“No estamos manteniendo los debates en los términos adecuados, en absoluto”. Con estas palabras, la presidenta del Congreso, Meritxell Batet llamaba al orden esta semana a los diputados, tras el episodio de hace unos días en que un diputado de Vox llamó “bruja” y “borracha” a otra diputada del PSOE y se negó a retirarlo, con el apoyo de su grupo. Es más, se negó a abandonar la Cámara cuando el vicepresidente, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, a cargo del debate en ese momento, lo expulsó.
“Todos debemos tener la libertad de expresar las posiciones políticas que defendemos. Todos. Pero, demasiadas veces, en demasiadas ocasiones en esta Cámara, el uso de esa libertad de expresión ha acabado siendo utilizada de manera inadecuada, proyectando insultos, proyectando ofensas a personas y a instituciones”, afirmó Batet. “Ojalá piensen, cada vez que toman la palabra, que quieren respetarse a ustedes mismos y a los demás. La dureza parlamentaria es perfectamente compatible con la buena educación y esa dureza parlamentaria no tiene por qué derivar en ofensa”, insistía.
Habrá que ver hasta qué punto los diputados toman nota. Al día siguiente, en la sesión del miércoles, la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, calificaba de “putiferio” lo sucedido con Carles Puigdemont y Batet la llamaba al orden sin darle la palabra para replicarla, como pedía Nogueras desde su escaño.