Especial Nueva Defensa/ Margarita Robles.
Desde el pasado 24 de febrero el contexto internacional está marcado por la ilegal y cruel guerra iniciada por Vladimir Putin contra Ucrania. Meses después de la injustificable agresión rusa, los bombardeos indiscriminados contra la población civil, la violencia, el chantaje energético o el bloqueo de alimentos para presionar a la comunidad internacional no cesan, e incluso se han intensificado con la llegada del invierno, aumentando la situación de vulnerabilidad de la población ucraniana. Ya son más de siete millones de personas desplazadas dentro de Ucrania, que lo han perdido casi todo, y otras tantas están refugiadas en otros países, como España.
“La guerra en Ucrania ha consolidado la posición de todos los países de la UE y OTAN contra Putin y en defensa de los valores democráticos que hemos construido entre todos”
Esta terrible invasión, donde se están vulnerando las normas mínimas del derecho a la guerra, ha hecho tambalearse muchos de los cimientos que dábamos por seguros en la Europa de la convivencia, la paz y la seguridad. Unos cimientos que el pueblo ucraniano nos recuerda cada día con su heroica actuación en legítima defensa de su integridad territorial y su independencia. Son todo un símbolo que nos sirve de acicate para recordar la importancia de la moral y los valores éticos para garantizar los derechos y las libertades que tanto cuesta construir y mucho más conservar.
Igualmente, la guerra en Ucrania ha consolidado, sin fisuras, la posición de todos los países de la Unión Europea y OTAN contra Putin y en defensa de los valores democráticos que hemos construido entre todos. Una postura que ha quedado también patente en todas las resoluciones adoptadas por Naciones Unidas desde el inicio de esta invasión ilegal.
“Ya no basta con la disuasión, sino que es necesario favorecer la paz. La paz exige diálogo, pero también fortaleza; exige innovación y dotarnos de capacidades de defensa avanzadas”
Ahora, sobrecogidos por la situación en Ucrania, tampoco podemos olvidar que existen otros 30 conflictos armados en el mundo de una especial crueldad, donde las mujeres y los niños siguen siendo utilizados “como armas de guerra” o que hay más de 100 millones de personas desplazadas de sus hogares a la fuerza como consecuencia de los conflictos armados, la persecución generalizada o por violaciones de los derechos humanos, según ACNUR.
Vivimos en mundo incierto donde se está modificando la concepción de la seguridad. Ya no basta con la disuasión para defender las fronteras, sino que es necesario favorecer la paz. No podemos pensar en la paz como en algo dado. Como una situación que se mantendrá de manera natural sin ningún esfuerzo por nuestra parte. Muy al contrario, la paz es siempre el fruto de un esfuerzo, con frecuencia agotador, que además puede resultar inútil si no se aplica de manera decidida y constante.
La paz exige diálogo, pero también fortaleza; exige innovación y dotarnos de capacidades de disuasión y defensa avanzadas, también requiere de disposición a negociar sobre cualquier controversia, de proteger sin prepotencia y ayudar sin imposición, como hacen todos los hombres y mujeres de nuestras Fuerzas Armadas en las distintas misiones de paz donde España participa bajo el paraguas de Naciones Unidas, OTAN o la Unión Europea.
“Cerca de 3.000 militares españoles están actualmente desplegados en contingentes lejanos, como Irak, Mali, Líbano, Senegal, Somalia o Letonia, trabajando por la paz y la seguridad”
Cerca de 3.000 militares se encuentran actualmente desplegados en contingentes lejanos, como Irak, Mali, Líbano, Senegal, Somalia o Letonia, trabajando por la paz y la seguridad de una manera desinteresada, silenciosa y con vocación de servicio, combinando fortaleza y profesionalidad con manos tendidas. Una labor en la estamos comprometidos como país desde hace más de 30 años.
Un compromiso y humanidad que quedó plasmado en el recuerdo de todos los españoles con la heroica operación de evacuación de Afganistán, donde nuestros militares consiguieron rescatar a más de 2.000 personas desde el aeropuerto de Kabul, tras el asalto al poder de los talibanes en agosto de 2021.
Nadie debería permanecer ajeno al esfuerzo y los sacrificios que conlleva construir la paz, porque todos nos beneficiamos de ella, como individuos y como sociedad. Es cierto que nada exige más esfuerzo que la paz, pero nada resulta tan reconfortante cuando por fin se logra. Como aseguraba el novelista y filósofo francés Albert Camus “La paz es la única batalla que vale la pena librar”. Librémosla juntos.