Juan Manuel Moreno y Alfonso Fernández Mañueco irán a elecciones en 2022. El primero ha dicho que lo hará en junio o en octubre. El segundo, incluso antes; se baraja la posibilidad de que anuncie el adelanto para marzo o abril. Los dos barones populares están calibrando cuál es para ellos el mejor momento, asumiendo que la batalla por el control del PP de Madrid acabará robándoles protagonismo y confiando en que les afecte en las urnas lo menos posible. Mientras tanto, Pablo Casado espera que los comicios andaluces y los castellanomanchegos le den un respiro y le permitan medirse a Pedro Sánchez como alternativa.
Aprobados los Presupuestos para 2022, año en que muy mal se le tienen que dar las cosas a Pedro Sánchez para que la llegada de las primeras ayudas europeas no aligere la presión de la subida de la luz, las protestas en la calle y las derechas que las alientan, la oposición ha perdido toda esperanza de un adelanto de las generales.
Las urnas están por tanto en manos de ayuntamientos y comunidades. Los que tienen prevista su cita para la primavera de 2023 y los que llamarán al voto antes de tiempo.
Juan Manuel Moreno no ha podido sacar adelante sus cuentas para el año próximo porque Vox lleva meses dándole la espalda en el Parlamento autonómico y porque la filtración de una grabación de su vicepresidente ‘ciudadano’ diciéndole a su grupo que no interesaban unos nuevos presupuestos en año electoral –las andaluzas tocarían el próximo diciembre– dio al traste su aproximación al PSOE.
Es tarde para que, pensando en Moreno y Mañueco, Génova ceda a la presión de Ayuso sin trasladar una imagen de debilidad interna
Alfonso Fernández Mañueco adelantará los comicios en Castilla y León porque, dice, los socialistas volverán a presentar una moción de censura el 10 de marzo –como hicieron este año, sin resultado alguno–. La prensa regional añade que, por esas fechas, el PP regional va a vivir una situación incómoda; el expresidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, y la exconsejera de Economía y Hacienda, Pilar del Olmo, acudirán como testigos en la vista oral del caso Perla Negra-Polígono de Portillo, que investiga un presunto sobrecoste millonario, a petición del exviceconsejero Rafael Delgado, uno de los principales acusados.
Así las cosas, Moreno Bonilla ha avanzado que las andaluzas serán en junio o en el mes de octubre. En Castilla y León no ha habido un anuncio oficial, pero se habla de elecciones en marzo o abril.
Si ambas citas se celebran la próxima primavera, las convocatorias oficiales se solaparán con el congreso del PP de Madrid del que habrá de salir elegida una presidenta o presidente. Un congreso que se celebrará el primer semestre de 2022, plazo demasiado amplio e impreciso para que Isabel Díaz Ayuso aguante la espera sin seguir haciendo ruido.
Si Génova y la Puerta del Sol mantienen las espadas en alto, la pelea de poder va a acabar enmarañando las campañas de Moreno Bonilla y de Fernández Mañueco, resignados a que Madrid acabe acaparando la atención mediática pero confiados en que el alcance en sus territorios se vea amortiguado por su carácter centralista.
La baronesa madrileña insiste en que sería “bueno” pasar “pronto página”, pero ya es demasiado tarde para que la dirección nacional ceda a la presión sin trasladar una imagen de debilidad interna.
Tampoco habría tiempo para que, al menos la precampaña de las castellanomanchegas, discurriera sin interferencias ajenas a la región. De modo que 2022 arrancará con el PP a pleno rendimiento. Y eso es bueno para Pablo Casado.

De 2022 a 2023
Para empezar, porque el foco que desde septiembre apunta hacia la guerra madrileña se desplazaría a otros dos territorios donde el PP tiene opciones no sólo de volver a formar gobierno, también de recuperarse en las encuestas.
La pelea entre Ayuso y Casado –entre Miguel Ángel Rodríguez y Teodoro García Egea– ha dejado huella en los sondeos, que en pocos meses han pasado de dar mayoría al líder popular con la suma de Vox a estancar sus opciones en unas generales y echar a perder su eventual ecuación ganadora con la formación de ultraderecha.
“La derrota tiene cien padres y la victoria es huérfana”, dijo Napoleón. Y Casado reclamará su paternidad en los probables éxitos que, según las encuestas, lograrán Mañueco y Moreno en las urnas. Éxitos en condicional, porque requerirán de apoyo externo, concretamente de Vox, y el partido de Santiago Abascal amenaza con vender más caros sus votos, a cambio incluso de entrar en los gobiernos.
En todo caso, dependerá del peso de cada una de las dos fuerzas políticas; en Madrid, Rocío Monasterio no pudo elevar sus exigencias a tal extremo. Pero Génova confía en que la posibilidad de revalidar sus gobiernos autonómicos, en tres citas desde las generales sumado el 4-M, supongan una inyección de entusiasmo demoscópico y de liderazgo parlamentario frente a un presidente del Gobierno que habrá de tomarse en serio a un jefe de la oposición que estaría demostrando su capacidad de resistir a los suyos.