de Errejón de hacerse un hueco entre un Sánchez y un Iglesias que habían sido incapaces de llegar a un acuerdo de gobierno. Sin embargo, el fiasco fue mayúsculo. En la Comunidad de Madrid, ya sin el efecto arrastre de una figura como la de Carmena, Más País se quedó con el 5,7% de los votos, una cifra que les coloca en el filo de la navaja si se siguen moviendo en los mismos niveles en los comicios del próximo 4 de mayo.
Sobre Mónica García planea la sombra de Luis García Montero, el ahora máximo responsable del Instituto Cervantes. Con este poeta granadino como candidato en 2015, la candidatura de IU se quedó con el 4,2% de los votos, los que le hubieran hecho falta a PSOE y Podemos para superar a la suma de PP y Ciudadanos. De momento, la encuesta de GAD 3 para Telecinco les coloca por detrás de Unidas Podemos y el 9% de los sufragios.
5-Resolver su sucesión en UP
Díaz es un negociadora rocosa, pero con un talante amable y conciliador que borra las aristas de personalismo, agresividad y arrogancia que tanto le critican a Iglesias sus rivales. Si la forma define el fondo, con ella al frente, Unidas Podemos es otro proyecto político
En el cuartel general de Podemos tienen sobradas evidencias de que, sin Pablo Iglesias, las posibilidades electorales de Unidas Podemos se resienten enormemente. Hay un electorado que le responde, pero que en los comicios en los que no es candidato se decanta por otras fuerzas del arco progresista o ni siquiera van a votar. Un fenómeno que amenaza seriamente el futuro político de una fuerza que no va a contar con Iglesias siempre en primera línea. Además, él siempre ha tenido claro que no estará muchos años en la política institucional. “Un militante debe estar allí donde es más útil en cada momento”, decía en el vídeo en el que anunciaba su candidatura. Así se percibe, como un militante que, como ha dejado caer de vez en cuando, a largo plazo se ve dando clases de nuevo y muy cómodo en su faceta de entrevistador y conductor de programas de televisión.
La tentación de ir retirándose de la escena se ha incrementado por el enorme desgaste personal que ha sufrido en los últimos tiempos, con protestas prácticamente permanentes en la puerta de su domicilio y comportamientos de acoso que le obligaron, por ejemplo, a suspender sus vacaciones en una localidad asturiana este verano.
El horizonte para el relevo estaba en las próximas elecciones generales, pero -sin perder de vista que, probablemente, Sánchez decida acortar la legislatura- con el adelanto electoral en Madrid Iglesias ha visto una buena ocasión para acelerar todo el proceso y ceder el liderazgo a la persona a la que apuntaban las miradas desde hace tiempo, Yolanda Díaz, por mucho que algunas informaciones dieran por hecho que sería Irene Montero quien le sustituiría como candidata de Unidas Podemos. Habrá que ver qué sucede en la secretaría general de Podemos, y si Iglesias se decide a abrir la sucesión en la próxima Asamblea de la formación, a finales de 2023 si no se adelanta. Aquí sí, Montero aparece como la sucesora con más papeletas.
Iglesias conoce bien a Díaz desde hace años, de cuando integraba la nómina de asesores de IU y trabajó codo con codo con ella en la campaña de las elecciones gallegas de 2012. Una campaña en la que ella había impulsado la integración de Esquerda Unida en Alternativa Galega de Esquerdas (AGE), la candidatura liderada por Xosé Manuel Beiras que dio la campanada en esos comicios. La sintonía política y personal entre ambos es total y ha resistido los momentos más duros por los que ha atravesado Unidas Podemos. Por ejemplo, en el verano de 2019, Díaz apoyó a Iglesias hasta el final en su estrategia de entrar en el Gobierno junto al PSOE, incluso cuando el coordinador de IU, Alberto Garzón, defendió la oportunidad de renunciar a la coalición y firmar un acuerdo de gobierno con los socialistas que evitara la repetición electoral.
Díaz, con una larga trayectoria de militancia y de conocimiento de la realidad laboral española, es una negociadora rocosa -como han podido comprobar patronal y sindicatos o la vicepresidenta Nadia Calviño, por ejemplo-, con cimientos ideológicos muy firmes, pero con un talante amable y conciliador que borra las aristas de personalismo, agresividad y arrogancia que tanto le critican a Iglesias sus rivales. Si la forma define el fondo, con la ministra de Trabajo al frente, Unidas Podemos es otro proyecto político.