Un millón y medio de personas se encuentra en situación de exclusión social en la Comunidad de Madrid, un 24% más que antes de la pandemia. Este es una de las principales conclusiones del ‘Informe sobre exclusión y desarrollo social en la Comunidad de Madrid’, elaborado por la Fundación Foessa, vinculada a Cáritas, del que el portavoz del Ejecutivo madrileño y consejero de Educación, Enrique Ossorio, se mofaba la semana pasada. Este nivel de excusión social no registraba desde hace más de una década, con la crisis financiera de 2008. ‘El Siglo’ reproduce a continuación algunos los capítulos más destacados del documento.
Se ha producido una reducción muy importante del porcentaje de población en situación de integración plena, que pasa del 51,3% al 42%
En 2021, el 42% de la población de Madrid se encuentra en una situación de integración plena, el 35,8% en una situación de integración precaria, el 10,2% en una situación de exclusión moderada y el 12,1% en una situación de exclusión severa. Las personas en situación de exclusión social representan el 22,3% de la población de Madrid, lo que implica que, aproximadamente, uno de cada cuatro habitantes de la comunidad —en torno a 1,5 millones de personas— se encuentra en 2021 en una situación de exclusión moderada o severa. Si se compara con la situación del conjunto de España, la situación en la comunidad autónoma resulta, en líneas generales, muy similar. El porcentaje de población en situación de integración plena es prácticamente el mismo —el 42,0% en Madrid frente al 42,2% en el conjunto del Estado—, mientras que el porcentaje de población en una situación de integración precaria es algo superior (35,8% en Madrid y 34,4% en el conjunto de España). En total, el porcentaje de población en situación de integración en Madrid —incluyendo tanto la integración plena como la integración precaria— es del 77,7%, frente al 76,6% en España. En lo que respecta al espacio de la exclusión social, por lo tanto, Madrid también presenta datos ligeramente mejores que España: las personas en situación de exclusión moderada representan el 10,2% de la población, frente al 10,7% en el conjunto de España, mientras que las situaciones de exclusión severa afectan al 12,1% de la población madrileña, frente al 12,7% en España. En total, el 22,3% de la población madrileña experimenta, como acaba de señalarse, situaciones de exclusión social, frente al 23,4% del conjunto de España.
Desde el punto de vista evolutivo, se ha producido en este periodo una reducción muy importante del porcentaje de población en situación de integración plena, que pasa del 51,3% al 42%. Por el contrario, el porcentaje de personas en situación de integración precaria se ha incrementado, pasando del 31,4% de la población al 35,8%; las situaciones de integración —tomadas en conjunto— se han reducido en un 6,1%, mientras que las situaciones de integración plena lo han hecho en un 18,3%. Consecuentemente, se ha producido, de forma paralela, un incremento significativo del porcentaje de población en situación de exclusión, que pasa del 17,2% en 2018 al 22,3%, lo que supone un crecimiento del 29,3%.
La evolución, en cualquier caso, es algo distinta en función del nivel o grado de exclusión que se considere: mientras que las situaciones de exclusión moderada han aumentado en casi tres puntos porcentuales —en términos relativos en un 39,4%—, el porcentaje de población en situación de exclusión severa se ha incrementado algo menos, pasando del 7,2% al 13,9%, lo que supone un 21,9% más. Cabe por tanto destacar que la crisis de la COVID-19 se ha traducido en Madrid en una importante reducción de los niveles de integración plena, por una parte, y en un incremento de la proporción de personas afectadas por las situaciones de exclusión social, tanto en su vertiente moderada como severa. En 2021, el número de personas en exclusión severa asciende a 813.000 de personas, frente a poco más de 650.000 en 2018. La integración en Madrid, por tanto, se repliega notablemente, a la vez que se ensancha el espacio de la exclusión.
Crece el porcentaje de población afectada por situaciones de exclusión en el eje económico, en el eje político y de ciudadanía y, especialmente, en el relacional

La metodología de la EINSFOESSA diferencia tres grandes ejes de exclusión: el económico, el político y de ciudadanía y el relacional. En el eje económico se tienen en cuenta las dimensiones relacionadas con el empleo y el consumo, de tal forma que, por una parte, se examinan los procesos que excluyen a los hogares y a sus miembros de una relación laboral normalizada y, por otra, la suficiencia y/o calidad de los ingresos económicos para la participación en la sociedad, así como las situaciones de privación de bienes considerados básicos. El segundo de los ejes, el eje político y de ciudadanía, hace referencia a la exclusión de la participación política, de la educación, de la vivienda y de la salud. En la dimensión de la participación política se considera el derecho a elegir a los representantes políticos y a ser elegidos, así como la capacidad efectiva de participación política y ciudadana; mientras que, en las dimensiones relacionadas con la ciudadanía, se contempla el acceso en condiciones similares al conjunto de la población a la educación, la vivienda y la salud. Por último, el eje relacional de la exclusión social hace referencia fundamentalmente a las situaciones de conflicto y asilamiento social, que incluyen, por una parte, las relaciones sociales adversas y otras situaciones de conflictividad social y/o familiar y, por otra, la ausencia de lazos y apoyos sociales.
El 32,2% de la población madrileña está afectada por alguna situación de exclusión en el eje económico, el 42,6% en el eje político y de ciudadanía, y el 14,3% en el eje social y relacional. Tanto en Madrid como en el conjunto de España las situaciones problemáticas que afectan a un mayor porcentaje de la población se refieren al eje de la dimensión política y de ciudadanía (salud, participación política, vivienda y educación), y las menos prevalentes son las relacionadas con las situaciones de aislamiento y conflicto social (eje relacional). El porcentaje de población afectada por los dos primeros ejes es similar en ambos territorios —aunque, en todo caso, ligeramente menor en Madrid—, mientras que la afectación del eje relacional es algo mayor en la comunidad autónoma (14,3%) que en España (12,1%).
En términos evolutivos, desde 2018 se ha producido en Madrid un incremento importante de población afectada por situaciones de exclusión en el eje económico (con un crecimiento del 25%, pasando del 25,8% al 32,2%) y por situaciones de exclusión en el eje político y de ciudadanía. En este caso, el incremento es del 13%, pasando del 37,7% al 42,6%. Destaca, frente a España, el muy notable incremento de la población afectada por situaciones carenciales en el eje relacional, que en Madrid pasa del 4,7% al 14,3%, lo que supone un aumento de más del 200% en términos relativos, y que contrasta con un aumento del 62% en el conjunto del país.
Se reduce el porcentaje de personas que no tienen problemas en ninguna dimensión, y crece el de quienes tienen problemas en cuatro o más dimensiones de la vida cotidiana
Los tres ejes de la exclusión social que se acaban de señalar en el apartado anterior (eje económico, político y relacional) se articulan en función de ocho dimensiones concretas, que se refieren a otras tantas dimensiones de la vida cotidiana: el empleo, el consumo, la participación política, la educación, la vivienda, la salud, el conflicto social y el aislamiento social.
La monoparentalidad, a su vez, también es un elemento diferencial, con tasas de exclusión marcadamente más elevadas (32,8%) que las de los hogares que no son monoparentales (20,3%)
El 42% de la población madrileña no se encuentra afectada por situaciones de exclusión en ninguna de estas ocho dimensiones, mientras que el 10,4% se encuentra afectada por situaciones problemáticas en cuatro o más dimensiones. La evolución de la situación, cuando se tiene en cuenta la distribución de la población en función del número de dimensiones afectadas, pone de manifiesto, por una parte, una notable reducción del porcentaje de población que no tiene problemas en ninguna dimensión —que pasan del 51,3% al 42%— y un incremento en el resto de casos. De esta manera, el porcentaje de personas con problemas en una dimensión pasa del 25,1% al 27,4%; el porcentaje de población con problemas en dos dimensiones pasa del 10,7% al 13,7%; aquellos con problemas en tres o más dimensiones, del 6,1% al 6,6% de la población madrileña; y el porcentaje de población con problemas en 4 o más dimensiones pasa del 6,8% al 10,4%, siendo este colectivo el que experimenta un mayor aumento en términos relativos (del 53%). Esta evolución revela, por tanto, un proceso de deterioro generalizado que parece ser más intenso entre la población que previamente tenía un mayor número de problemas.
Más allá del número de dimensiones de la exclusión social que pueden afectar a una persona o a un hogar, resulta también esencial saber el porcentaje de población afectada por cada una de estas dimensiones y el cambio experimentado entre 2018 y 2021 en dicho porcentaje. La dimensión en la que una mayor proporción de la población madrileña presenta situaciones de carencia es la relacionada con la vivienda (que afecta al 25,1% de la población), seguida de la dimensión del consumo (22,2%), el empleo (18,3%) y la salud (17,6%). Las dimensiones relacionadas con la exclusión en la educación y el aislamiento social son las que afectan a un porcentaje más reducido de la población. La situación madrileña es mejor que la española en lo que se refiere a la exclusión política, la exclusión en la educación, y, sobre todo, la exclusión en el ámbito del empleo, y peor en lo que se refiere a la dimensión del consumo, la vivienda, la salud, el conflicto y el aislamiento social.
Los gastos excesivos de vivienda, las dificultades económicas en los cuidados de salud, la pobreza severa y las barreras a la participación política son los problemas más frecuentes y afectan a más del 10% de la población
Los ejes y dimensiones de la exclusión a los que se viene haciendo referencia se derivan de la situación que las familias y las personas experimentan con relación a 37 indicadores específicos. Conocer a cuántas personas y hogares afectan las situaciones que recogen esos indicadores, y cómo han evolucionado desde 2018, permite radiografiar las principales necesidades de Madrid y orientar las políticas públicas hacia esas necesidades.
En Madrid los problemas más frecuentes, aquellos que afectan a más del 10% de la población, son cuatro: los gastos excesivos de vivienda (21,3%); las dificultades económicas para comprar medicamentos o seguir tratamientos médicos (15,0%); la pobreza severa (14,5%); y las barreras a la participación política por falta de derecho a elegir a representantes políticos y a ser elegidos (10,2%). Hasta 1.400.000 personas, dependiendo del indicador, están afectadas por estas situaciones carenciales en 2021 en Madrid. Es obvia, por otra parte, la interrelación entre los cuatro indicadores que, si bien afectan a dimensiones o ámbitos diferentes —el consumo, la vivienda, la salud y la política— todos salvo el último derivan de la ausencia de unos ingresos económicos mínimos para dar respuesta al conjunto de las necesidades de las familias.
Cabe destacar, por otro lado, que de los 37 indicadores analizados 11 afectan a menos del 2% de la población madrileña y, de ellos, 9 a menos del 1% de la población. Entre ellos se encontrarían los hogares cuya persona sustentadora principal tiene un empleo de exclusión (venta a domicilio, venta ambulante, empleadas del hogar no cualificadas…) (0,6%) o los hogares en situación de infravivienda (0,1%).
Los colectivos más afectados por la exclusión social: hogares pobres o sin ingresos, hogares encabezados por alguien que busca empleo y personas extranjeras

Las situaciones de exclusión e integración no se distribuyen de forma aleatoria entre el conjunto de la población y dependen en gran medida de una serie de variables sociodemográficas y socioeconómicas. Desde ese punto de vista, nueve perfiles o grupos sociales registran en Madrid tasas de exclusión social superiores al 40%: a la cabeza se sitúan los hogares en situación de pobreza severa (el 99,9% de todos ellos están en una situación de exclusión social) y los hogares que carecen de ingresos de cualquier tipo (97,8%). Les siguen, con tasas algo más bajas aunque también elevadas, los hogares cuya persona sustentadora principal busca empleo (69,0%), los hogares en situación de pobreza pero no severa (64,3%), los hogares cuya persona sustentadora principal tiene nacionalidad extranjera (51,4%), las personas que residen en hogares de cinco o más miembros (48,8%), el conjunto de las personas de nacionalidad extranjera (48,3%), los hogares sustentados por una persona que se encuentra en una situación de actividad ocupacional diferente al empleo, desempleo o la jubilación (46,4%) y los hogares con dos o más miembros menores (41,1%).
Al contrario, los cinco perfiles o colectivos con tasas de exclusión más bajas son las personas de 65 o más años (8,1%), los hogares que tienen como persona sustentadora principal a una persona con estudios superiores (10,5%), aquellos encabezados por una persona de 65 o más años (10,7%) los hogares que no experimentan situaciones de pobreza (10,8%) y los hogares sin ningún miembro menor de 18 años (11,2%).
Existen cinco variables especialmente determinantes en lo que se refiere al riesgo de exclusión, puesto que entre sus categorías se observan grandes diferencias. Estas variables, en gran medida relacionadas entre sí, son el tipo de ingresos, las situaciones de pobreza, la situación ocupacional, la nacionalidad y la presencia de menores en el hogar.
Lo anterior no implica, obviamente, que no se produzcan diferencias de importancia en lo que se refiere a otras variables, como el sexo o la edad: en concreto, la edad sigue constituyendo un factor claro de riesgo de exclusión social tanto en Madrid como en el conjunto de España, de forma que las situaciones de exclusión se reducen notablemente a partir de los 65 años. Junto al tipo y el tamaño del hogar, la presencia de menores de edad también se relaciona claramente con la prevalencia de las situaciones de exclusión: en los hogares madrileños sin menores de edad la tasa de exclusión es del 11,2% y en los que viven dos o más menores, esta se eleva hasta el 41,1%. La monoparentalidad, a su vez, también es un elemento diferencial, con tasas de exclusión marcadamente más elevadas (32,8%) que las de los hogares que no son monoparentales (20,3%).
En lo que se refiere a las diferencias entre hombres y mujeres, cabe señalar, en primer lugar, que el sexo de las personas arroja en Madrid niveles similares de exclusión social, siendo la prevalencia del 21,3% para hombres y del 23,2% para mujeres. Sin embargo, si se tiene en cuenta el sexo de la persona sustentadora principal, las diferencias se ensanchan ligeramente: las situaciones de exclusión afectan al 21,4% de la población que reside en hogares cuyo sustentador principal es un hombre y al 24% de las personas que residen en hogares encabezados por una mujer. Estas diferencias, sin embargo, son menos pronunciadas que las que se observan en el conjunto de España, con tasas de exclusión del 20% en el caso de los hogares sustentados por hombres y del 29% en el caso de los hogares sustentados por mujeres.
Por último, la nacionalidad, tanto de cada persona del hogar como de la persona sustentadora principal del mismo, sigue jugando un papel clave a la hora de explicar las situaciones de exclusión, de forma que la prevalencia de la exclusión entre las personas de nacionalidad extranjera en Madrid multiplica por 2,7 la de las personas de nacionalidad española. En el conjunto de España, la prevalencia de la exclusión entre las personas de nacionalidad extranjera casi triplica la de las personas de nacionalidad española.
Crece el porcentaje de población con problemas en la dimensión de la vivienda, que afectan a una cuarta parte de la población
La prevalencia de la exclusión entre las personas de nacionalidad extranjera multiplica por 2,7 la de las personas de nacionalidad española
La exclusión de la vivienda afecta en 2021 al 19,7% de los hogares en Madrid y al 25,1% de la población, frente al 20,6% y el 24% en el conjunto de España. Desde un punto de vista comparativo, puede por tanto decirse que la situación madrileña es similar a la española. Desde el punto de vista evolutivo los datos muestran que tanto el porcentaje de hogares como de personas afectadas por situaciones carenciales en la dimensión de la vivienda ha crecido desde 2018. Este incremento ha sido algo más leve entre los hogares madrileños que los españoles (incrementos del 9% y 13% respectivamente). En este ámbito, el problema que afecta a una mayor parte de la población madrileña es el referido a los gastos excesivos de vivienda, que afectan al 15,8% de los hogares, frente al 14,2% en el conjunto de España. A mucha distancia, el segundo de los indicadores que afecta a un mayor porcentaje de la población madrileña es el relacionado con la precariedad en la tenencia de la vivienda. Esta situación afecta al 6,6% de los hogares, frente al 4,3% en España y el 3,0% en 2018. Además, el 5,1% de los hogares madrileños —frente al 1,2% en 2018— se enfrentan a situaciones de insalubridad en su vivienda (humedades, malos olores, etc.) y el 5,0% se encuentran en una situación de hacinamiento grave.
Las situaciones de exclusión en el ámbito de la vivienda que se acaban de describir coinciden con un importante incremento del coste que supone el acceso a la vivienda y a los suministros básicos. El Índice de Precios de la Vivienda que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE) pone de manifiesto que el precio de la vivienda se ha incrementado muy notablemente en Madrid desde 2015, en un 43,6% concretamente, un incremento mucho mayor al ya de por sí elevado 27% experimentado en el conjunto de España y que supone, de hecho, el mayor aumento de todo el territorio nacional durante este periodo. De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística, el precio de la vivienda, el agua, la electricidad, el gas y otros combustibles se ha incrementado en torno a un 16% desde 2016 en Madrid.
La EINSFOESSA permite analizar también el porcentaje de población que padece situaciones de exclusión residencial y, más concretamente, situaciones de vivienda insegura o inadecuada en los términos definidos por la tipología ETHOS. Los datos disponibles ponen de manifiesto que las situaciones de vivienda insegura afectan al 11,4% de la población madrileña, mientras que las de vivienda inadecuada afectan al 11,7%. Los porcentajes de población afectada son, en ambos casos, superiores a los que se registran en el conjunto de España, con diferencias especialmente notables en el ámbito de las situaciones de inseguridad residencial. En términos evolutivos, el porcentaje de población afectada por las situaciones de vivienda insegura y de vivienda inadecuada ha crecido en Madrid, en mayor medida que en el conjunto de España.
Es importante señalar, finalmente, que en los últimos años se ha producido en Madrid una reducción en el número de ejecuciones hipotecarias, especialmente durante el segundo trimestre de 2020. En todo caso, los datos que el INE ofrece sobre las ejecuciones hipotecarias en España y en Madrid indican que, desde 2018, se han iniciado e inscrito más de 5.500 ejecuciones hipotecarias en la comunidad madrileña, y que el trimestre en el que se iniciaron un mayor número de ejecuciones —más de 500— fue el segundo de 2021, momento tras el cual se inicia un proceso de marcado descenso. Desde el punto de vista comparado, cabe destacar que la tasa de ejecuciones hipotecarias madrileña, con relación a la población residente, es significativamente inferior a la española durante la totalidad del periodo analizado.
Aumentan las situaciones de privación material en un contexto socioeconómico que había evolucionado favorablemente desde 2015
Entre 2015 y 2020, la tasa de riesgo de pobreza ha aumentado muy ligeramente, del 15,1% al 15,4%, mientras que la tasa de pobreza severa ha descendido del 8,8% al 5,9%
El análisis de las situaciones de pobreza pone de manifiesto tasas de pobreza y de riesgo de pobreza en Madrid inferiores a las del conjunto de España. Efectivamente, la tasa de riesgo de pobreza es del 15,4% en la comunidad madrileña, frente al 21,0% en España, mientras que la tasa de pobreza severa es del 5,9%, frente al 9,5% en España. Estas tasas inferiores de pobreza en Madrid se han dado durante todo el periodo considerado, aunque en el caso de la pobreza severa puede hablarse de un proceso de convergencia entre ambos territorios en 2017, motivado por un constante aumento de esta tasa desde 2013 en Madrid y que, sin embargo, desciende notablemente a partir de 2018. Con todo, los datos ponen de manifiesto una evolución dispar de las tasas de pobreza en la comunidad madrileña en los últimos años: por un lado, entre 2015 y 2020, la tasa de riesgo de pobreza ha aumentado muy ligeramente, del 15,1% al 15,4%, mientras que la tasa de pobreza severa ha descendido del 8,8% al 5,9%. La evolución de las situaciones de pobreza que acaba de señalarse se asocia a una reducción de las tasas de desigualdad, independientemente del indicador que se utilice, para el periodo más reciente, aunque no tan clara cuando se observa la evolución con respecto a 2008.
Desde un punto de vista evolutivo amplio se observa una evolución algo desfavorable con respecto a 2008. El indicador S80/S20 —que recoge la razón entre los ingresos del 20% de la población con mayores ingresos y el 20% con menores ingresos— refleja una subida de 0,2 puntos, pasando 5,6 en 2008 a 5,8 en 2020, mientras que el índice de Gini —el principal indicador para la medición de la desigualdad— aumenta en la Comunidad de Madrid desde 2008 del 31,9 al 32,9. Por último, en lo que a la renta mediana equivalente se refiere, los datos ponen de manifiesto un aumento del 9% en Madrid entre 2008 y 2021.
Por el contrario, si la atención se pone en el periodo más reciente —el que va de 2015 a 2020— se observa que el indicador S80/S20 ha caído en Madrid, ligeramente en mayor medida de lo que lo ha hecho en España, con un descenso del 16,6% frente al 16% del conjunto del país. El índice de Gini, por el contrario, se ha reducido en Madrid en un 5,2%, una reducción inferior a la del 7,3% observada en el resto de España. La renta mediana equivalente de la población madrileña también ha evolucionado de manera favorable, con un aumento del 13,3% —en términos de euros corrientes, que pasa de 16.030 a 18.154 euros—, aunque bastante menos que en el caso español, donde el crecimiento ha sido del 20,2%. Pese a ello, la renta mediana equivalente sigue estando en Madrid un 13% por encima de la española. Con todo, esta reducción en los índices de desigualdad mantiene a Madrid en una posición muy similar a la del conjunto del país, con tasas prácticamente iguales.
Frente a esta positiva evolución, los indicadores que miden las situaciones de privación material arrojan datos más preocupantes. Por un lado, se ha producido en el último año analizado un incremento muy marcado del porcentaje de población en situación de privación material severa, que pasa en Madrid del 4,5% en 2019 al 6,9% en 2020. Este porcentaje se sitúa prácticamente a la par con el observado en el conjunto de España, siendo este último del 7%. El valor correspondiente a 2020 se sitúa, además, entre los más altos de la serie, sólo superado por el 7,3% registrado en 2013. Se trata de un indicador de interés, ya que mide la situación de los hogares en el momento de la encuesta (en 2020), mientras que la información relativa a los ingresos se refiere al ejercicio anterior (2019, antes de la pandemia). El incremento del indicador de privación material, tanto en España como en Madrid, podría por tanto estar anticipando un incremento de las situaciones de pobreza monetaria a corto plazo independientemente de la COVID-19.
Un año después de su creación, el 18,8% de la población madrileña en situación de pobreza severa se beneficia del IMV
Los datos que ofrece la Secretaría de Estado de Seguridad Social y Pensiones indican que a septiembre de 2021 se habían recibido en Madrid un total de 170.545 solicitudes de IMV, de las que se tramitaron 148.754. De ellas se aprobaron un total de 33.369, que representan el 22,4% de las tramitadas y en torno a una quinta parte de todas las solicitudes recibidas. Los porcentajes que se registran en Madrid son algo inferiores a los correspondientes al conjunto de España, donde se han aprobado 336.933 solicitudes, que suponen el 27,1% de las tramitadas y el 22% de las solicitadas. El porcentaje de solicitudes denegadas respecto de las tramitadas es del 71,4% en el conjunto de España y del 75,6% en Madrid. Los datos ponen de manifiesto que uno de cada diez expedientes de IMV aprobados en España corresponden a solicitudes cursadas en la comunidad autónoma madrileña.
Desde una perspectiva comparada, al considerar el número de personas beneficiarias que ofrece la Secretaría de Estado de Seguridad Social sobre el total de personas en situación de pobreza severa, el resultado es una cobertura del IMV en Madrid, con relación a la población potencialmente demandante, muy similar a la que se observa para el conjunto de España. En septiembre de 2021, en Madrid se estarían beneficiando del IMV un 18,8% de las personas en situación de pobreza severa, mientras que en el conjunto de España esta proporción sería del 18,5%. Por otro lado, la cobertura total del IMV en Madrid con relación al conjunto de la población es algo inferior a la registrada en el conjunto de España. Así, de acuerdo con los datos del Ministerio, el porcentaje de personas beneficiarias del IMV en Madrid es del 1,3%, frente al 1,7% en el conjunto de España.
Cabe señalar por otra parte que, de acuerdo con los datos facilitados por el Ministerio, la cuantía mensual media por hogar de la prestación es en Madrid de 524,12 euros, superior, por lo tanto, a la del conjunto de España (448,7 euros). Esta cantidad se sitúa un 14% por encima del umbral de pobreza severa para una persona sola en Madrid, en contraste con el caso del conjunto de España, donde la cuantía mensual media de la prestación solo representa el 83% del umbral de pobreza severa.