Juana M. Vera Meizoso
‘Buddha y Shiva, Loto y Dragón’, primera exposición organizada por la Federación Americana para las Artes y la Asia Society, exhibe 78 piezas de la colección, de alrededor de 300 obras, de John D. Rockefeller III y su esposa. La Fundación Barrié acoge, hasta el próximo 22 de enero, esta exhibición en primicia en España. Porcelanas de maestros artesanos japoneses, chinos, coreanos, tailandeses o vietnamitas comparten espacio con piezas de bronce procedentes del sur de la India, con esculturas de inspiración hindú y budista, y con objetos sublimes de metal. Las obras muestran delicadeza y kirei, palabra japonesa que significa belleza refinada. Introducen al visitante en la esencia de los actos más íntimos del ser humano: comer y beber. Seducen con su perfección y simbolismo y, tal y como desearon los creadores de esta colección, “promueven la comprensión mutua y las relaciones comerciales entre personas, líderes e instituciones de Asia y del resto del mundo”.
Nonomura Ninsei fue un artesano japonés del siglo XVII vinculado al prestigioso maestro del té, Kawamori Sowa (1585-1656). En la exposición Buddha y Shiva, Loto y Dragón: Obras maestras de la colección de John Rockefeller tercero y su esposa. Colección en la Asia Society, podemos contemplar un jarrón de hojas de té creado por este artesano. El jarrón, del Periodo Edo y procedente de la prefectura de Kioto, expresa la belleza a la que se aspiraba en las ceremonias del té. Realizado en gres con esmaltes y plata sobre la cubierta, el jarrón nos deleita con su forma y con la imagen de aves que se posan, vuelan y luchan sobre su superficie. Imagen que nos habla de la relación de este artesano con el arte de la pintura de los biombos. Junto a la obra de este maestro se pueden contemplar piezas de porcelana japonesas, vietnamitas, coreanas y tailandesas: Jarrones para el almacenamento de comida, para uso funerario, platos para la ceremonia del té y cuencos nos cuentan cómo eran las relaciones comerciales, culturales y sociales en Asia entre los siglos VI a.C y el siglo XIX de nuestra era.
Las obras muestran delicadeza y ‘kirei’, palabra japonesa que significa belleza refinada
Almohada con forma de tambor, porcelana japonesa pintada con esmaltes sobre cubierta y oro, es una de las obras más curiosas de la exposición. El desarrollo de la producción de porcelana en Japón está viculado a las contribuciones técnicas de los artesanos coreanos que llegaron a este país a finales del siglo XVI. En ese momento, Arita se tornó en el centro de producción de porcelana más importante del mundo, creando cerámica para uso interno y para su exportación. Esta almohada con forma de tambor está decorada con un diseño sobrio de flores blancas de cerezo sobre el color rojo intenso inherente al estilo Imari. Los bordes del patrón de flores de cerezo son crisantemos rojos con pinceladas de oro. Ambas flores siempre han sido muy populares en los motivos decorativos de Japón. Las almohadas para el cuello estaban destinadas a las mujeres que necesitaban proteger sus elaborados peinados mientras dormían.
China también es parte importante de esta exposición. El jarrón con tapa del periodo Ming, época de Jiajing (1522-1566), decorado con una escena animada de carpas en su hábitat natural, llama la atención por la belleza y la gracia que transmite. Esta obra es un ejemplo de wucai, o técnica de los cinco colores, porque en lugar de basarse en los contornos de azul bajo cubierta para el diseño, los artesanos pintaban con esmaltes de color directamente sobre el esmalte cocido, lo que les permitía trabajar con mayor libertad y detalle. Por otro lado, la temática de esta pieza está llena de simbolismo: los peces nadando en la naturaleza significan armonía, mientras que ocho peces constituyen un juego visual que quiere decir gran fortuna, ya que la pronunciación china de las dos expresiones es similar. El llamativo y enérgico movimiento de las carpas y las plantas acuáticas de este jarrón caracteriza una nueva estética en la cerámica imperial de principios del siglo XVI. El gran tamaño y el grosor de esta pieza nos indican que podría haberse empleado como decoración de jardín exterior.
El plato chino del Periodo Quing, época de Yongzheng (1723-1735), porcelana pintada con esmaltes sobre cubierta (cerámica Jingdezhen), es otra de las obras maestras de la exposición. El plato ofrece las hermosas formas, los refinados cuerpos, los sofisticados colores y la elegancia de la pintura que caracterizan la porcelana del periodo Quing. Decorado con un diseño de buen augurio: cinco murciélagos y ocho melocotones que penden de ramas en flor, nos cuenta la historia de las creencias populares de china. Wufu, en chino, significa cinco murciélagos y es un homónimo de la frase –cinco felicidades–. Los cinco murciélagos simbolizan riqueza, salud, longevidad, vida virtuosa y muerte natural. Los ocho melocotones combinan un número favorable con una fruta que simboliza la longevidad. “Un elemento importante de la porcelana pintada del periodo Quing es la incorporación de tonos rosas a la paleta de esmaltes sobre cubierta. El blanco opaco procedente del arseniato de plomo y el rosa pálido del oro coloidal fueron unos de los últimos esmaltes opacos sobre cubierta en desarrollarse debido, posiblemente, a la dificultad de su producción. Esa paleta de colores, que incluye tonos pálidos de verde y rosa, se llama fencai (colores en polvo) y ruancai (colores suaves). En Occidente, se conoce como famille rose (familia rosa)”, se explica en el catálogo de la exposición al hacer referencia a este plato.

Otra pieza destacada de la misma época, Periodo Quing, época de Yongzheng (1723-1735), es el cuenco, situado en la exposición cerca de las dos piezas antes mencionadas. Con su gama de colores opacos sobre cubierta, este elegante cuenco exhibe los avances en la disponibilidad de colores que tuvieron lugar durante el Periodo Quing, en China. En esta época, había jesuitas europeos en la corte y los artistas chinos colaboraban con sus homólogos en los talleres imperiales. La amplia gama de colores disponible para los pintores de porcelana en ese momento se muestra en los variados tonos del paisaje y la flora, y en las delicadas plumas de dos codornices que se encuentran de pie sobre la hierba. El paisaje rocoso de este cuenco, que consta de un arbusto chino de frutos rojos, narcisos, rocas y hongos lingzhi (reputados por hacer inmortal a quien los ingiere), indica que se trataba de un regalo de cumpleaños de Año Nuevo. Aquí, el artista aunó estos sentimientos con otro tema de buen augurio: la pareja de codornices (shuang an), que se puede interpretar como pictograma de paz y prosperidad. La composición de la pintura alrededor del exterior del cuenco se revela, al igual que los rollos de pergamino chinos, cuando se gira el objeto.
Del Periodo Tang chino destaca la figura Dama de la corte, que constituye un objeto espiritual o mingqi. Esta pieza de cerámica se usó para que la fallecida mantuviera su estatus social en el más allá y para contentar a su espíritu. Esta dama luce un vetido de talle alto del periodo Tang y sujeta un par de platillos para crear música. La generosa aplicación de esmaltado azul cobalto, pigmento de alto valor económico importado de Irán a China en el siglo VIII, indica el alto precio que debió de tener esta delicada figura.
La búsqueda de la gracia y la armonía es característica inherente a los creadores de las piezas de esta colección
Si comer y beber son el acto más íntimo del ser humano han de hallarse en armonía con el alimento espiritual o nuestra relación con el misterio, para que nuestra vida sea tranquila y plena. La colección de Mr y Mrs. John D. Rockefeller 3rd, se ocupa de la relación con el misterio a través de imágenes de Buddha y Shiva, con las que nos acerca al soñado Camino Medio, que se sigue si logramos rechazar los extremos del lujo y del ascetismo. El Camino Medio, según la tradición religiosa del budismo y del hinduísmo, nos conducirá al Nirvana o liberación del infinito ciclo de las encarnaciones.
Bodhisattava Avalokiteshvara en forma de Khasarpana Lokeshvara, es una de las piezas clave de la parte de la exposición dedicada al alimento espiritual. Este Bodhisattava, creado en el siglo XII, es el de la compasión y adopta una amplia variedad de formas, algunas de las cuales se pueden contemplar en la muestra. Su misión es ayudar a los fieles y difundir la compasión por el mundo. Dos figuras en pie flanquean al bodhisattava de esta pieza. Por un lado, Tara, popular deidad femenina del budismo Vajrayana, venerada como forma activa de la compasión. Por otro lado, Bhirkuti, otra manifestación de la compasión. Los cinco budas direccionales aparecen aquí sobre la cabeza del bodhisattva: cuatro sentados en pedestales de loto y uno representado por una joya en llamas. Bajo el trono de loto de Lokeshvara se hallan, de izquierda a derecha: Sudhana, el joven peregrino que busca la iluminación y que quiere que Avalokiteshvara sea su maestro; Suchimukha, un espíritu hambriento a quien el bodhisttava alimenta con el néctar que gotea de su dedo; los dos donantes de la escultura; y Hayagriva deidad que representa el poder de los budas. Las elegantes proporciones y la rica decoración esculpida de la superficie de esta pieza son inherentes al estilo Pala.
Junto a esta singular representación religiosa, el visitante halla cabezas de Buddha y distintas esculturas y objetos relacionados con el budismo. Del hinduismo, puede contemplar, entre otras, la pequeña escultura titulada Shiva y su consorte Parvati (Uma-Maheshvara), también del periodo Pala, procedente de la India. Sentado sobre un pedestal de loto, Shiva abraza a Parvati, que sujeta un espejo, en el que se refleja su dicha conyugal. A ambos lados se encuentran sus hijos, Ganesha y Karttikeya. Los atributos de Shiva incluyen la media luna en su cabello, el tridente, la calavera en su mano trasera izquierda y el toro Nandi, su montura, bajo su pie derecho. La montura de Parvati, el león, aparece bajo su pie izquierdo.
Otra de las piezas más bellas de esta parte de la exposición es la pequeña escultura de Bixie (animal mítico), que aquí podemos contemplar agazapado y con mirada amenazante. Bixie, nombre chino, se traduce como el que evita el mal. Esta pequeña escultura representa a una criatura que, según la leyenda, tragó el mal y lo transformó en riqueza. Bixie es una protectora o guardiana reservada principalmente a la realeza. Su aspecto se asemeja al de un felino y al de un grifo. Se cree que llegó a China gracias al comercio de la Ruta de la Seda inspirada en la quimera procedente de Mesopotamia. La primera literatura china atribuye a Bixie la agilidad, la elegancia y la fuerza de un ciervo. En China, esta criatura se adornaba con dos cuernos y se le asignaba el género femenino. La Bixie de la exposición de la Fundación Barrié fue esculpida con un estilo dinámico, ostenta un lujoso e irregular dorado, y un sencillo moledado, que indican que quizá fue creada en los periodos Song (960-1279) o Ming (1368-1644). Con su imagen en el corazón y en la mente, el visitante puede abandonar la exposición tras un largo viaje, a través de la búsqueda de la belleza, la gracia y la armonía característica inherente a los creadores de las obras de esta muestra.
El plato chino del periodo Quing, época de Yongzheng (1723-1735), decorado con cinco murciélagos y ocho melocotones es una de las obras maestras de la exposición.