
Sin Maldad / José García Abad
Iván Redondo, a quien no niego perspicacia, el gurú que alcanzó la mayor influencia sobre Pedro Sánchez, una dependencia del presidente adictiva como la cocaína, traducida en un poder del que no han disfrutado ninguno de sus colegas de la imagen, parece haber superado su rabieta por su caída en desgracia abandonando la crítica persistente a su exjefe en su columna de ‘La Vanguardia’ y pasando a la adulación.
Quizás lo que irritó más a Sánchez fueron sus palabras sobre Yolanda Díaz publicadas en ‘La Vanguardia’ del pasado 15 de noviembre: “Si enfocamos bien el ajedrez político que se avecina deben saber que Yolanda Díaz tiene altas probabilidades de ser la primera mujer presidenta del Gobierno de España”, insinuando a quien le preguntaba que Yolanda Díaz podía arrebatar a Sánchez el 20 por ciento del voto del PSOE. Una sentencia que el pasado 17 de enero ha compensado con otro ajedrez titulado: “41 razones por las que Sánchez supera al PSOE”.

Creo que en este momento se está difuminando la idea de que Yolanda Díaz, tan alabada inicialmente, en primer lugar por el propio Iglesias, podría aportar más que su formación, de ser la figura indiscutida como lo fue su antecesor. Me parece que está a punto de ingresar en la unidad de quemados del partido morado
Éste es, ciertamente un interesante debate sobre la dialéctica partido/líder, sobre si el líder suma o resta votos a su partido, que con una perspectiva más amplia se inserta en el viejo debate sobre la influencia de los personajes en los hechos históricos.
En el ajedrez político español hay algo evidente, como que Felipe González aportaba más que el PSOE, o José María Aznar más que el Partido Popular, lo que no puede aplicarse a Mariano Rajoy, ni mucho menos a Pablo Casado. Tan evidente como el plus que aportó Pablo Iglesias respecto a Podemos.
Creo que en este momento se está difuminando la idea de que Yolanda Díaz, tan alabada inicialmente, en primer lugar por el propio Iglesias, podría aportar más que su formación, de ser la figura indiscutida como lo fue su antecesor. Me parece que está a punto de ingresar en la unidad de quemados del partido morado.
Desde luego, Sánchez no se siente amenazado por su vicepresidenta segunda, pero quizás tampoco puede cumplir sus expectativas de que el Gobierno pudiera transitar de forma más tranquila por las procelosas aguas del primer gobierno socialcomunista de la historia patria. Por el contrario, la falta de ese plus de ascendencia de Yolanda no ha podido impedir la caída de Podemos en las últimas elecciones. Parece que Sánchez vivía mejor contra Iglesias como los demócratas contra Franco.
Dudo que esto consuele a Pablo Casado, que resta potencia al Partido Popular, como se barrunta José María Aznar, que le afea su falta de proyecto, como en su día criticó con más dureza a Mariano Rajoy; o como González hiciera contra José Luis Rodríguez Zapatero, que es el privilegio de los hiperlíderes. González también lo intentó con Sánchez pero al final ha tenido que rendirse ante la resiliencia del personaje –una expresión que se ha definido como la capacidad que tienen las personas para recuperarse de situaciones complicadas y seguir avanzando hacia el futuro– con un abrazo en el 40 congreso del PSOE, ante la evidencia de que Sánchez cuenta con la mayor parte de la militancia, con excepciones llamativas pero poco efectivas de un Joaquín Leguina, un Corcuera o un Nicolás Redondo, que prometen para el pasado.
Lleva ejerciendo la profesión de periodista desde hace más de medio siglo. Ha trabajado en prensa, radio y televisión y ha sido presidente de la Asociación de Periodistas Económicos por tres periodos. Es fundador y presidente del Grupo Nuevo Lunes, que edita los semanarios El Nuevo Lunes, de economía y negocios y El Siglo, de información general.