
El Acento/ Inmaculada Sánchez
El azar del calendario ha querido que coincidan en la misma semana el aniversario del abrazo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que alumbró el primer gobierno de coalición de izquierdas de la democracia, con la luz verde del Congreso a sus primeros Presupuestos. La votación del jueves, rechazando las enmiendas a la totalidad del proyecto presupuestario y encarrilando su presumible aprobación definitiva, no sólo ha permitido al Ejecutivo tener un sólido motivo para festejar el cumpleaños del pacto que le hizo nacer, sino que, más allá de las cuentas públicas. insufla en Moncloa suficiente oxígeno para dos años más de legislatura, como poco.
Pese al ruido y la furia desplegados por la oposición, la hipótesis que, durante un tiempo, manejó Pablo Casado de que la feroz pandemia se llevara por delante al débil Gobierno de Pedro Sánchez ha terminado desvaneciéndose. Tan amarga constatación podría hallarse en el origen del histórico y aplaudido discurso del líder del PP en el Congreso rechazando la moción de censura de Vox. Y de su intento por buscar en el navegador de Génova una ruta independiente de los de Abascal. Aún no hay certezas de que la encuentre, pero el camino a las siguientes elecciones se vislumbra más largo y las prisas, con sus errores, no son buenas compañeras.
La misma semana del aniversario del abrazo entre Sánchez e Iglesias el Congreso ha dado luz verde a la tramitación de sus primeros Presupuestos. Y, pese al desgaste por la gestión de la pandemia, con más apoyos que los que reunió en la investidura
Hace ahora un año Sánchez e Iglesias acometían el difícil empeño de lograr más adhesiones que rechazos a su incierto matrimonio y lo lograron en enero por una exigua diferencia de dos votos entre los 350 diputados del Congreso. A socialistas y morados se unieron los pragmáticos votos del PNV, del BNG y de los minúsculos pero valiosos escaños de Más Páis, Compromís, Nueva Canarias y Teruel Existe. Con todo, la llave para que el Ejecutivo echase a andar la tuvieron las abstenciones de Esquerra Republicana de Catalunya y EH Bildu, los más incómodos y desasosegantes ‘socios’ de estos intensos doce meses.
Tras una tragedia global que nadie esperaba, con muertos, confinamientos, estados de alarma y hecatombe económica incluidas, llegan, por fin, al Congreso unos Presupuestos del Estado más necesarios que nunca, más expansivos que nunca, con más inversión y gasto social que nunca y que se presentan como la clave de bóveda del actual Gobierno, sin los que sería imposible continuar adelante. Para sorpresa de más de uno, la votación negando su rechazo ha ampliado el margen de Moncloa de hace un año: 198 votos a favor de su tramitación frente a 150 en contra. El Gobierno ha perdido algún escaño de los compañeros de la investidura, como el del BNG -aún recuperable en el trámite de enmiendas- pero ha ganado a los exconvergentes del PdeCAT, mantiene a ERC y a Bildu, y no tiene en contra, de momento, a Ciudadanos. Aire suficiente para afrontar el desgaste de la dura negociación de las próximas semanas hasta que las nuevas cuentas públicas sean aprobadas definitivamente. El bloque de la investidura vuelve a respirar.
Dos datos sobresalen, además, en el nuevo escenario. Por una parte, EH Bildu ha querido declarar, sorpresiva y anticipadamente por boca de su líder, Arnaldo Otegi, que, muy probablemente, apoyarán la aprobación final de los Presupuestos. Para escándalo de la derecha y de la moribunda ‘vieja guardia’ del PSOE, los batasunos vuelven a alinearse con este Gobierno de coalición para evitar que busque otros apoyos. El hecho resulta crucial, no solo para la supervivencia de Sánchez en La Moncloa, sino para la normalización política de Euskadi.
Nunca antes la izquierda independentista vasca había jugado una partida como ésta en el tablero político del Estado español. Incluso su portavoz en el debate, Oskar Matute, pedía inversión estatal en la red ferroviaria de cercanías vasca después de que su homóloga del PNV, Idoia Sagastizabal, hubiera hecho lo propio para el AVE en Euskadi. Un antes y un después para los «herederos de ETA», como despreciativamente suelen denominarlos todavía desde no pocos escaños del actual Parlamento en un intento, cada vez más inútil, de deslegitimar sus votos y excluirlos de la política española.
Por otra, si Ciudadanos termina quedándose fuera de juego, como parecen señalar los últimos movimientos, el liderazgo de Inés Arrimadas, tan frágilmente apuntalado en el giro anti-Rivera con el que quiso emerger, podría quedar seriamente tocado. En ello, y en el siempre incierto papel de ERC, tendrán mucho que decir las ya cercanas elecciones catalanas, previstas para el próximo febrero.
Definitivamente, estos Presupuestos para 2021 son mucho más que las cuentas anuales del Estado. Recordemos que, además, contienen una virtud añadida: harán decaer, por fin, los de 2018 que elaboró Cristobal Montoro, con Mariano Rajoy de presidente, y con los que este Gobierno ha tenido que navegar frente a una crisis sanitaria y económica nunca vista en España.
Periodista y directora de El Siglo desde 2011, revista que contribuye a fundar, en 1991, formando parte de su primer equipo como jefa de la sección de Nacional. Anteriormente trabajó en las revistas Cambio 16 y El Nuevo Lunes y en la Cadena Ser. Actualmente también participa asiduamente en diferentes tertulias políticas de TVE y de Telemadrid.