
Sin Maldad / José García Abad
Como usted, Don Rafael, sabe, esta expresión latina no significa como tradujo un catedrático despistado como “en tiempo de los moros”, sino más bien con la constatación de una copla de que las cosas cambian que es una barbaridad.
Cómo han cambiado las cosas desde que gobernaba Ferrovial su fundador, su padre, Rafael del Pino Moreno, de cuya amistad me honré, un patriota en el mejor sentido de la palabra, un empresario con altas miras para su país que contribuyó eficazmente a que la democracia se consolidara. Apoyó a la UCD de su cuñado Leopoldo Calvo-Sotelo y fue el gran animador –y financiador– de la beautiful people, núcleo duro de los personajes que sirvieron a Felipe González el apoyo del mundillo financiero.
Cómo han cambiado las cosas desde que gobernaba Ferrovial su fundador, su padre, Rafael del Pino Moreno, de cuya amistad me honré, un patriota en el mejor sentido de la palabra, un empresario con altas miras para su país que contribuyó eficazmente a que la democracia se consolidara. Apoyó a la UCD de su cuñado Leopoldo Calvo-Sotelo y fue el gran animador –y financiador– de la ‘beautiful people’, núcleo duro de los personajes que sirvieron a Felipe González el apoyo del mundillo financiero.
Su hijo y sucesor en la presidencia de Ferrovial, Rafael del Pino Calvo-Sotelo, una empresa que ya no es tan familiar como en tiempos de su padre, tampoco es ya española. Qué pensaría su padre si levantara la cabeza.
Su hijo y sucesor en la presidencia de Ferrovial, Rafael del Pino Calvo-Sotelo, una empresa que ya no es tan familiar como en tiempos de su padre, tampoco es ya española. Qué pensaría su padre si levantara la cabeza.
No hace mucho, en una visita a la sede de Ferrovial en el 135 de Príncipe de Vergara, me quedé asombrado de que no aparecía en lugar visible, ni en la calle ni dentro del edificio, ninguna seña de identidad, ningún letrero con el glorioso nombre de “Ferrovial”. Ahora, visto el plantón a su patria perpetrado por su actual presidente, he comprendido el porqué de esta ausencia, pues pronto la que en su día fue la sede de una triunfante multinacional española se convertiría en una simple filial nutrida con unos pocos activos entregados por la sede en Ámsterdam a modo de piadosa limosna.
En recuerdo del padre, un patriota ilustrado
La beautiful tenia algo de comisión interpartidaria de la burguesía ilustrada, donde junto a los socialistas citados figuraban los Bustélidos, entre los que había Bustelos de izquierdas y de derechas, Calvo-Sotelo y empresarios poderosos como los Del Pino y Entrecanales, que arrancaban de las faldas de la tía Carlota. Este ambiente tan familiar había permitido a Miguel Boyer y a Mariano Rubio ocupar importantes puestos durante los gobiernos de UCD: el futuro ministro socialista sería director de Planificación de Explosivos Riotinto (ERT), el mayor conglomerado privado de aquella época, a las ordenes de Leopoldo Calvo-Sotelo, director del Servicio de Estudios del INI y del Instituto Nacional de Hidrocarburos (INH), ambos bajo la presidencia de Claudio Boada, a quien Boyer retribuiría más adelante con la presidencia del Banco Hispano. Cuando José María López de Letona fue gobernador del Banco de España fue nombrado subgobernador Mariano Rubio, quien antes había sido consejero delegado de Enagás.
La tía Carlota, de armas tomar
La almendra de este selecto grupito que se convirtió en una formidable masonería de auxilios mutuos era, como he dicho, la tía Carlota, una mujer de armas tomar, que a sus ochenta años desempedraba las calles de Madrid a toda velocidad con un Citroën rojo. De sus acampanadas faldas salieron, como del célebre dibujo de la Reina Victoria de la revista satírica británica Punch, los nuevos señores del poder político-económico de UCD y del PSOE.
Carlota García del Real estaba casada con Francisco Bustelo Vázquez, propietario de la Banca Bustelo, que cerró durante la Guerra Civil, y su corte estaba situada en Ribadeo (Lugo), en la frontera entre Asturias y Galicia. Tuvieron cuatro hijos: Paco, el socialista adversario de Felipe; Carlos, que había sido presidente del INI y ministro de Industria con UCD en los tiempos referidos, vinculado al mundo de las autopistas y consejero del Banco de España; José Ramón (Jipi), vicepresidente de Hispanoil, una empresa del INI, y Carlota, Pilota, directora del Instituto Nacional de la Mujer, casada con Juan Manuel Kindelán.
Ana María casó con Rafael del Pino
La tía Carlota tenía una hermana, llamada Mercedes, que se casó con Leopoldo Calvo-Sotelo, de cuyo matrimonio nació otro Leopoldo, que fue presidente del Gobierno. Éste contrajo nupcias con Pilar Ibáñez Martín, hija del ministro de Educación de Franco, quien engendró otra hija, Mariluz, que matrimonió con Fernando Morán, el futuro ministro socialista. La tercera niña, Ana María, casó con Rafael del Pino, presidente de varias empresas, dueño de Ferrovial y consejero del Banco Hispano, con quien colaboró en Enagás Mariano Rubio.
La tía Carlota, quizás para no perderse con tan ilustre parentela, llevaba al día una agenda en la que apuntaba los nombres de los amigos y novios de sus hijos y procuraba que todos sacaran el mayor beneficio. En su casa coincidían, o los hacía coincidir, los López de Letona, uno de los cuales, José María, sería con los socialistas vicepresidente de Banesto por recomendación de Mariano Rubio. Una prima hermana de la tía Carlota, Emilia González, se casó con Justino Azcárate, republicano a quien Don Juan Carlos nombro senador real; su hija, Isabel Azcárate se casó con Mariano Rubio. Maria Azcárate, hermana de Justino, enlazó con José Entrecanales, fundador de Entrecanales y Távora –en la actualidad Acciona–, una de las constructoras más importantes de España. La mayor parte de los empresarios citados eran a su vez dirigentes del Círculo de Empresarios, un club selecto que agrupaba a la flor y nata del empresariado español.
Una garantía de que Felipe no imitaría a Miterrand
La beautiful people tuvo su justificación política cuando el PSOE accedió al poder, como una especie de garantía de que el nuevo gobierno no emprendería el camino radical que había seguido Miterrand en Francia, quien se vio obligado a desandar lo andado. Así lo aceptaron hasta los guerristas. Sin embargo, pasado el tiempo y desvanecido el peligro radical, los de la beautiful siguieron mandando, primero de la mano de Boyer y luego de la de Carlos Solchaga, quien no era precisamente un beautiful. Era, por el contrario, un tafallés de familia humilde que había hecho su carrera con becas y muchos sacrificios. Sin embargo, arropó a esta gente en razón de sus moderadas convicciones políticas. “Todo eso forma parte –en opinión de Enrique Guerrero– del concepto que tenía González de la modernización del país: no se puede modernizarlo con una visión partidaria ni sindical de quienes le pedían “compañero, dales caña”. Otra cosa es que aquello degenerara. Llega a poner la mano en el fuego por Mariano Rubio y se la quema.”
Lleva ejerciendo la profesión de periodista desde hace más de medio siglo. Ha trabajado en prensa, radio y televisión y ha sido presidente de la Asociación de Periodistas Económicos por tres periodos. Es fundador y presidente del Grupo Nuevo Lunes, que edita los semanarios El Nuevo Lunes, de economía y negocios y El Siglo, de información general.