Resulta curioso que Mariano Rajoy haya reunido –que no unido– a Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. No se veían las caras en público desde la tregua de 24 horas que firmaron en la Convención Nacional del PP celebrada a principios de octubre y han ido a coincidir en la presentación de un libro titulado Política para adultos (Plaza & Janés), como si el expresidente popular hubiese querido hacer un guiño a Esperanza Aguirre –Dios le libre– después de que la exlideresa dijera aquello de que en Génova “hay mucho niñato”.
Pero no, pura casualidad. El registrador de la propiedad quiere reivindicar en su libro sus políticas y su época, nada más desfasado en unos tiempos donde escala en las encuestas quien grita más alto y lo que él llama populismo, sin que vaya a reconocer que lo ha insinuado siquiera, se ha apoderado de una derecha acelerada.
El expolítico no pretende agradar a nadie en sus páginas. Tampoco incomodar a sus enemigos y detractores. Fuera de la política, Rajoy sigue siendo Rajoy. La polémica la deja para los demás. “¡Joder, qué tropa!”, dijo parafraseando al conde de Romanones cuando Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón se disputaron ante sus ojos su propio liderazgo. Bien podría decir lo mismo de Casado y Ayuso, pero prefiere una respuesta más adulta –como su libro–.
“Cosas como ésta acaban arreglándose”, declaraba en una entrevista en la Cope horas antes de la presentación. Como si él hubiera arreglado alguna vez la cosa aquella que tuvo con Esperanza Aguirre durante sus años en la oposición y en el Gobierno.
Parecía querer demostrar que tenía razón cuando intentó hacerlo él mismo como si fuera un juego de niños –¿no habíamos quedado en que lo suyo es política para adultos?–, dándole unos empujoncitos a Ayuso para que ella y Casado aparecieran juntos en la foto. Pero protocolo no entendía que ese fuera el momento de mediar en la guerra interna del PP y, lógico, dijo que en el centro debía estar el homenajeado.
La presidenta y el aspirante y a presidente cruzaron unas palabras durante un par de minutos para dejar testimonio gráfico de una supuesta normalidad dentro de la sana discrepancia. Pero Rajoy y su mujer, Elvira Fernández Balboa, que se sentó entre Ayuso y Casado en primera fila, se encargaron sin pretenderlo de convertir en noticia la distancia social que mantienen los dos líderes del PP.