Destacado Económico / N.L. con la colaboración de nuestro espía en las Administraciones Públicas, ‘Malthus’
Nadia Calviño siguió el consejo que le diera Franco a su ministro: “Fraga, haga usted como yo: no se meta en política”. Fue, quizás lo que le aconsejó su padre, el muy perspicaz José María Calviño, y el presidente del Gobierno que elevó a esta tecnócrata, más bien liberal, a la máxima autoridad económica y, a partir de julio de 2021, a la Vicepresidencia Primera.
Sánchez la colocó en el alto sitial para tranquilizar a la burguesía y al empresariado, a la derecha económica, a ese conglomerado temeroso de un gobierno social-comunista que el presidente asegura que le quiere desalojar del Palacio de la Moncloa. Es el papel que Felipe González asignó a Miguel Boyer y a Carlos Solchaga, y José Luis Rodríguez Zapatero a Pedro Solbes.
Ahora Sánchez necesita que Calviño se meta en política, que baje del aséptico olimpo que tranquiliza a esos poderes ocultos que ahora ha descubierto el presidente y meta las manos en el barro actuando políticamente.
O sea, que si no se puede hacer gran cosa para que la inflación se caiga del caballo desbocado al que ella pronosticaba escasa vigencia y para que el PIB crezca con más vigor, se ponga manos a la obra actuando sobre las estadísticas. Seguía así las recomendaciones que hacía un financiero a un empresario: “Amigo Xxx, hay que torturar los números hasta que canten lo que queremos”.
El PIB, desencadenante del cese de Rodríguez Poo
Sánchez no podía aguantar que en dos años seguidos, 2021 y 2022, se haya revisado a la baja la tasa de crecimiento del Producto, en el primer trimestre del año. Ha sido el factor desencadenante del cese del presidente del Instituto Nacional de Estadística, Juan Manuel Rodríguez Poo, un discreto y honrado catedrático de Fundamentos del Análisis Económico de la Universidad de Cantabria, nombrado presidente del INE por el Gobierno de Sánchez, que no ha vacilado en publicar lo que le sale en los datos recogidos y analizados por los funcionarios del Instituto, sin percatarse de que esas revisiones a la baja del Producto sientan como un tiro en Moncloa y en Economía.
Sánchez no puede soportar que al final de su cuatrienio el incremento de la renta per cápita española se encontrara en la cola de los países de la Unión. En 2018, el PIB per cápita era de 25.750 euros con una subida del 3,1%, que en 2019 se elevó un 2,6% situándose en 26.420, pero que en 2020, el año de la pandemia cayó un 10,3% descendiendo a 23.690 euros, la caída mas fuerte de la Unión, que sólo se superó en parte en 2021 al situarse en 25.460 euros con un crecimiento del 7,5% pero todavía por debajo del Producto de 2018. Las previsiones para 2022 son esenciales para presentar unos resultados presentables.
A Calviño le sobraba el INE
Calviño no se había cortado un pelo en afirmar públicamente que a ella le sobra el INE; que le parecen más fiables los ‘big data’ que maneja, en especial con los datos de las tarjetas de crédito, que son, ciertamente, mejores indicadores de actividad, que pueden ayudar a medir el PIB con mayor prontitud que el Instituto pero que no miden conceptos diferentes a los agregados macro de la Contabilidad Nacional.

En cuanto a la inflación, se recuerda que desde tiempos inmemoriales el INE no incluye en el IPC el coste de la energía para los que tienen contratos con las compañías. Recoge sólo el coste de quienes tienen tarifa regulada, lo que ha podido exagerar algo la incidencia de la electricidad en el IPC. Pero esa carencia no se corrige en un día, pues las eléctricas se resisten a dar al Instituto los datos precisos. La verdad es que el Gobierno no ha apoyado al Instituto en esta materia.
Apoyan a Calviño: Escrivá y Montero
Calviño ha contado con el apoyo de José Luis Escrivá, ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, quien ha señalado que la afiliación a la Seguridad Social crece más que las estimaciones trimestrales del PIB realizadas por el INE.
Por su parte, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, asegura que las cifras de lo recaudado superan a las tasas que se incluyen en la estimación del INE. La relación del presidente saliente con la Agencia Tributaria y con la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ha sido complicada generando a Poo unos enemigos temibles.

El INE tiene menos gente de la necesaria y los distintos ministerios le quitan de las manos a los estadísticos, lo que le afecta cualitativa y cuantitativamente.
Hay una vieja guardia en el organismo que frena los cambios necesarios. Cuenta el INE con un impresionante Consejo Superior de Estadística presidido por Nadia Calviño y vicepresidido por el presidente del INE, en cuya Comisión Permanente están presentes todos los ministerios más la UGT, Comisiones Obreras, la CEOE, la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, el Consejo General de Economistas de España, y hasta la Fundación ONCE.
Un aparatoso Consejo que sirve para muy poco. Se reúne con escasa frecuencia y tiene que estudiar decenas y decenas de estadísticas que se aprueban sin entrar apenas en el detalle. Es un mero trámite.
Poo y la vieja guardia se apoyaban en el prestigio de sus estadísticos facultativos cuya independencia mantuvieron incluso durante el franquismo. Hasta cierto punto. Nunca cayó el PIB con Franco, ni hubiesen dejado que bajase. No había entonces Contabilidad Nacional Trimestral, sólo anual.

Con este gobierno han bastado unas décimas de menor crecimiento del PIB en un trimestre para echar al presidente del INE. Eso de que pongan al frente del mismo a Israel Arroyo, que procede de un organismo crítico con el Instituto, no es muy estético. En la Ley de Estadística que va a salir han privado al INE de acceder a los datos de recaudación.
Pueden detectarse puntos débiles en la gestión del Instituto pero eso al Gobierno le preocupa poco. Han sido las revisiones a la baja de la tasa de variación del PIB en estos dos años el factor desencadenante del cese.