
Juantxo López de Uralde
Desde que el Partido Popular decidiera entrar de lleno en la campaña electoral de Castilla y León (una convocatoria ‘ad hoc’ del propio actual presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco), inventando un bulo contra el ministro de Consumo, Alberto Garzón, con medias verdades acerca de sus declaraciones al diario ‘The Guardian’ sobre las macrogranjas, llevamos semanas arrastrando una campaña paralela de desinformación y ‘fake news’, que ha enfangado también al propio Partido Socialista.

En las macrogranjas, tal y como precisaba el ministro de Consumo, la carne es de peor calidad (y esto es otro dato) porque los animales están hacinados, viven en malas condiciones y su alimentación deja mucho que desear. Así lo documentan muchas organizaciones ecologistas y animalistas, en España y en muchos otros países
Sin embargo, la realidad demuestra que las macrogranjas están arrasando el territorio, especialmente en la España vaciada, contaminando nuestro medio ambiente y envenenando nuestros acuíferos, y destruyendo empleo, ya que muchas pequeñas y medianas explotaciones de ganadería tradicional se ven abocadas a la desaparición.
Según el Registro Estatal de Emisiones y Fuentes Contaminantes (PRTR) en España existen 3.235 explotaciones activas de porcino y 550 avícolas. El censo oficial del ganado porcino en España alcanzó en 2020 las 32,6 millones de cabezas. Más del doble que en 1986. Ha crecido un 33% en los últimos quince años. En enero de 2021 se registraron en Castilla y León 4.340.122 cerdos, una cifra que comparamos con las 2.394.918 personas censadas en la Comunidad, según el último dato del INE. Es decir, casi la mitad. En el caso de Aragón ya hay casi siete cerdos por habitante. No es la ganadería tradicional, la extensiva, la que nos está llevando a que haya más cerdos que personas en nuestro país, sino las macrogranjas, que producen ganado en cantidades industriales.
En este tipo de explotaciones, tal y como precisaba el ministro de Consumo, la carne es de peor calidad (y esto es otro dato) porque los animales están hacinados, viven en malas condiciones y su alimentación deja mucho que desear. Así lo documentan muchas organizaciones ecologistas y animalistas, en España y en muchos otros países. Las lamentables condiciones en las que viven (o malviven) los animales en las macrogranjas están documentadas ya por muchas organizaciones ecologistas y animalistas, que llevan tiempo denunciando estos hechos: encerrados en naves industriales sin ver la luz del sol; aprisionados entre barrotes con el espacio mínimo necesario para estar tumbados, sobre rejilla, y poder darse la vuelta… Nada que ver con la ganadería que sí defendió el ministro Garzón, y que llevamos mucho tiempo defendiendo desde el ecologismo político también en Unidas Podemos por más que quieran darle la vuelta desde el Partido Popular: una ganadería extensiva, sostenible, que produce carne de calidad.
Una ganadería que, por cierto, corre el riesgo de desaparecer a causa de estas grandes instalaciones porque otra de las consecuencias de la proliferación de macrogranjas es la pérdida de puestos de trabajo. Solamente en la última década se han cerrado 21.000 pequeñas y medianas explotaciones de porcino. Las macrogranjas están teniendo un coste en términos de empleo además del enorme impacto medioambiental.
Y, siguiendo con los datos ante los que se tapan los ojos algunos, según el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero publicado por el propio Ministerio para la Transición Ecológica, en España, el sector porcino es el responsable del 76% de emisiones de metano derivadas de la gestión del estiércol. Esto sólo es posible en un sector altamente concentrado, en un país en el que, como ya hemos dicho, ya hay más cerdos que personas.
Pero, por mucho que se intente retorcer la realidad, los datos nos dan la razón. Y, de hecho, en una encuesta realizada desde la cuenta oficial de Twitter de Facua, en la que participaron cerca de 17.000 usuarios, el 75% de los consultados está de acuerdo con las declaraciones sobre la ganadería intensiva del ministro de Consumo, Alberto Garzón; otra encuesta realizada en Televisión Española (TVE), reflejaba también más del 68% de apoyo.
Afortunadamente, en este caso la realidad ha sido demasiado evidente y las plataformas ciudadanas contra las macrogranjas han evidenciado la distancia que existe entre quienes nunca han pisado el campo, y quienes viven en él y por tanto padecen las consecuencias de la ganadería industrial. Ahora, toca seguir trabajando para revertir este modelo insostenible y cuidar nuestro territorio.
Juantxo López de Uralde (Donosti, 1963), diputado de Unidas Podemos, ha dedicado toda su vida a la defensa de la Naturaleza y al activismo ecologista. Ha navegado en los barcos de Greenpeace (organización de la que fue director entre 2001 y 2010) y ha participado en sus campañas más conocidas. En 2010 fundó el partido político EQUO, del que fue su coportavoz. En las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015, salió elegido diputado por la provincia de Araba. Tras la repetición electoral del 26 de junio de 2016, y nuevamente tras las elecciones del 28 de abril de 2019 y en las del 10 de noviembre, sigue desempeñando su trabajo desde el Congreso, como diputado en el Grupo Parlamentario Unidas Podemos.