Por Manuel Capilla.
Pablo Iglesias se ha puesto manos a la obra para atar a la mayoría de la investidura y que los Presupuestos salgan adelante con los votos de ERC y EH Bildu. Al margen de las negociaciones con los grupos abiertas por Carmen Calvo, el vicepresidente de Derechos Sociales ha inaugurado los contactos públicos con Gabriel Rufián y con Mertxe Aizpurua para arrinconar la vía Ciudadanos que se está mimando desde Moncloa. No pocos en el PSOE ven el acercamiento a Inés Arrimadas como un paso fundamental para aislar al PP e iniciar una onda expansiva que puede trastocar muchos gobiernos autonómicos y municipales, con la Comunidad de Madrid a la cabeza. Pero Iglesias considera que la mayoría que apruebe estas cuentas será crucial para el devenir de España en los próximos años y está dispuesto a emplearse a fondo para consolidar una mayoría de izquierdas.
“La negociación de los Presupuestos es la estación de salida para agotar la legislatura”. Así expresan desde la vicepresidencia de Derechos Sociales el panorama que sirve de telón de fondo a las reuniones que Pablo Iglesias ha mantenido con los portavoces de ERC, Gabriel Rufián y EH Bildu, Mertxe Aizpurua y Oskar Matute. Iglesias y su equipo consideran que el Ejecutivo de coalición sólo podrá completar los cuatro años de mandato “solidificando el bloque de la investidura”, implicando a éstas fuerzas políticas en la “reformulación del país” que inauguran estos Presupuestos y hacen posible los fondos europeos.

Ciudadanos cabe en ese bloque histórico por el que pelea Iglesias. “La idea no es oponerse al tránsito al centro” por parte de Ciudadanos, explican estas fuentes, pero eso corresponde sólo a la formación naranja, que “está teniendo un tránsito muy lento”. En cualquier caso, subrayan “mientras sostengan a Ayuso es un trayecto poco creíble”.
El vicepresidente segundo hablaba el jueves, en una entrevista concedida a Carne Cruda, de que España está ante “una nueva transición”, la “más importante en cuarenta años”. Una transición que “no se puede hacer sin fuerzas que representan a ciudadanos de muchos territorios que han sentido una enorme desafección por el proyecto colectivo. Como Gobierno de izquierdas nos toca estrechar esos lazos”, ha argumentado el vicepresidente, que vio “predisposición” de ERC y EH Bildu para “caminar en esta dirección”.
Desde la vicepresidencia de Derechos Sociales señalan que las entrevistas de esta semana han servido para constatar que EH Bildu “está volcada en el acuerdo” y que en ERC ha habido un “cambio de posición” propiciado por la fractura entre JxCat y PDeCAT y en el súbito pragmatismo que ha invadido a la posconvergencia, liberando de presión a los republicanos a la hora de negociar los Presupuestos.
El contorsionismo de JxCat
Y es que, de repente, al Gobierno le empiezan a salir potenciales socios de debajo de las piedras. Hasta JxCat, que votó en contra en la investidura y espera la inminente inhabilitación de Quim Torra, se ha ofrecido para negociar. Lo confirmaba en rueda de prensa la portavoz del grupo Laura Borràs, tras la reunión que mantuvo ella y Ferran Bel, del PDeCAT, con la vicepresidenta Carmen Calvo. Borràs acallaba así las informaciones que apuntaban a una fractura del grupo parlamentario tras el divorcio entre el PDeCAT y el nuevo JxCat impulsado por el puigdemontismo. “Estamos aquí para poder negociar unos Presupuestos que puedan ser beneficiosos para Catalunya”, en unas negociaciones que “vamos a abordar como un grupo parlamentario que somos, de ocho diputados”, subrayaba Borràs.

En cualquier caso, desde la vicepresidencia segunda ponen en cuarentena estos mensajes de unidad por parte del PDeCAT y JxCat. “Lo que verbalizan son más deseos que realidad”, explican estas fuentes.
Casi al mismo tiempo que Borràs dejaba epatados a los periodistas que la escuchaban, la líder del nuevo Partido Nacionalista de Cataluña, Marta Pascal, -defenestrada del PDeCAT por apoyar la moción de censura a Mariano Rajoy contra los designios de Carles Puigdemont-, presentaba en Madrid su libro ‘Perder el miedo: Un manifiesto a favor de la política’, acompañada por la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra, y el del PNV, Aitor Esteban. Junto a ella, en el estrado, el responsable de La Vanguardia en Madrid, Enric Juliana, y el politólogo Nacho Corredor. Pascal ha sido la gran defensora del independentismo pragmático tras los sucesos de 2017 y parece que en JxCat no están dispuestos a cederle esa bandera tan fácilmente. A Pascal y, por supuesto, a ERC, en el clima preelectoral que se respira en Cataluña.
Pendientes de Torra
La opción que cobra fuerza entre el puigdemontismo es plantear una desobediencia de baja intensidad, dejando que se consuman los plazos de los recursos judiciales y de las votaciones parlamentarias para la convocatoria automática de elecciones, que podrían tener lugar en febrero o marzo
La dirección de ERC quiere elecciones y las quiere cuanto antes, para aprovechar que la nueva Junts está en pañales, que les falta implantación en todo el territorio para afrontar una campaña electoral. Pero en la carrera que mantiene con la posconvergencia desde hace tres años, lo último que quieren es que la voluntad de negociación y de cierto pragmatismo sea tildada de traición. No quieren aparecer como los botiflers, los que se rinden a la lógica del Estado y a las fronteras que impone la Constitución.
Mientras, en Junts, a pesar de que Torra diera por finiquitada la legislatura antes de la pandemia, anunciando unas elecciones que no convocó, ahora se plantean estirar la legislatura al máximo. Hay quien mira con simpatía la ‘vía Venturós’, defendida por la CUP, que consiste en mantener la presidencia simbólica de Quim Torra y delegar las cuestiones administrativas, la firma de los documentos, en quien la ley designa, Pere Aragonés. Hace referencia a Montse Venturós, la alcaldesa de la localidad barcelonesa de Berga que fue inhabilitada durante seis meses por no descolgar una estelada de la fachada municipal. El problema es que Venturós fue inhabilitada por seis meses, pero todo apunta a que Torra lo será por año y medio y no podrá volver a asumir el cargo en una legislatura en la que, si el Parlament no elige nuevo president o presidenta, tocará a su fin, como máximo, a principios del año próximo.
Pero la opción que cobra fuerza entre el puigdemontismo es plantear una desobediencia de baja intensidad, dejando que se consuman los plazos de los recursos judiciales y de las votaciones parlamentarias para la convocatoria automática de elecciones, que podrían tener lugar en febrero o marzo, según contemplan ya en los cuarteles generales de los partidos catalanes. Mientras, se pelearía la presidencia de Torra en las instancias judiciales europeas. ¿Cómo se conjuga esto con la negociación presupuestaria? Difícilmente, pero no son pocas las contradicciones que acumula el independentismo en los últimos tiempos.
La espiral pragmática, también en el País Vasco
A la vista de los precedentes, no parece fácil que EH Bildu vote a favor de los Presupuestos. Una prioridad de los abertzales es marcar perfil propio en Madrid con respecto a un PNV que suscribió un sólido acuerdo de investidura, que les otorga una relación preferente y que prácticamente los convierte en el tercer socio de la coalición de gobierno
Mientras los partidos catalanes parecen instalados en una competición por el pragmatismo, otro tanto parece ocurrir entre el PNV y EH Bildu, según la impresión que sacó de su encuentro el vicepresidente segundo.
A la vista de los precedentes, no parece fácil que EH Bildu vote a favor de los Presupuestos. Una prioridad de los abertzales es marcar perfil propio en Madrid con respecto a un PNV que suscribió un sólido acuerdo de investidura, que les otorga una relación preferente y que prácticamente los convierte en el tercer socio de la coalición de gobierno. Además, será aún más difícil para EH Bildu votar a favor de las cuentas si ERC no lo hace. Los grupos parlamentarios de EH Bildu y ERC han establecido una cierta unidad de acción en los últimos tiempos y hasta llegaron a plantearse establecer un grupo parlamentario único. Los dos se abstuvieron en la investidura y si los republicanos no llegan a un acuerdo con el Gobierno, el acuerdo con EH Bildu no se hace imposible, pero sí improbable.
Hay un precedente a favor de quienes sustentan esta posibilidad. En mayo, cuando el Gobierno estuvo a punto de no poder sacar adelante las prórrogas del estado de alarma, ERC votó en contra, pero EH Bildu se abstuvo, gracias al famoso acuerdo que contemplaba la derogación de la reforma laboral y que dio pie a un sainete que duró varios días con la patronal soliviantada, los sindicatos estupefactos y varios miembros del gobierno contradiciéndose entre sí y señalando a los grupos parlamentarios por haber metido la pata. PSOE y Unidas Podemos llegaron a un acuerdo con EH Bildu, por escrito, a pesar de que su abstención no era imprescindible para que la votación saliera adelante.
Pero lo cierto es que todas las posibilidades están abiertas gracias al movimiento del PDeCAT. Si ERC no termina por votar a favor y tampoco consiguen atraer a Ciudadanos, el Gobierno podría llegar a sacar las cuentas con la mayoría de la investidura y los cinco diputados de EH Bildu y los cuatro del PDeCAT. Serían 176 escaños, la mayoría absoluta justa que se necesitan para sacar las cuentas. Una cifra a la que podrían sumarse los diputados del PRC, que votó en contra en la investidura a pesar de que gobiernan en Cantabria en coalición con los socialistas, y Coalición Canaria. Una opción que parece muy lejana a día de hoy, sí, pero en el Gobierno nadie se atreve a descartar nada.
Muchas combinaciones favorables para un Pablo Iglesias que ha visto además cómo se resuelve a su favor uno de los frentes judiciales que arrastra, el del ‘caso Dina’. Y es que la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha estimado el recurso de Iglesias y le ha devuelto la condición de perjudicado que le retiró el juez Manuel García Castellón, que está al frente del proceso. Buenas noticias para un Iglesias dispuesto a emplearse a fondo para que no se impongan las tesis de los sectores socialistas que prefieren tener a Ciudadanos como aliado principal.