Javier Quintana
Al final, hubo foto en Westminster. Zarzuela no consiguió evitar que los actuales reyes compartiesen asiento, codo con codo, con el emérito. La ubicación que el protocolo de la Casa Real británica concedió a don Juan Carlos para asistir al funeral de Isabel II podría, además, jugar un papel importante en su juicio pendiente con Corinna Larsen, ya que apoya el argumento sobre su inmunidad al situarle como miembro de la familia real española. Su tan esperada imagen junto a los actuales monarcas podría dar un vuelco a su situación judicial en Reino Unido.
Pese a que todo hacía presagiar que no habría foto entre el actual monarca, Felipe VI, y el emérito, finalmente el protocolo británico ubicó a toda la familia real en la segunda fila de la nave central de la Abadía de Westminster, procurando una imagen que era incómoda a la vista y que debió serlo aún más para los protagonistas de la misma. En el extremo de la bancada se colocó el rey Felipe, flanqueado por su esposa. Y entre Letizia y la reina Sofía un rey emérito que, pese que a lo largo de su trayectoria como jefe del Estado los funerales nunca fueron santo de su devoción y trató de evitarlos a toda costa, en este se encontraba como pez en el agua, consciente del revuelo que su presencia había generado y de las consecuencias que su asistencia podría provocar.
Los monarcas llegaron por separado al funeral, con un Juan Carlos acompañado por Sofía y con visibles problemas de movilidad. Tras una ceremonia no exenta de polémica por el visible buen humor que exhibió el monarca durante la misma, Felipe VI y su madre se desplazaron a la Capilla de San Jorge, en el Castillo de Windsor, para asistir al servicio religioso en una invitación expresa del monarca Carlos III.
La cita no sólo ha provocado la incomodidad de Zarzuela, por el daño que la imagen del rey junto a su padre exiliado puede provocar en España, sino que podría suponer un valioso activo para hacer frente a la demanda que Corinna Larsen presentó contra Juan Carlos por presunto acoso. El Gobierno y la Casa Real han tratado de evitar a toda costa en los últimos días relacionar la presencia de Juan Carlos en el funeral con cualquier tipo de representatividad institucional, insistiendo en el carácter personal de la invitación británica. Sin embargo, fue la propia Embajada española la que transmitió la invitación al emérito.
“La verdadera cuestión es si el demandado es, ahora, un miembro de la familia del Rey (…) Estoy convencido de que no lo es”, señaló el juez Matthew Nicklin, instructor de la demanda de Corinna Larsen, antes del recurso presentado por los abogados del emérito, que abogan por su condición de miembro de la Casa Real española
Pese a que en un primer momento todo parecía indicar que Juan Carlos declinaría la oferta (llegó a dar permiso a Carlos Herrera, su periodista de confianza, para publicar la noticia) finalmente el ex jefe del Estado aceptó viajar a Londres. “Su Majestad el Rey Don Juan Carlos y Su Majestad la Reina Doña Sofía han comunicado a la Casa de Su Majestad el Rey su intención de atender la invitación cursada por el Foreign Office para acudir al funeral de la Reina Isabel II el próximo día 19 en Londres”, explicó la Casa del Rey la semana pasada tras conocer la decisión del emérito.
El cambio de postura de Juan Carlos podría responder a un motivo claro. Más allá de que, según habló con su entorno más cercano, la invitación suponía para él un regalo tras estos dos últimos años en Abu Dabi, haberla aceptado podría convertirse en una forma de demostrar ante el tribunal londinense que sigue formando parte de la familia real, algo determinante para librarse de la demanda de Corinna.
El juez británico que instruye el caso ha insistido varias veces en que Juan Carlos ya no es miembro de la familia real española, y que por tanto la Zarzuela ya no es su hogar. Así pues, la ley británica promulgada en 1978 (“State Inmune Act”) que otorga inmunidad a los jefes del Estado en suelo británico quedaría en desuso para el emérito. “La verdadera cuestión es si el demandado es, ahora, un miembro de la familia del Rey (…) Estoy convencido de que no lo es”, señaló el juez Matthew Nicklin, instructor de la demanda de Corinna Larsen, antes del recurso presentado por los abogados del emérto, que abogan por su condición de miembro de la Casa Real española
Los abogados del emérito han defendido siempre la plena inmunidad de su cliente en territorio británico, al considerarlos miembro de pleno derecho de la familia real española. La justicia británica denegó la inmunidad al monarca en una primera instancia, y actualmente los letrados de Juan Carlos tienen la oportunidad de convencer al Tribunal de Apelación del derecho que, según ellos, ostenta el emérito en la próxima vista, que se espera para octubre.
En definitiva, su asistencia al funeral de Isabel II y el detalle de que el protocolo británico lo situara junto a los actuales monarcas en la ceremonia podría ser utilizado por su defensa en esta apelación para demostrar que sigue siendo miembro activo de la familia real española y que, por tanto, debe gozar de inmunidad en la querella presentada contra él por su ex amante.