Primera visita de la Princesa Leonor a Girona. Los premios que llevan su nombre siguen sin celebrarse en una ciudad que nombró a su padre el rey persona non grata, pero la heredera ha visitado la provincia para recibir su primer baño de realidad entre aplausos y abucheos con la mejor de las sonrisas. A sus 16 años, Zarzuela la prepara para encajar los envites de la política, ya sea independentista, republicana o crítica con una institución lastrada por los usos y costumbres de su abuelo emérito. Tanto calculan en Palacio sus apariciones públicas que, sin contacto con otras casas reales, sin concesiones a la frivolidad y sin relación estrecha con los Borbón y Grecia, apenas se sabe de ella que es una adolescente tranquila y estudiosa que se prepara para ser la próxima soberana en un reino cada vez más incierto.
Ha sido la tercera vez que visita Cataluña y la primera que pisa Girona. Porque los premios Princesa de Girona perdieron su ubicación habitual en el auditorio de la ciudad y ha estado peregrinando por otras localizaciones desde que su alcaldesa (ERC), tras el discurso de Felipe VI del 3-O censurando la deriva independentista de Cataluña, promoviera la declaración institucional del rey de persona non grata. Pero Leonor tenía que sortear un bloqueo que ni la Corona ni ella misma pueden permitirse.
La experiencia no ha sido fácil para una joven de 16 años. El domingo, un día antes de los encuentros en el Palacete Albéniz de Barcelona y de la ceremonia de entrega de galardones en el Museo de las Aguas Agbar, en Cornellà de Llobregat, se desplazaba a Figueres con su hermana, la infanta Sofía, ejerciendo como siempre de apoyo de la heredera.
Hasta el ocio está calculado; tras regresar de Gales, fue a ver un espectáculo sobre mujeres de la última Premio Princesa de Asturias de las Artes
Primero, para participar en una sesión de trabajo sobre los nuevos programas de la Fundación Princesa de Girona y un encuentro con los jóvenes participantes. Después, para visitar el Museo Dalí. Todo ello, en ausencia de representantes de la Generalitat de Cataluña y de la alcaldesa de la ciudad, de ERC, que anticipaba su decisión con un tuit donde decía: “Por una Figueres republicana. A mí no me representan”. Sí acudió un grupo de personas para protestar por la visita real al grito de “fuera el Borbón”, “1-O, ni olvido ni perdón” y “somos república”, frases que se mezclaron con los aplausos y vítores a la Corona y a España de los convocados por asociaciones monárquicas, que portaron la pancarta “El futuro es Leonor”.
Arropadas por la ministra de Educación, por el vicealcalde del PSC y por la delegada del Gobierno, las dos adolescentes pudieron ver y oír las reacciones que provocaron su presencia. Las dos correctas, sonrientes, sabiendo lo que les esperaba a su llegada a un territorio del Estado hostil para la institución a la que representan.
Un día después, en Barcelona y en compañía de los reyes, la jornada discurrió más tranquila e institucional, con una agenda medida al milímetro para no salirse de la hoja de ruta que ha trazado Zarzuela para la heredera, vestida de moda española, pronunciando un discurso en catalán y haciendo entrega de los premios, por primera vez en su totalidad, a cinco mujeres.

Hasta su ocio parece pensado para ofrecer la mejor imagen de sí misma; tras finalizar el primer curso de bachillerato en el internado de Gales y regresar a España, visitó con sus padres y su hermana los Teatros del Canal de Madrid para ver el espectáculo de Sheherazade, de María Pagés que, galardonada este año junto a Carmes Linares con el Premio Princesa de Asturias de las Artes, ha montado un espectáculo flamenco que “relata en once escenas una aventura que sugiere algunos hilos que tejen la poliédrica y pacifista esencia femenina”.
Un ‘premio’ a su primer curso en el UWC Atlantic College donde, según la revista Hola citando fuentes cercanas a Zarzuela, la joven “no se ha podido esforzar más, ni aprovechar mejor estos casi diez meses de internado” estudiando “muchísimo y superado con éxito la exigencia de un sistema diferente, donde todos los alumnos tienen calificaciones espectaculares” y donde la princesa Leonor ha obtenido unas notas “extraordinarias”.
Misteriosa heredera
Lo poco que trasciende de la heredera a través de canales muy limitados dan la imagen de una adolescente cuasiperfecta y, sobre todo, hiperprotegida. La primogénita de los reyes apenas ha tenido contacto con los hijos de las infantas Elena y Cristina, no ha visitado a Juan Carlos de Borbón en Abu Dabi como sí han hecho sus primos y la emérita Sofía no tiene con la futura reina el contacto que desearía, según comentarios atribuidos a fuentes próximas confirmados por la tensión familiar vivida en 2018 a las puertas de la catedral de Palma.
Apenas tiene contacto con los hijos de las infantas Elena y Cristina, no ha visitado a su abuelo en Abu Dabi y la reina Sofía querría tener más contacto con ella
La primogénita de los reyes tampoco ha tenido contacto conocido con sus pares europeas. Comentada fue su ausencia en la reciente celebración del 18 cumpleaños de Ingrid Alexandra de Noruega, primogénita del heredero al trono, Haakon de Noruega. Sí asistieron otras futuras reinas como Amalia, hija de Guillermo y Máxima de Holanda; Elisabeth, hija de Felipe y Matilde de Bélgica; y Estelle, hija de Victoria y Daniel de Suecia.
En Zarzuela nunca han mostrado interés en dotar al perfil de Leonor de un carácter elitista favoreciendo las relaciones con otras herederas. Sin embargo y a pesar de los guiños a la generación de la princesa y el tiempo que le ha tocado vivir, como el colegio en Gales donde contaron que tendría que hacerse la cama y convivir con refugiados para negar que viva en una burbuja, Palacio no resta un ápice al carácter dinástico de la heredera.
De hecho, esa es una de las razones de su ausencia en una reunión de las monarquías europeas; las futuras reinas lucieron tiaras en las fotos de familia –incluso la pequeña Estelle, de diez años–, pero la Casa Real española decidirá el momento y el lugar adecuados para que, por vez primera, la joven llamada a ser futura reina de España luzca una de las emblemáticas joyas de pasar.
Porque de eso se trata. De dotarse de herramientas para ser futura reina de un país donde ya ha conocido los abucheos de los independentistas y asiste desde hace dos años al debate público sobre el modelo de Estado que su abuelo, Juan Carlos de Borbón, ha puesto en cuestión más que ningún partido político. Con un futuro incierto que ni los más monárquicos se atreven a situar en el trono, la princesa Leonor se prepara para lo peor confiando en lo mejor.