Virginia Miranda
Viróloga del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa del CSIC y coordinadora de su plataforma Salud Global, Margarita del Val es una de las investigadoras más autorizadas en su campo y una de las voces más reconocidas en la divulgación científica de la pandemia provocada por el Covid-19. Con esa capacidad didáctica explica por qué la vacuna será más segura que ninguna conocida, por qué las medidas de prevención no van a decaer tras su llegada y por qué el debate entre salud y economía es falso. A la pregunta del millón, responde sin dudar. Su plan para estas fiestas navideñas consiste en limitar los contactos “y ya las celebraremos probablemente en verano”.
Usted es coordinadora de la plataforma Salud Global del CSIC. ¿De qué se ocupan desde la llegada de la pandemia?
Se basa en una estructura que empezó a montar el CSIC hace tres o cuatro años para identificar retos concretos y reclutar investigadores de otros campos que, de forma voluntaria, quisieran enfrentarse a ellos. Estaba ya rodando con alrededor de 30 retos de todos los ámbitos posibles y está claro que se trataba de una plataforma óptima para enfrentarse a la pandemia. Gracias a que estaba ya engrasada, reaccionamos inmediatamente y nos pusimos a trabajar. La coordinamos 13 personas con el apoyo de toda la organización central del CSIC, con una implicación de más de 300 grupos de investigación en un centenar de proyectos financiados por distintos fondos, con una contribución importante de la financiación privada y con una orientación para desarrollar protocolos y testar en ensayos clínicos vacunas o potenciales antivirales a muy corto plazo. Lo estamos llevando adelante de manera mucho más aplicada de lo que solemos hacer.
Según las encuestas, ha aumentado la desconfianza en las vacunas contra el Covid. ¿Ha crecido el negacionismo o es recelo por su excepcional rapidez?
Si es algo que no conocemos, es lógico que no nos fiemos. Pero, cuando lo veamos cristalizar en una manera concreta de administrarse, con un efecto concreto sobre la población, comprobaremos que es real y tomaremos posición. Por otra parte, este virus nos ha dado algunos regalos. No varía mucho, por tanto es más probable desarrollar una vacuna, y la inmunidad que induce es bastante buena. Además, se pudo hacer mucha investigación en los dos virus más cercanos, el SARS y el MERS, que nos han proporcionado gran conocimiento. Para la malaria o la tuberculosis todavía no sabemos qué proteínas usar para hacer una vacuna, pero para este coronavirus se sabía desde el primer día que la proteína S de la espícula era el principal antígeno en caso de tener elegir uno solo. Luego habrá que explicar en qué se ha acelerado y en qué no. Pero en seguridad no se va a acelerar nada. La vigilancia nos ha enseñado que los efectos adversos de las vacunas dan la cara en las primeras seis semanas o dos meses tras recibir la última dosis. Desde el primer vacunado del ensayo clínico hasta el último, muchos de ellos han pasado los dos meses de seguridad. Por otra parte, se ha destinado de golpe tanto dinero a los desarrollos de prototipos de vacunas que se están administrando a un número altísimo de voluntarios muy rápidamente. Gracias a esta inversión no se van a comprometer, en absoluto, los plazos de seguridad de las vacunas del pasado. De hecho, vamos a tener una ventaja. Para ver los efectos adversos que sólo se detectan en una persona de cada millón hay que vacunar a decenas de millones, y esa comprobación se va a hacer más rápido porque nos vamos a vacunar en todo el Planeta en mucho menos tiempo. Por tanto, en seguridad van a ser mejores que cualquier vacuna de la historia.
“Hasta que no esté vacunada la última persona de riesgo no se podrán levantar las medidas”
Dice el Gobierno que en 2021 el cien por cien de la población estará vacunada en España. ¿Confía en que pueda ser así?
La gran confianza que debemos tener es en la Agencia Europea del Medicamento, un compendio de las agencias de todos los países con expertos y técnicos rigurosos hasta decir basta. Están viendo en tiempo real los datos de las compañías, de modo que hay una transparencia total. Cuando nos digan para qué vale una vacuna, veremos a qué ritmo hay que ir avanzando. Hay que prepararse para poder vacunar a toda la población muy rápidamente, pero también hay que saber que, a lo mejor, no hace falta administrar la vacuna a todos a gran velocidad, o se puede concentrar en grupos de riesgo… Depende, pero hay que estar preparados ante la circunstancia más demandante para poder hacerle frente y eso es lo que se está haciendo ahora. Seguro que habrá cambios sobre la marcha, hay que ser realistas.
¿Qué piensa usted cuando escucha que hay que salvar la Navidad?
Hace poco me llegaba un mensaje con dos letras cambiadas, “Hay que salvar la sanidad”. Para mí, la mejor manera de salvar la Navidad es que no tengamos muertos en la familia.
¿Qué opina del debate entre salvar vidas y salvar la economía?
Es una dicotomía absolutamente falsa. Sin salud, no hay economía. No es como el debate entre contaminación y economía. La contaminación se acumula y nos va enfermando poco a poco. Se va sumando. En cambio, el virus se multiplica. La contaminación puede tener más normas, pero este virus tiene una única regla: mientras haya personas vulnerables y más juntas estén unas de otras, más probabilidades tiene de multiplicarse desaforadamente. No se es posible pensar que se puede convivir con el virus y olvidarse de él. Pero es posible mantener la economía con medidas llevaderas. Para mí no es nada grave llevar mascarilla ni supone un riesgo de salud para nadie.
“La mejor manera de salvar la Navidad es que no tengamos muertos en la familia”
¿La llegada de la vacuna va a ser la panacea o vamos a tener que esperar más tiempo para volver a la normalidad?
Que una vacuna tenga autorización plena no quiere decir que cumpla todos los requisitos. Tendría que proteger al cien por cien de la población de la muerte, de la hospitalización en UCIs, de la hospitalización en general, de los síntomas leves. Ojalá además, y esto es muy importante respecto a las medidas que vamos a tomar, sobre la capacidad de contagiar. Si las personas vacunadas siguen siendo contagiosas aunque no sufran la infección, fantástico para ellas, pero tendremos lo mismo que ahora con los asintomáticos. Hasta que no esté vacunada la última persona de grupos de riesgo, no se podrán levantar las medidas. Y si no protege a todos, incluso los vacunados tendrían que mantener las medidas. Por lo tanto, la vacuna no va a cambiar casi nada, pero dejaremos de tener ansiedad por su llegada.
La ciencia en España se ha sentido ninguneada y maltratada por falta de recursos y reconocimiento. ¿Cree que después de una experiencia como ésta las cosas pueden cambiar?
Quien debe financiar la investigación en España la considera una subvención y un lujo. De manera que, en cuanto hay problemas, es lo primero de lo que prescinde. En la crisis de 2008-2009 se recortó radicalmente en investigación, no hemos recuperado los niveles previos y permanece en un estado muy precario. La financiación corre a cargo del Estado para que se mantenga la independencia, eso es muy importante, pero tiene que haber inversión privada. Lo que más falla en España, en comparación con otros países europeos, es la inversión privada. Particularmente en salud. ¿Cómo será en el futuro? No lo sé. Yo quiero que sea mejor, y para eso estamos trabajando todos los investigadores todo lo que podemos. Por la parte estatal se han prometido mejoras y bienvenidas sean. A ver si se pueden materializar de verdad. Pero también hace falta más participación de la empresa privada.
¿Qué planes tiene para estas navidades?
Mis planes son limitar los contactos, no exponerme con personas que no pertenecen a mis grupos habituales y ya las celebraremos probablemente en verano.