Juana V. Meizoso (Santiago de Compostela).
La Fundación Barrié, en A Coruña, presenta Chagall. Fábulas y sueños, la mayor exposición de obra gráfica de March Chagall (Vitebsk, Imperio ruso, 1887- Saint-Paul de Vence, Francia, 1985). Organizada en colaboración con la Colección The Art Company de Italia, la muestra nos ofrece la contemplación de más de un centenar de obras realizadas por el artista entre los años 1927 y 1968. Dividida en cuatro partes: Chagal litógrafo, Chagall, Las fábulas de La Fontaine y Poemas, y abierta al público hasta el próximo 26 de julio, nos invita a un viaje a través del color, la alegría, el rigor, la coherencia y el coraje del genio ruso.
Como si el pintor estuviera muriendo recuerda su alma, pinta su alma soñada y experimentada en la tierra. Su pintura es más real que nunca por eso, por mostrar lo que él es, en su profundidad, lo eterno y lo efímero que hay en él: el paisaje de su infancia, de su juventud, de su viaje, de su ir en busca de su sueño. La vida se convierte así en sueño, sin él pretenderlo, solo encontrándolo, al sueño, en su camino. Por eso el movimiento es tan importante en su obra, es su esencia. Movimiento, vida, color. Y finalmente la luz que él anhela en el poema titulado Tú me has colmado las manos, parte de la exposición: “Yo soy tu hijo/ En la tierra y penosamente camino/ Tú me has colmado las manos de colores, de pinceles/ No sé como pintarte/ ¿Pintaré la tierra, el cielo, mi corazón/ los pueblos en llamas, la gente que escapa./ Mis ojos que lloran? ¿A dónde huir, hacia quién volar? El que allí da la vida/ El que manda a muchos/ Tal vez haga que mi cuadro se ilumine./”
“Con Chagall entra la metáfora en el arte del siglo XX”, André Breton
André Breton reflexionó acerca de la obra y vida de Marc Chagall con las palabras siguientes: “Con Chagall entra la metáfora en el arte del siglo XX”. Es verdad. Los cuadros de March Chagall, cuyo nombre al nacer, en el seno de una familia judia, fue Moishe Segal, nos conducen al viaje, a la libertad, a la alegría que brota del corazón, de la confianza en el propio mundo, en la propia visión del mundo, algo presente en la vida y obra del artista universal, a quien el poeta Guillaume Apollinaire presentó al marchante alemán Herwarth Walden, quien en el año 1914, en París, le organizó su primera exposición individual. Antes el genio del color y del movimiento participara, en el año 1911, en las exposiciones del Salón de Otoño y del Salón de los Independientes, en las que también participaron los maestros de las vanguardias que iban a renovar el arte del siglo XX.
Poco después partiría hacia su ciudad natal Vitebsk, en donde se casaría con Bella Rosenfeld. La Primera Guerra Mundial había comenzado. La siguió la Revolución Rusa, tras esta, March Chagall dirige la Escuela de Arte de Vitebsk. Abandona el puesto por sus diferencias con Kazimir Malévich y entre 1919 y 1921 colabora con el Teatro Estatal Judío de Moscú. Viaja a Berlín en 1923, luego a Francia y en 1941 se traslada a los Estados Unidos por temor a ser deportado a un campo de concentración. Cinco años después, el Museum of Modern Art de Nueva York le organiza su primera exposición retrospectiva. Marc Chagall se torna en un pintor conocido en todo el mundo. Regresa a Francia en el año 1948.
La exposición Chagall. Fábulas y sueños, de la Fundación Barrié, nos muestra, en su primera parte titulada Chagall litógrafo, creaciones sobre las que en el catálogo de la exposición se lee lo siguiente: “Chagall litógrafo ofrece al visitante un conjunto de estampas realizadas para el volumen del catálogo razonado de la obra litográfica del artista (en la muestra puede verse la edición de lujo, de la que tan solo se han imprimido cien ejemplares). Lejos de ser meros instrumentos de catalogación, los volúmenes son auténticos y genuinos libros de artista ilustrados por un abanico de obras originales de altísimo nivel”. Visión de París, Los enamorados bajo el sol rojo, Notre Dame y la Torre Eifell, El circo, La casa de mi pueblo, El ángel o Pareja delante del árbol, todas del año 1960, son algunas de las litografías que el visitante puede contemplar en esta primera parte de la exposición. En relación a litografía titulada La casa de mi pueblo, en el catálogo de la exposición se hace referencia a la anécdota siguiente, que el artista narró en sus memorias: La madre del pintor buscaba a su padre, que había desaparecido un día festivo. Al final lo descubrieron sentado en la chimenea de la casa disfrutando del buen tiempo. Esta anécdota la representó el genio en el año 1920 en un aguafuerte y más adelante en la litografía, que se puede contemplar en la exposición. “Una buena imagen”, dijo acerca de ella Chagall y añadió: “Tal vez lo haya soñado todo”.
En las litografías de esta primera parte se hallan los colores y las imágenes del mundo onírico y del mundo real de Marc Chagall, quien reflexionó sobre su relación con las técnicas de impresión con estas palabras: “Al sostener una piedra litográfica o una placa de cobre tenía la sensación de tocar un talismán. Me parecía que podía infundirles todas mis penas, todas mis alegrías. Todo aquello que, en el transcurso de los años, ha cruzado por mi vida: nacimiento, muertes, matrimonios, flores, animales, pájaros, obreros pobres, padres, amantes en la noche, profetas bíblicos… por los caminos, en la casa, en el templo y en el cielo. Y, con la edad, la tragedia de la vida en nosotros y en torno a nosotros”.
Marc Chagall es el título de la segunda parte de la exposición, en la que se puede disfrutar de las litografías que formaron parte, en el año 1957, de un ensayo sobre el pintor realizado por Jacques Lassaigne. El flautista, El pueblo, La escalera, El acordeonista o Los enamorados en gris, son algunas de estas litografías, que nos descubren el azul de Chagall, la magia del blanco y negro en su obra, el ángel como imagen casi perenne en sus cuadros, y las imágenes del pájaro, la cabra, el pez, la escalera y el reloj, todas en un océano de color y movimiento que tornan única e inconfundible su obra, a través de la cual, en palabras de Jacques Lassaigne, “no busca armonías, como Braque o Matisse, sino motivos predominantemente decorativos; donde, en los elementos que emanan de él, el artista no ve la necesidad de buscar concesiones o equilibrios. Al contrario, esos elementos deben vibrar, hablar, vivir por sí solos”.
En Fábulas de Lafonaine, título de la tercera parte de la exposición, el visitante puede perderse y encontrarse a través de la contemplación de estas ilustraciones en tonos grises, blancos, ocres y negros. Su amor hacia los animales, nuestra animalidad, nuestro anhelo de humanidad fueron expresadas por March Chagall en estos grabados, que en un principio fueron gouaches, en los que él nos conduce a Las fábulas de La Fontanine y también a sus propios sueños. “El placer que me produjo ilustrar Almas muertas de Gogol se debió a que el señor Vollard me dio la posibilidad de expresarme con total libertad. Su confianza me animó mucho y me permitió llevar a término los cien gouaches de Las fábulas de La Fontaine que luego derivaron en grabados. Todavía tiemblo de miedo cuando tengo que enseñar mis obras a Vollard. ¿Cómo podría olvidar que fue contemporáneo de Cézanne y Renoir?”, escribió el pintor acerca de esta experiencia creativa, que pudo hacer realidad gracias al apoyo del galerista y editor Ambroise Vollard.
La exposición Chagall. Fábulas y sueños acaba con la sección titulada Poemas, en donde se exhiben un conjunto de creaciones y poemas, estos últimos escritos por el pintor. Las xilografías y collages aquí expuestos forman parte de un libro de artista titulado Poemas, realizado en 1968 y aunque se hallan en el mismo volumen, no tienen relación directa los unos con las otras. Las imágenes del caminante, del amor, de la maternidad, de los pueblos devastados, de la alegría y de la esperanza se hallan en estas obras, una selección de los mejores que él artista realizó en su vida. Entre los poemas, que se pueden leer en este espacio destaca el titulado Como un bárbaro: “Allí, donde las casas inclinadas se arremolinan / Allí donde sube la senda del cementerio/ Allí donde corre un ancho río/ Allí he soñado mi vida/ Al anochecer un ángel busca los cielos/ Un rayo blanco sobre los tejados/ me predice un largo, largo camino/ Sobre la casa él arrojará mi nombre/ Pueblo mío, es por ti por quien canto/ ¿Te agradará acaso mi canción?/ La voz que sale de mis pulmones/ está de pena y fatiga henchida/ Es a ti a quien pinto/ Flores, bosques, gentes y casas/ Como un bárbaro coloreo tu rostro/ y día y noche te bendigo/. Acaba así la exposición Chagall. Fábulas y sueños de la Fundación Barrié, dejándonos en el corazón el canto de un hombre que hasta el último día de su vida, cuando tenía ya 97 años, trató, como escribiera un día Rainer María Rilke, de empezar de nuevo la alabanza jamás alcanzable.