
El Acento/ Inmaculada Sánchez.
A Pablo Casado la noticia de la imputación de la exsecretaria general del PP Maria Dolores de Cospedal por el ‘caso Kitchen’ le pilló recién llegado a Ceuta en uno de esos viajes ‘de oposición’ programados por su renovada campaña contra el Gobierno alentada por Vox. El juez Manuel García Castellón no podía ser más inoportuno. Con la bonita bandera de patriotismo español que el líder del PP llevaba preparada para exhibir en la ciudad autónoma, a cuenta de la crisis de fronteras con Marruecos, y llega otra vez el fantasma de la corrupción de Génova a destrozarle su agenda ceutí, desenfocando todos los mensajes contra Sánchez y su irreponsabilidad como gobernante. Con lo bien que iban las cosas desde la simpar victoria de Ayuso del 4-M…
Los periodistas que cubrían el viaje también viraron rápidamente su interés a la noticia-bomba del día y, por lógica de oficio, se apresuraron a preguntar al líder del PP por su opinión al respecto y por las consecuencias o decisiones que la imputación de Cospedal acarrearían al partido en la rueda de prensa convocada previamente.

¿Por qué no abre el PP expediente a Cospedal tras la imputación? ¿Qué debe Casado a la exsecretaria general en su proceso de elección como líder del PP? ¿Qué conocía del ‘universo Bárcenas’ mientras era secretario de Comunicación nacional con Rajoy de presidente? Casado pretende no contestar a ninguna pregunta porque «no tiene nada que ver con mis actuales responsabilidades»
Pero Casado no iba a cambiar de guión. Imperturbable, contestó una y mil veces a los periodistas lo que ya anunció en febrero pasado: que «no volvería a hablar de cuestiones que no me corresponden». Como si uno pudiera hacer desaparecer algo solo por no referirse a ello, Casado se conjuraba hace cuatro meses a no responder a preguntas sobre la corrupción del PP al tiempo que informaba de la venta de la sede de Génova para alejar las siglas del partido de un edificio marcado por ella. Venta de la que, a día de hoy, no se conoce detalle alguno.
Al sucesor de Rajoy no le hace falta parapetarse tras una pantalla de plasma, como hacía su antecesor, para no atender las preguntas de la prensa. Simplemente no contesta. Y lo dice sin afectación alguna. Otra cosa es que las preguntas se extingan si no hallan respuesta. Más bien al contrario, crecen con el silencio.
¿Por qué no abre el PP expediente disciplinario a Cospedal tras ser imputada, tal como establecen los estatutos del partido y como ya hizo en su día con el exministro Jorge Fernández Díaz? ¿Qué compromisos tiene Casado con la exsecretaria general desde el congreso de su elección, cuando le apoyó en la segunda vuelta contra Sáenz de Santamaría, poniendo a su disposición los votos de sus compromisarios fieles? ¿Qué sabía o conocía de lo que giraba alrededor de Luis Bárcenas cuando era secretario de Comunicación nacional del PP, nombrado por Rajoy, mientras éste presidía el partido y el Gobierno de España y tenía despacho en la planta noble de Génova?
Las preguntas que quedan sin responder es inevitable que retornen.
Periodista y directora de El Siglo desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas Cambio 16 y El Nuevo Lunes y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid